Literatura

¿Reescribir o no reescribir? Agatha Christie ante el siglo XXI

La editorial HarperCollins anuncia la modificación de varios pasajes malsonantes | El fenómeno se extiende a otros autores como Roald Dahl e Ian Fleming

La autora Agatha Christie, en una foto de archivo.

La autora Agatha Christie, en una foto de archivo. / LP/DLP

Si la Biblia se reescribiera con la óptica inclusiva e integradora de los discursos feministas de las sociedades del siglo XXI, ¿cuántos versículos quedarían tachados? ¿El ingenioso hidalgo Don Quijote sería un loco o pasaría a tener un trastorno mental? ¿Habríamos de cambiar las rimas de las canciones populares que reproducen las amenazas del patriarcado? El debate está servido, más cuando se han realizado los primeros movimientos para reestructurar la obra de Roald Dahl y la saga de James Bond, escrita por Ian Fleming, y que ahora sitúa el foco en la producción literaria de Agatha Christie, la dama del crimen.

Adjetivos como "oriental", "negrata", referencias étnicas a negros, judíos o gitanos, expresiones como "el temperamento de un indio" y demás, son algunas de las eliminaciones y modificaciones que hará la editorial HarperCollins sobre sus libros, después de contar con una comisión de "lectores sensibles" que identificaron los pasajes más conflictivos a la hora de herir sensibilidades. La noticia del diario británico The Telegraph saltó a la palestra a finales de marzo y removió el debate en el sector cultural, que cuestiona esta decisión que atenta contra la voluntad autoral.

No obstante, la veda está abierta y ya ha posicionado a editoriales como Alfaguara, propietaria de los derechos de las creaciones de Dahl en España, que salió al paso y aseguró que los originales se mantendrían "tal y como están". En ese sentido, fuentes de la delegación nacional de HarperCollins, preguntadas por este periódico, aseguran que solo tienen conocimiento de este asunto a través de lo publicado en medios, sin información oficial al respecto. Razón por la que aún no se pronuncian sobre este tema que tantas ampollas ha levantado.

Reflejo de una época

Juan José Montijano, investigador de la Universidad de Granada y experto en su biografía, con dos sendos libros publicados sobre su universo creativo, tilda este viraje como "una oleada de revisionismo que atiende a la 'dictadura' de lo políticamente correcto". "Ningún autor británico mejor que Agatha Christie puede reflejar la evolución de la sociedad en la que vivió. Así que, está fuera de lugar revisionar, redactar y eliminar parlamentos y párrafos de hace 50 o 60 años, ya que son obras hijas de su época; hay que entenderlas con la perspectiva que nos da el tiempo porque no podemos ver sus libros con los ojos del siglo XXI", subraya.

Al mismo tiempo, Montijano reivindica la figura de "una mujer polifacética". Autora de novela detectivesca, teatro, poesía, literatura infantil, la escritura de Christie evidencia la evolución de una sociedad victoriana en El misterioso caso de Styles a otra en la que, más tarde, aparecía la drogadicción, la incorporación de los supermercados o el movimiento hippie, apostilla. "Amoldó su contenido a la sociedad que le tocó vivir. Además, no debemos olvidar el paradigma de una mujer que, proviniendo de la alta sociedad burguesa, era feminista: viajaba sola, se divorció, se ganaba su sustento, que construía personajes femeninos fuertes, valientes y decididas, aparte de solteras, que no necesitaban ayuda de hombres para resolver crímenes, como Miss Marple o Ariadne Oliver".

El especialista hace mención de uno de los episodios más llamativos de su trayectoria bibliográfica, protagonizado por el título de Diez negritos —que hace referencia a una popular canción anglosajona en la que cada uno fallece debido a una desgracia, al igual que en la trama—, el cual se modificó en el mercado americano por Ten little indians (Diez inditos) o que, en la actualidad, ha quedado como And then there were none (Y no quedó ninguno), "confundiéndola con la obra homónima teatral que creó en el año 40", resalta. Por el contrario, Montijano asevera que durante la dictadura franquista la censura apenas tocó los textos traducidos, "en el aspecto lingüístico prácticamente no hay", al contrario de lo que ocurrió en las adaptaciones cinematográficas o las cubiertas inglesas que en la década de los 40 y 50 mostraban pechos femeninos o escotes sugerentes que eran tapados.

Futuro público lector

La decisión de la Agatha Christie Limited, sociedad que preserva y gestiona su patrimonio y dirigida por su bisnieto James Prichard desde 2015, le hace sospechar a Montijano de los intereses económicos que hay sobre la continua reedición de su ingente legado. Tesis que comparte el escritor de novela negra canario y profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria José Luis Correa: "El lenguaje de una novela de hace un siglo es completamente diferente al actual, no se lo creería nadie, es, incluso, casposo, pero hay que tener en cuenta que si refleja una sociedad machista, por ejemplo, es porque el contexto era machista. De ahí, lo que se pueden hacer son análisis actuales, pero no me parece salvable reescribir la historia porque la literatura tiene relación con el momento en el que se escribe", añade.

Una alternativa a la reescritura es, por ejemplo, la planteada por la plataforma Disney Plus cuando incluyó hace tres años advertencias sobre el contenido racista o xenófobo de algunos clásicos como Peter Pan, Dumbo o Los aristogatos, que siguen a día de hoy. Esa medida, también comentada en el momento, parece una opción plausible, "las propias novelas negras advertían al inicio que lo escrito era fruto de la ficción, incierto, para que nadie se sintiera por aludido", indica Correa.

El autor de Para morir en la orilla opina que tomar definitivamente el rumbo de la revisión devalúa el sentido crítico del lector, "como incapaz de deducir los parámetros culturales y sociológicos de la publicación en su fecha", y afecta a la percepción de las futuras generaciones, "hay una sobreprotección de los lectores, como ocurre con los niños cuando nos dicen que no les hablemos de la muerte o de la violencia sexual; adjetivos como feo, gordo, cabezón, enclenque, describen y plantean cualidades, otra cosa es la habilidad del escritor para plantear que no nos podemos reír de ellas".

Planteamientos que responden a una parte del debate en un momento en el que la opinión pública se mueve entre lo "políticamente correcto" y lo "políticamente incorrecto". Estas expresiones, analizadas por la ensayista Lucía Lijtmaer en Ofendiditos, forman parte de un fenómeno global en el que lo reaccionario intenta contrarrestar el nuevo discurso progresista, aunque desde la estela cultural rechine. ¿Reescribir o no reescribir? Esa es la cuestión.