DÍA INTERNACIONAL DE CONCIENCIACIÓN CONTRA EL RUIDO

El veneno invisible del ruido

Juristas contra el Ruido reclama medidas contra la contaminación acústica, que enferma a las personas y afecta a su sistema cardiovascular e inmunológico

Lectura del Manifiesto contra el Ruido en la plaza de Santa Ana

Lectura del Manifiesto contra el Ruido en la plaza de Santa Ana / La Provincia

“El ruido mata, no es una simple molestia, es un problema grave de salud pública y queremos concienciar y atajarlo”, advirtió la presidenta de la Asociación de Juristas contra el Ruido, Yomara García Viera, que leyó un manifiesto durante la concentración que protagonizaron representantes de colectivos profesionales y vecinales en la plaza de Santa Ana para conmemorar el Día Internacional de Concienciación contra el Ruido.

La letrada indicó que las denuncias de la ciudadanía han aumentado de forma exponencial porque están aumentando los problemas de contaminación acústica y porque la gente está más concienciada.

Según el Instituto Carlos III, en Madrid mueren unas 500 personas al año por el ruido del tráfico, unos datos que, según la abogada habría que extrapolar a otras ciudades españolas, entre ellas, a Las Palmas de Gran Canaria.

“Las ciudades son todavía muy ruidosas. No hay conciencia de que el medio ambiente urbano es posible. No tenemos por qué aguantar el ruido por vivir en una ciudad. No tenemos por qué tolerarlo o normalizarlo. No nos damos cuenta y el cortisol empieza a invadir nuestro cuerpo y afecta a nuestro sistema inmunológico y al cardiovascular y al final nos enfermamos. Tenemos que trabajar en reducir el ruido”, señaló.

Las Palmas de Gran Canaria, advirtió, “es una ciudad muy ruidosa. Hay diferentes tipos. El ruido del tráfico está generando serios problemas, también el ruido de actividades de restauración que no están debidamente vigiladas ni acondicionadas y el ruido se transmite a las viviendas, cuyos vecinos escuchan incluso las voces de los clientes y la música. Estamos también recibiendo quejas de ruidos de terrazas y veladores, el ruido del ocio nocturno y botellones, así como otras actividades clasificadas como los gimnasios, que no están debidamente acondicionados y generan impactos, o las actividades musicales dirigidas sin ningún tipo de limitación”.

A todo ello se suman los problemas en los edificios, “con vecinas incívicas que no se quitan los tacones al entrar en casa, o que ponen la televisión muy alta, el ruido de ascensores y plazas de garajes, instalaciones aire acondicionado....”. 

La jurista destacó que aunque la gente asocia normalmente la contaminación acústica con el ocio nocturno o el tráfico, “hay un sinfín de fuentes de ruido y la gente es cada vez más consciente de que tiene derecho a reclamar por la vulneración de sus derechos fundamentales. Antes se aguantaban porque no sabían que podían reclamar. Ya sabe que puede reclamar y de lo que se trata hoy es de visibilizar ese veneno invisible, ese problema de salud pública”.

García Viera criticó que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria aún no ha adaptado su ordenanza contra el ruido a la ley estatal de 2003. “Lo que ocurre en Las Palmas de Gran Canaria se replica en muchas ciudades. Los ayuntamientos, que son los competentes, no actúan con la debida eficacia, no son ágiles los procedimientos, no dotan de medios como sonómetos a la policía local. Los expedientes caducan, la gente solicita inspecciones y cuando va la policía, el dueño de la actividad se entera y apagan la música. No se actúa con la debida discreción. Es una tortura soportarlo y es una tortura la reclamación administrativa. Cuando llegan a nuestros despachos ya están enfermos, muchos de ellos por haber intentado reclamar por su cuenta”.

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