La estremecedora carta de una vecina de Arrecife días antes de morir: “Ninguna institución me ha ayudado a recuperar mi hogar”

María del Carmen Feo Arrocha vivía en una de las viviendas en ruinas en la calle Tinache del barrio de Titerroy pendientes de rehabilitación, de la que fue desalojada en 2013

"Ni mis hijos ni yo hemos tenido una respuesta institucional a la altura de las circunstancias que nos ha tocado vivir. Solo silencio, engaños continuos, desidia y abandono institucional", se quejó

"Confío en que quienes me han engañado impunemente durante estos catorce años tengan sus conciencias limpias y puedan descansar plácidamente cuando duerman en sus casas por las noches", aseguró en su escrito

Boquete en una vivienda tras el desplome del techo que aplastó a un albañil de 38 años mientras dormía en la noche del 28 de julio de 2009 en la calle Timbayba (Titerroy) de Arrecife.

Boquete en una vivienda tras el desplome del techo que aplastó a un albañil de 38 años mientras dormía en la noche del 28 de julio de 2009 en la calle Timbayba (Titerroy) de Arrecife. / C. P. L.

La vecina de Titerroy María del Carmen Feo Arrocha murió ayer a los 79 años en Arrecife, víctima de una enfermedad terminal, cansada de luchar contra las instituciones que no han dado respuesta a las familias realojadas del barrio después de 14 años desde que algunas de ellas tuvieran que abandonar la vivienda en las que residían, con riesgo de derrumbe, por su avanzado estado de deterioro. María del Carmen era una de esas afectadas y se vio obligada a salir de su hogar en 2013.

El pasado 28 de septiembre, seis días antes de morir, dejó una estremecedora carta dirigida "a quien le pueda interesar", en la que relata “el mal sueño” que arrancó el 28 de julio de 2009 cuando el desplome del techo de una de las casas ubicada en la calle Timbayba de Titerroy acabó de madrugada con la vida de un albañil de 38 años mientras dormía en su dormitorio.

“De forma simultánea, ese hecho transformó para siempre la vida de los vecinos propietarios de las viviendas colindantes”, recordó María del Carmen en el escrito que ha hecho público hoy su familia y con el que la fallecida únicamente pretende “agitar conciencias, si las hubiera, y dejar constancia de lo que he sufrido para que no vuelva a suceder, para que cualquier político preocupado por el bienestar de los ciudadanos sepa lo que no tiene que hacer”.

“Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, he logrado entender que todo ha sido una auténtica burla y que nadie, nunca, ninguna institución, ha tenido interés ni voluntad por ayudarme a recuperar mi hogar…aunque con sus gestos y declaraciones públicas pretendieran mostrar lo contrario”.

María del Carmen vivía en la calle Tinache, donde está otro de los bloques de las 66 casas, en su día en régimen social y construidas a mediados de los años 50 del siglo pasado, que requieren de una rehabilitación urgente que todavía no se ha llevado a cabo.

"Reforzaron mi casa con ocho puntales y me conminaron a salir de forma inmediata"

Tuvo que dejar su casa “de la noche a la mañana” el 9 de mayo de 2013, casi cuatro años después del derrumbe de la calle Timbayba. “Llegaron, reforzaron la casa con ocho puntales y me conminaron a salir de mi hogar casi de forma inmediata. No lo olvidaré nunca. Era un jueves y me dieron de plazo hasta el lunes: un fin de semana para cerrar una casa y dejar atrás toda una vida, quién sabía en aquel momento si para siempre. Se da la triste casualidad, además, de que mi marido se encontraba esos días en fase terminal”, rememoró.

El 1 de agosto de 2013 firmó un contrato de alquiler con cargo al Ayuntamiento de Arrecife, que se encargaba de pagarle el alquiler del realojo a ella y otras familias reubicadas. Sin embargo, el Consistorio dejó de pagar el arrendamiento y el 19 de abril de 2018 el propietario le comunicó a María del Carmen que la iba a denunciar si en el plazo de un mes no recibía el importe de los 18 meses que el Consistorio le adeudaba hasta esa fecha.

El 9 de julio de 2018 entregó la llave de su casa de alquiler por impago del Ayuntamiento de Arrecife. “Sin un techo donde cobijarme a un precio que pudiera pagar, mi hermana me acogió en su propia casa. Solo 16 días después, el 25 de julio de 2018, presenté un escrito al Diputado del Común informando de este nuevo desalojo. Nunca contestó nadie”, se quejó.

El 10 de octubre de 2016 su hijo presentó una denuncia en la Policía Local de Arrecife. “Entraron en mi antigua casa, me robaron lo poco que me quedaba allí, y la ocuparon. Se dio registro de entrada a la denuncia, pero tampoco nunca nadie jamás nos contestó ni, que sepamos, movió un dedo para solucionarlo. Hoy, sigo viviendo en casa de mi hermana”, precisaba.

El pasado 18 de julio solicitó ayuda al Ayuntamiento de Arrecife “para afrontar el invierno de mi vida. Lamentablemente, tampoco recibí respuesta alguna”, lamentaba.

Último adiós a María del Carmen Feo

Las 66 viviendas de Titerroy y un centenar de Valterra siguen a día de hoy esperando ser rehabilitadas.

Mientras tanto, ni el Ayuntamiento de Arrecife ni el Instituto Canario de la Vivienda han solucionado el problema. El alcalde de Arrecife, Yonathan de León, y el concejal de Vivienda, Rosmen Quevedo, anunciaron el pasado 28 de septiembre tras reunirse en el Consistorio capitalino con el director del Instituto Canario de la Vivienda, Antonio Ortega, que “ya por fin se retoma la concesión de la subvención nominativa, anunciada y después paralizada durante la anterior legislatura, para buscar el encaje legal que permita que los vecinos damnificados de las casas de Titerroy puedan ser receptores de la misma”.

La capilla ardiente de María del Carmen Feo está instalada en el Tanatorio Atlantic. Mañana, viernes 6 de octubre, se oficiará una misa en la parroquia de Titerroy a las 11.00 horas y acto seguido sus restos mortales recibirán sepultura en el cementerio de Arrecife. La misa funeral será el miércoles 11 de octubre (20.00 horas) en la iglesia de Titerroy.

Carta de María del Carmen Feo Arrocha: A quien pueda interesar

Me cuesta mucho llevar al papel todas las sensaciones acumuladas desde que mi vida cambió para siempre aquel mes de julio del año 2009.

Penurias y dificultades, mías y de mis hijos, que no han tenido una respuesta institucional a la altura de las circunstancias que nos ha tocado vivir. Solo silencio, engaños continuos, desidia y abandono.

Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, he logrado entender que todo ha sido una auténtica burla y que nadie, nunca, ninguna institución, ha tenido interés ni voluntad por ayudarme a recuperar mi hogar…aunque con sus gestos y declaraciones públicas pretendieran mostrar lo contrario.

A lo largo de este camino he perdido a mi marido fruto de una larga y dolorosa enfermedad. Nada ni nadie va a hacer que recupere el tiempo perdido. No lo pretendo porque he vivido lo que me ha tocado vivir. Tampoco es el fin de un escrito con el que únicamente pretendo agitar conciencias, si las hubiera, y dejar constancia de lo que he sufrido para que no vuelva a suceder, para que cualquier político preocupado por el bienestar de los ciudadanos sepa lo que no tiene que hacer.

Este mal sueño arrancó hace 14 años cuando se desplomó el techo de una vivienda de la calle Timbayba que, lamentablemente, acabó con la vida de un joven. De forma simultánea, ese hecho transformó para siempre la vida de los vecinos propietarios de las viviendas colindantes.

Más efectistas que efectivos, más preocupados por ofrecer respuestas a los medios de comunicación que en resolver la papeleta a los afectados, los profesionales de la Oficina Técnica del Ayuntamiento de Arrecife iniciaron una serie de visitas, casi diarias, para, en teoría, determinar los motivos del siniestro y el riesgo real de un nuevo desplome.

Sin embargo, no fue hasta el 9 de mayo de 2013, casi cuatro años después, cuando se me obligó a desalojar mi vivienda de la noche a la mañana. Llegaron, reforzaron la casa con ocho puntales y me conminaron a salir de mi hogar casi de forma inmediata. No lo olvidaré nunca. Era un jueves y me dieron de plazo hasta el lunes: un fin de semana para cerrar una casa y dejar atrás toda una vida, quién sabía en aquel momento si para siempre. Se da la triste casualidad, además, de que mi marido se encontraba esos días en fase terminal.

Solicité a los técnicos una prórroga para poder recoger mis cosas. Con la única ayuda de mis hijos, empaqueté las más necesarias e inicié la búsqueda de una vivienda temporal, un techo bajo el que dormir y convertir en una casa hasta que pudiera regresar a mi hogar.

El 1 de agosto de 2013 firmé un contrato de alquiler con cargo al Ayuntamiento de Arrecife, que se ocupó de anunciarlo a los medios de comunicación.

El Ayuntamiento de Arrecife no cumplió su compromiso y el 19 de abril de 2018 el propietario me comunicó su intención de denunciarme si en el plazo de un mes no recibía el importe de los 18 meses que el Consistorio le adeudaba. Es cierto que los pagos anteriores se habían producido de forma discontinua, nunca de forma puntual, pero se llega a esta situación como resultado de una gestión vergonzosa y vergonzante. No solo engañaron a quien sufrió el desalojo de su hogar sino también a quienes nos brindaron la posibilidad de sacar la cabeza a flote en un momento tremendamente complejo.

El 9 de julio de 2018 hice entrega de la llave de esa vivienda de alquiler por impago del Ayuntamiento de Arrecife. Sin un techo donde cobijarme a un precio que pudiera pagar, mi hermana me acogió en su propia casa. Solo 16 días después, el 25 de julio de 2018, presenté un escrito al Diputado del Común informando de este nuevo desalojo. Nunca contestó nadie.

Con anterioridad, el 10 de octubre de 2016, mi hijo presentó una denuncia en la Policía Local de Arrecife. Entraron en mi antigua casa, me robaron lo poco que me quedaba allí, y la ocuparon. Se dio registro de entrada a la denuncia, pero tampoco nunca nadie jamás nos contestó ni, que sepamos, movió un dedo para solucionarlo.

Hoy, sigo viviendo en casa de mi hermana.

Diagnosticada recientemente de una enfermedad terminal, el pasado 18 de julio pedí ayuda al Ayuntamiento de Arrecife para afrontar el invierno de mi vida. Lamentablemente, tampoco recibí respuesta alguna.

Hoy, cansada de promesas llenas de palabras pero vacías de contenido, y hastiada de políticos más preocupados de firmar pactos que de la vida de las personas no pido ya nada para mí. Tampoco para mis hijos, para quienes solo tengo palabras de agradecimiento. Solo espero, como decía, que esta sinrazón no se vuelva a repetir jamás.

También quiero transmitir mi agradecimiento a la Asociación de Vecinos de Titerroy y a su presidente, Ismael Montero, por la ayuda que me ha prestado durante este tiempo; por su interés; por su entusiasmo contagioso y por el empuje constante que ha dado siempre a este asunto.

Desalojada en dos ocasiones de una casa, confío en que quienes me han engañado impunemente durante estos catorce años tengan sus conciencias limpias y puedan descansar plácidamente cuando duerman en sus casas por las noches. Yo no he podido hacerlo desde hace más de 14 años.

Gracias.

28 de septiembre de 2023