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Virginia Barber: "Cuanto más trabajo con los presos más me humanizo"

La psicóloga de las cárceles de Nueva York presenta su libro 'Más Allá del Bien y del Mal' con su experiencia, en un acto en Madrid entre amigos, colegas y familiares

Durante la presentación de su libro, Virginia Barber (izquierda) junto a la periodista Andrea Aguilar. lp/dlp

El trabajo de Virginia Barber no supone una tarea fácil, en realidad su profesión, como psicóloga forense en las cárceles de preventivos en Nueva York requiere de altas dosis de valentía y también de humanidad. La lanzaroteña Virginia Barber acaba de publicar un libro, Más allá del Bien y del mal de la editorial Debate en el que hace un recorrido por los distintos casos y experiencias a las que ha tenido que enfrentarse como psicóloga forense, encargada de supervisar y analizar el comportamiento de aquellos presos preventivos con graves problemas de salud mental, tanto en el Hospital de Belleveu, como en Rikers Island, la segunda cárcel más grande de Nueva York.

Esta prisión ha sido un icono de la época más dura de la ciudad. Y por sus celdas han pasado presos tan legendarios como Mark David Chapman, asesino de John Lennon, y al ex presidente del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn. Su población reclusa es de 8.000 personas.

Virginia Barber que llegó a Estados Unidos en 1999, en principio para aprender inglés, y ahora veinte años después, convertida en una de las psicólogas forenses más reconocidas y con uno de los puestos de mayor responsabilidad, cuenta en este libro, por ejemplo, una de esas veces en las que sufrió una agresión física por parte de una de las internas que se encontraban en un centro penitenciario, al que esta joven doctora lanzaroteña había acudido para realizar prácticas.

Ella tenía que atender a un paciente, y cuando estaba sentada delante de él, sintió como por detrás alguien golpeaba su cabeza con una silla. Se trataba de una mujer blanca, de gran estatura, que hacía unos 10 años, al diagnosticarle trastorno esquizofrénico y con dependencia al crack le habían quitado a sus hijos. Ella creyó que la trabajadora social que había llevado su caso en realidad había matado a sus pequeños. En su cabeza, todas las mujeres blancas y trabajadoras del Estado tenían que pagar.

Y así en uno de esos arrebatos, corrió hasta la sala en la que estaba Barber con su paciente y no sólo le estampó la silla sino que se puso encima de Virginia Barber para tratar de seguir golpeándola. De pronto, el paciente que la doctora lanzaroteña había venido a visitar se interpuso entre la atacante y Virginia, evitando que la agresión llegara más lejos.

A lo largo de estos años de dura experiencia, esta lanzaroteña sigue pensando que "cuanto más trabajo con los presos más me humanizo". Virginia Barber, a la que le molesta la imagen de seres monstruosos que suele darse en las películas sobre los centros penitenciarios en los que se trata a los enfermos mentales, insiste en señalar que su experiencia le ha demostrado que "son víctimas, que incluso te pueden llegar a gustar".

Agresores sexuales

Virginia Barber también reconoce que los psicólogos forenses tampoco pueden pecar de exceso de empatía, "porque entonces no puedes evaluar al paciente como debe hacerse". Para evitar cualquier tipo de problema, estos profesionales necesitan de la supervisión de otros psicólogos. Barber hace hincapié en la dificultad de enfrentarse a agresores sexuales, "sobre todo si hay menores afectados, estos casos no resultan a la mayoría de psicólogos muy complicaos y necesitamos otros apoyos".

En el libro Más Allá del Bien y del Mal, que podría considerarse unas memorias profesionales de su actividad como experta en conducta humana, sobre todo en aquellos enfermos mentales recluidos en cárceles por haber cometido algún tipo de delito, la doctora Barber cuenta algunos casos concretos. Situaciones y también historias de personas a las que ha tenido que ayudar o a la que ha tenido que enfrentarse en esa apuesta valiente por buscarle una salida, una vía posible a su aparente falta de lucidez.

A lo largo de este volumen, la doctora Barber descubre que el mal tiene un rostro dolorosamente humano. Y así recuerda a otro de sus pacientes: "Al llegar, Henry seguía allí. Me dejaron entrar a verlo. Estaba sentado en la celda, vestido de naranja, con las manos esposadas por delante y cabizbajo. Cuando oyó mi voz levantó la cabeza; aunque estaba llorando parecía aliviado de verme. Se levantó. Los guardias me gritaban: "¡Doctora, no lo puede tocar, ya no es su paciente, es un preso! ¡No se acerque, tiene treinta segundos!". Fui capaz de meter mis manos entre los barrotes y tocar las suyas unidas por las esposas.

El factor humano

El interno le dice: "Recuerda lo que hemos hablado, espero no tener que volver a verte". En Más allá del bien y del mal Virginia Barber Rioja cuenta mediante unas excepcionales memorias sus experiencias como psicóloga forense.

El enfoque de esta joven canaria establecida en Nueva York logra que el lector termine por abrir los ojos frente a los riesgos de un sistema penitenciario que no contempla las condiciones sociales ni las necesidades básicas de reclusos con enfermedades mentales y explica el rol fundamental de sus compañeros de profesión para incidir en la creación de una ley más humana y más justa que permita avanzar hacia una sociedad mejor.

A pesar de todo lo que ha visto y vivido, esta lanzaroteña, psicóloga forense y responsable de la salud mental de los presos preventivos de las cárceles de Nueva York sigue creyendo en el factor humano y en la responsabilidad de acercarse a estas personas con graves problemas sin prejuicios.

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