HONORES Y DISTINCIONES

Octavio Juan Gómez, el hombre que inventó el Clipper en un garaje

El empresario será reconocido como hijo predilecto de Las Palmas de Gran Canaria a título póstumo el próximo 23 de junio

Pasará a la historia de la ciudad por haber creado el refresco que nunca falta en los hogares canarios cuando hay un encuentro o algo que celebrar

Octavio Juan Gómez, creador del refresco Clipper.

Octavio Juan Gómez, creador del refresco Clipper. / LP/DLP

«Déme un vasito de Clipper». De esta manera, vasito a vasito en las tiendas y bares de la isla, los canarios se fueron engolosinando con la bebida burbujeante con sabor a naranja y fresa, que ha terminado convirtiéndose en ingrediente indispensable de todo encuentro o jolgorio que se precie en Gran Canaria.

Creado en 1956 en un garaje de Ciudad Jardín, el Clipper no existiría sin el espíritu audaz, emprendedor e infatigable de Octavio Juan Gómez, nieto e hijo de navegantes y comerciantes, que siguió la estela de sus ancestros con la creación de múltiples negocios entre los que destaca la invención y comercialización del refresco más icónico de las islas. 

 Además de introducir en España el refresco americano 7up y de crear la fábrica Embotelladora de Canarias, participó en la creación de la consignataria Corporación Iberoafricana, que gestionaba la línea de buques noruega Concordia Lines. Pocos años antes de su prematura muerte, creó la empresa Cumba, que inició la distribución en las islas de los aperitivos Crecs. También realizó una incursión en la industria hotelera, con una participación en la empresa Cordial.

Carismático, generoso, muy querido y muy respetado

Su hija Patricia Juan Fricke, autora del libro Octavio Juan Gómez y la creación del Clipper, lo define como una persona muy carismática, generosa, muy querida y muy respetada. Tenía tanto carisma que todos sus trabajadores estaban muy volcados en la empresa». Y es que según asegura su hija, la única mujer de un total de seis hermanos, «su mundo era la fábrica y muchas veces, en los inicios del negocio, se quedaba por las noches cuando llegaban grandes pedidos de El Aiuun. La fábrica era su familia».

Asegura que su madre, la alemana Bárbara Fricke, está encantada con el título de Hijo Predilecto. «Me dice que por fin se le pone nombre y cara al inventor del Clipper». Y es que Octavio Juan siempre tuvo claro que quería dedicarse a los negocios. Cuando su padre le preguntó qué quería estudiar, él le respondió que lo que realmente ansiaba era montar una empresa. Le alquiló un barco y con él se fue a pescar langostas a las aguas de El Sáhara, en los años cuarenta, en plena posguerra. Sólo duró un año en la pesca de la langosta, porque aunque en Barcelona la pagaban muy bien, el traslado de los crustáceos era muy complejo por la falta de transporte de frío. El siguiente negocio que montó fue una churrería en el Mercado de Telde.

Un camión de Clipper.

Un camión de Clipper. / LP/DLP

Tuvo tanto éxito que instaló con dos hermanos un merendero, que sólo servía churros, café, chocolate y bocadillos. Pero cuando vio que el negocio no tenía mucho futuro, siguió a la búsqueda de proyectos empresariales más ambiciosos. Fue entonces cuando conoció a un señor catalán que le vendió una maquinaria para hacer gaseosa. «Ese fue el origen del Clipper», sostiene su hija, que añade: «habló con su padre para que le dejara montar la fábrica en el garaje», situado donde hoy está la Clínica Santa Catalina, en la famosa casa Mulet, a donde en aquella época llegaban las olas. 

Del Clipper al 7 Up

Comenzó a hacer agua de sifón, hasta que se dio cuenta de que lo que tenía que hacer era una bebida nueva y se marchó a Inglaterra en busca de los productos para hacer un refresco y aprender los rudimentos del negocio. «Volvió con todos las mezclas y todos los hermanos [eran ocho] se reunieron y empezaron a hacer pruebas. Arrancaron con el Clipper de naranja y la primera prueba se hizo en el Club Náutico con los niños. A todo el mundo le gustó», relata Patricia, quien resalta que su padre montó la empresa con su padre y su hermano Mario.

«Al principio», indica, «fue todo muy rudimentario. Acudían todos los vecinos y familiares a fabricar las botellas y a pegar las etiquetas con clara de huevo». Ya con el Clipper viento en popa, Octavio Juan se aventuró en una nueva empresa: la comercialización del 7up en España, tras convencer a los norteamericanos de que lo mejor era hacer una prueba piloto en Canarias. Los americanos le pusieron como condición que tenían que crear una fábrica en condiciones y fue así como nació la Embotelladora Canaria en Escaleritas.

«Siempre fue muy innovador e invirtió mucho para mejorar el Clipper y todos los refrescos que distribuía, entre ellos los de Canada Dry y 7Up, con nuevos tapones, etiquetas, etc. Era de esas personas especiales de las que hay pocas y que tuve la suerte de que me tocara como padre», sostiene su hija, quien destaca que los americanos le ofrecieron comprarle la fábrica, que se valoró en 1.500 millones de pesetas. «Empezaron a negociar y al final se arrepintió. Decía : cómo voy a dejar a toda esta gente tirada, se refería a sus 300 trabajadores, cuando han sido los que han sacado la fábrica adelante conmigo». Juan Gómez pasó su corta vida trabajando de sol a sol. «Empezó a disfrutar de la vida pocos años antes de su muerte. Compró un apartamento en Pasito Blanco y un barquito pequeño para ir a pescar», concluye Fricke.

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