Valsequillo

Agustín Calderín, alma de rancho en Valsequillo

Valsequillo nombra Hijo Predilecto al ranchero mayor de la localidad

Lleva 81 años cantando a las ánimas para cumplir la promesa que hizo a su padre antes de fallecer 

Agustín Calderín, Ranchero mayor del Rancho de Ánimas de Valsequillo

Agustín Calderín, Ranchero mayor del Rancho de Ánimas de Valsequillo / LP/DLP

El Ayuntamiento de Valsequillo ha entregado el título de Hijo Predilecto del municipio al ranchero mayor del Rancho de Ánimas de Valsequillo, Agustín Calderín. Una vida dedicada a su localidad y a su gente que le ha hecho conseguir un nombramiento que aunque agradece, hubiera preferido que se lo dieran al grupo entero. A sus 88 años, Agustín no percibe su vida sin su rancho, «la palabra dejarlo no pasa por mi cabeza», dice.

Agustín Calderín no recuerda su vida sin su rancho de ánimas. Desde que era muy pequeño, con 6 o 7 años, empezaron sus primeros pasos en esta tradición canaria, impulsado por sus padres y por los demás componentes del grupo. Pepito Rosa y Antoñito Sánchez fueron sus dos referentes. Dos personas de las que aprendió la mayor parte de lo que sabe hoy día. Ambos enseñaron a Agustín lo que significaba el Rancho en la isla y más concretamente en el municipio. A sus diez años y guiándose de su padre y de Antoñito, comenzó una andadura que todavía sigue muy presente en su forma de vida.

Las cosas han cambiado, y en la actualidad, el Rancho no da otra cosa más que pérdidas. "Perdemos tiempo y todo lo hacemos sin derecho a nada, solo por mantener la tradición", dice Calderín. Sin embargo, la juventud, aunque son un grupo muy minoritario, todavía se sigue interesando por los Ranchos de Ánimas. "El Rancho de Valsequillo está muy rejuvenecido porque lo llevan muchos jóvenes", explica Agustín. "Si ellos no se echan para atrás, esta tradición seguirá, porque todos ellos son adolescentes nietos de personas que son de mi época. Personas que lo viven y lo llevan dentro".

Una tradición los sábados

Agustín reitera que desde que tiene uso de razón se ha dedicado al Rancho de Ánimas. Una tradición que practica cada sábado por los barrios, que empiezan a la hora del mediodía y finalizan de madrugada. "Vamos de casa en casa y por eso tardamos tanto, y algunos te reciben y otros no, esto es como el que va a misa", asegura. A sus 88 años, su estado de salud le permite seguir siendo fiel a este oficio, y que el recuerde, nunca le ha fallado al Rancho, ni siquiera cuando falleció su padre.

Agustín Calderín entonando una copla, el día que le nombraron hijo predilecto

Agustín Calderín entonando una copla, el día que le nombraron hijo predilecto / LP/DLP

"Enterré a mi padre una tarde de febrero del año 2003, y cuando terminó la ceremonia me fui al Rancho esa misma noche, porque yo no podía faltar y mi padre me lo había dicho", recuerda. Y es que tal y como explica Calderín, unos días antes de fallecer, su padre le pidió que si él moría, no podía faltar a la cita con el Racho. Una promesa que a día de hoy sigue recordando con cariño. "El dejarlo nunca ha pasado por mi cabeza ni pasara nunca. Es algo que llevas dentro y por eso dejo todo en mi vida. He criado seis hijos y nunca he dejado de ir al rancho. Yo siempre digo que dios da tiempo para todo".

Enterré a mi padre y cuando terminó la ceremonia me fui al Rancho esa misma noche, porque yo no podía faltar y mi padre me lo había dicho

Cuando el alcalde del municipio, Francisco Atta, se sentó con él ara comunicarle que iba a ser distinguido como hijo predilecto del municipio, Agustín se quedó como mismo estaba. "Yo jamás he querido tener más protagonismo que mis compañeros. Agradezco el título, pero me hubiera gustado que se nombrara al grupo entero", asegura. Aun así, eso no quita su orgullo y agradecimiento por lo logrado, y sobre todo por el cariño que le tienen en Valsequillo. Un lugar que para Agustín Calderín "lo es todo" y que nunca olvidará.

Una copla editada por Yeray Rodríguez

Cuestionado por cuál es su copla favorita, este Ranchero del municipio de las medianías no puede contestar, pues todas tienen su historia y ese punto que hacen que se les tenga cariño. Sin embargo, el día del acto en el que se nombró a Calderín como hijo adoptivo, en el que muchos de sus amigos acudieron para acompañarle, la hija de Jose Antonio, tal y como describe el propio Calderín, entonó una copla editada por Yeray Rodríguez y que hacía referencia a una historia de su padre. "Eso fue algo muy bonito que me llegó al alma", asegura.

En una palabra, el Rancho para Agustín es su vida. "Por el Rancho iría las 24 horas del día seguidas sin cansarme", dice. Una historia de amor que le dejó su padre Miguel como legado y que lleva practicando desde que era muy pequeño. Una tradición que mantiene y mantendrá hasta que las coplas ya no vuelvan a salir por su garganta. Hasta entonces, los sábados son el día elegido para que estos Rancheros sigan llevando sus coplas por todos los hogares de las medianías.

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