Campaña de estío V

El Valparaíso más terrenal

Dime en qué bar andas y te diré quién eres. El rincón más preciado de la cultura popular da siempre lugar a conversaciones variopintas

Relatos de campaña, una entrega diaria sobre las elecciones generales del 23 de julio.

Relatos de campaña, una entrega diaria sobre las elecciones generales del 23 de julio. / Adae Santana

Una mudanza es un éxito cuando se cumplen dos requisitos: buenos vecinos y un bar de confianza. A medida que pasan los días, de repente, el café, el agua, el té, la pulguita de media mañana, los almuerzos improvisados por no haber descongelado el táper, la televisión o la wifi de un fallo eléctrico, decir «buenos días», «buenas tardes» y «buenas noches», que contesten con un «oído cocina», son los detalles que convierten a un bar en un bar. Un halo envuelve a su barra de madera o metálica y lo metamorfosean, inadvertidamente, en un escondite a la luz de los transeúntes que paran un ratito a rehacerse a sí mismos antes de seguir adelante en el trayecto de la vida. Es un alto en el camino. Una oda a la servilleta que no limpia y el paño que humedece los codos. Una tregua para los que buscan perder su identidad y un encuentro entre los que huyen. 

Reina Cruz no las tenía todas consigo cuando su marido la convenció de coger el negocio en 2008. En plena crisis y en el paro, firmó los papeles y le dio una nueva capa de pintura a las paredes del Valparaíso. Sin embargo, ahora cuelga el cartel de traspaso. ¿Por qué? «Me jubilo». ¡Saquen el ron, brindemos, salgamos a la calle y gritemos! Ah, no, no, de eso nada. «Por la mañana a servir desayunos a los funcionarios y los cafés a las mujeres, y por la tarde que vengan los hombres a beber». Y punto. Por si acaso, rasca los boletos de la lotería para descubrir si esta vez la suerte la ha llamado. No hay manera. Trae el bocadillo de pollo especial con alioli al conocido, sirve un cortado para llevar sin mediar palabra con una mujer alta y de gafas oscuras, y despacha la bolsa de siempre a otro cliente en silla de ruedas. Un viernes de inicios de julio que echa de menos la bulla de los trabajadores y el vaivén ruidoso de las obras en la ciudad. Qué vacía están las calles sin horarios, sin la rapsodia que inunda la mudez de las aceras.

Campaña de estío V: El Valparaíso más terrenal.

Campaña de estío V: El Valparaíso más terrenal. / Adae Santana

Marilyn Monroe da la hora, el escudo de la Unión Deportiva Las Palmas bendice la cocina, aunque alguna palabra en catalán habrá aprendido si a su lado tiene al Barcelona, luego, por encima de las bebidas, el llavero trae recuerdos de Colombia, y la pantalla plana emite un documental para alejar a los opinadores profesionales de cualquier maratón de tertulianos matutinos. Hay pincho de tortilla, queso, pollo, atún vegetal, queso, queso con guayaba… «¡Cuando puedas, Pino!». La cocinera bufa dentro. Después de casi que criar a los hijos juntas, Cruz decidió que el siguiente paso era confiar en su olfato ante los fogones cuando se quedó el puesto libre, así que juntas pasan el turno de mañana de lunes a viernes, y dejan a su marido con las partidas de dominó y los cubatas a la tarde, «cuando todo está más animado».

Luis se anima

La dueña se ha hecho con una clientela fija en el 72 de la calle Eusebio Navarro, entre la Subdelegación del Gobierno y el Instituto Canario de Hemodonación y Hemoterapia. Ella, que había sido auxiliar de administración, se vio al frente de un negocio que a nivel estatal ocupa más de un 50% de la oferta en hostelería. Canarias es una de las principales comunidades en la materia con casi 90 mil empleados en restauración, según el anuario del sector. «Es una valiente», la halaga su gerente. ¿Y las urnas? Achica los ojillos azules. «Imagínate estar en la mesa todo el día con este calor». Su interlocutor asiente con conocimiento de causa, «un completo aburrimiento». Él se va y Luis entra a escena. Da una ojeada al periódico, sorbe el líquido humeante y escucha a sus contertulias al verlas animadas con las elecciones generales del 23 de julio.  

— Que trabajen ellos, en política son todos iguales, todos se llevan algo a los bolsillos y no piensan en el pueblo —avanza.

— Estas elecciones en verano son una decisión política. Si les interesara hacerlo el día de Reyes, lo habrían hecho ahí. Pero yo me pedí el voto por correo y luego ya veré… Según las circunstancias hacen una cosa y no otra. No hablo de nadie en particular, solo en general. Mira, si fueran buenos, no estarían en política —sentencia Luis.

— Casi mi opinión, pero con otras palabras.

Pino no resiste el jaleo que altera el silencio:

—No sé cómo a la gente no le da vergüenza ser español. Es una pena que con esta gran cantidad de riqueza se la pasen unos a otros. Como con las placas solares, ¿para qué las meten en terrenos y no en los edificios de las ciudades? ¿Para qué coño lo quieren ahí? Quitan animales, plantas, y lo dejan fatal.  

— ¿Y quién trabaja para obtener los materiales de las placas eléctricas? —contraataca Luis—. Luego vamos de ecologistas.

—Los plásticos, por ejemplo. ¿Por qué no los quitan? ¿O los rollos de papel cuando se vio con la pandemia que eran casi que peores? Todo por interés. Puro interés. 

—Hay mucha decepción con los políticos. Todos quieren ganar, que en la oposición se pasa mucho frío.

Las cejas alzadas de Cruz, sorprendidas, disfrutan de la conversación. Un arte cultivado a partir de sílabas inconexas, soltadas por azar, que se transforman en conversaciones que dejan entrever cuál es el pálpito de quienes depositarán en unos días un sobre. ¿Con qué angustias, esperanzas o sinrazones? Pero, «¿qué va a ser de nosotros?», ruegan los clientes del Valparaíso. Reina sonríe porque ya tiene en mente las clases de informática, de idiomas, de música… «Tengo muchos buenos momentos, tanto como que me pongo mala y enseguida me preguntan a mi teléfono particular qué me pasa. Este bar es casi como una función social», reflexiona, «y familiar». Bares, qué lugares.

Suscríbete para seguir leyendo