ANÁLISIS

Recuerdo del arquitecto Massanet Faus

La obra del proyectista valenciano pasa casi desapercibida en las reseñas urbanísticas, pese a que es el autor de emblemáticas edificaciones como el kiosko de San Telmo

El arquitecto Rafael Massanet Faus.

El arquitecto Rafael Massanet Faus. / La Provincia

Miguel Rodríguez Díaz de Quintana

Hace escasas semanas aparecieron publicados en La Provincia/Diario Las Palmas unos entrañables artículos que relatan la historia de dos emblemáticas edificaciones que por fortuna se siguen conservando. Uno hacía referencia al atractivo kiosco modernista de cerámica construido en 1923 en el Parque de San Telmo y el otro rinde homenaje a la casa palacio ecléctica levantada en 1922 para la familia Manrique de Lara en la calle López Botas. Ambas construcciones son de la autoría del laureado arquitecto Rafael Massanet Faus, un valenciano que se afincó en nuestra ciudad poco antes de finalizar la primera guerra mundial. A pesar de haber sido uno de los más importantes proyectistas de la primera mitad del siglo XX, su extensísima e importante obra pasa casi desapercibida y pocas veces aparece mencionado su nombre en las reseñas urbanísticas del municipio.

Rafael Massanet Faus nació en Alcoy el 19 de febrero de 1890, hijo de Rafael Massanet Latorre y Milagros Faus Ginés. Muy joven marchó a Madrid para estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura la carrera, que culminó a los 25 años de edad con excelentes calificaciones.

Tras un par de años trabajando en la Península, ganó por oposición la plaza de arquitecto jefe del Catastro Urbano y del Servicio de Conservación de nuestra Isla y llegó a Las Palmas de Gran Canaria en el verano de 1918. Una de sus primeras obligaciones al asumir el cargo fue la comprobación del Registro Fiscal de edificios y solares, «con la obligación de que los propietarios le facilitaran la entrada al aparejador Manuel Díaz Ferrera para comprobar y adquirir los datos necesarios para verificar las tasaciones». Nada más pisar suelo insular, el valenciano formó parte de un grupo de profesionales que creó la necesaria Asociación de Arquitectura, en la que el joven Massanet fue su primer bibliotecario.

El mismo año de su llegada a la capital grancanaria apareció incendiado y desfondado el Teatro Pérez Galdós. De inmediato se encargó a Fernando Navarro y Navarro, que un par de años después sería su suegro, la reconstrucción del coliseo, en la que Massanet colaboraría de forma eficaz junto a su maestro para elaborar los planos de aquel vasto proyecto. Sin embargo, al quedar la obra parada y fallecer repentinamente Fernando Navarro en Madrid, la culminación del teatro la continuaron de manera notable los hermanos Miguel y Néstor Martín-Fernández de la Torre, arquitecto y decorador respectivamente del bello edificio.

Massanet posando con su esposa, Mercedes Navarro Mazotti.

Massanet posando con su esposa, Mercedes Navarro Mazotti. / La Provincia

A partir de su llegada a la Isla, a Massanet se le distingue con las responsabilidades y cargos que nunca ha obtenido otro alarife español. Aparte de arquitecto catastral y jefe superior de Administración Civil, fue el primer presidente y decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Gran Canaria, a raíz de su creación en 1932; arquitecto diocesano, arquitecto de la oficina técnica del Cabildo Insular de Gran Canaria, arquitecto de la Base Naval y del Instituto Nacional de la Marina. Por su sensibilidad artística y gran amor por el progreso urbanístico ingresó como correspondiente en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.

Sería prolijo e imposible de reseñar en estas líneas la ingente producción del proyectista alcoyano, ya que por su competencia y la necesidad de construcciones que se precisaban en el municipio intervino prácticamente en todos los movimientos arquitectónicos de la ciudad. La mano de Massanet era imprescindible en todas las iglesias que por aquellos años se levantan en la isla.

Construcciones eclesiásticas

En San Sebastián de Agüimes fue el autor de la actual balaustrada superior con perillones que corona los contrafuertes, templo que adquiere la calificación de Monumento Histórico Artístico Nacional en 1940. En la parroquia del Pino de Teror también dejó una huella imborrable, mientras que en la de San Juan de Arucas dictaminó que había que desmontar los florones y pináculos de las torretas ya instalados porque consideraba que estaban inseguras y peligraban desplomarse, por lo que era preciso que se reforzaran y garantizaran su conservación. Diseñó la nave del Evangelio y sustituyó las columnas de la nave de la Epístola de la iglesia claretiana del Corazón de María entre los años 1925 y 1930 y, de igual modo, fue el responsable de levantar nuevamente la popular ermita de los Reyes de Vegueta, que por su antigüedad se había desplomado pocos años antes.

El alarife intervino en casi todos los movimientos arquitectónicos de la ciudad por la necesidad que existía de proyectar nuevas construcciones

Otro de los magníficos templos de su autoría es la iglesia y convento de los padres franciscanos de la calle Perdomo, en cuya hornacina del frontis aparece la escultura del místico religioso de Asís con un niño a su lado. De forma anecdótica, sirvió de modelo para realizar la figura del infante el adolescente vecino Pedro Cullén Figueroa. Su magnífico y primigenio proyecto para levantar la iglesia de Santa Teresita en el barrio de los Arenales, lamentablemente, no se llevó a cabo.

En otro orden de cosas, también es autor del primer instituto de enseñanza media, de la primera casa de correos, de la escuela salesiana de Teror, de numerosos grupos de viviendas del patronato benéfico Francisco Franco, y del hotel Las Caracolas, que fue uno de los primeros establecimientos turísticos de la Playa de Las Canteras.

Consorcio de renombre

Planificó y redactó múltiples proyectos en solitario a lo largo de las décadas de los años 20, 30, 40 y 50 por todos los rincones de la ciudad y por muchos pagos del resto de la isla, como es la magnífica hacienda bellamente ajardinada de Juan Escudero del Castillo en la Vega de Santa Brígida. Después trabajó en un proyecto conjunto con otros arquitectos de prestigio que, de igual modo, elaboraron y ejecutaron numerosos edificios. En este consorcio sobresalían nombres como Fernando de la Escosura, Fernando Delgado, Antonio Cardona, Manuel Roca, Fábregas Gil, Luis Doreste Chirino y un largo etcétera.

Aparte de la novedosa línea que Massanet introdujo en la ciudad, modernista, ecléctica y del llamado art nouveau, don Rafael también se familiariza con la arquitectura tradicional canaria, introduciendo en sus proyectos la piedra de cantería de Arucas, los tallados característicos isleños de madera y con innovaciones de la arquitectura racionalista en arcadas, barandillas, puertas y ventana.

Por destacar algunas de sus atractivas obras que siguen siendo referentes indiscutibles del patrimonio arquitectónico del municipio, subrayar que aparte del citado kiosco modernista de la esquina del Parque de San Telmo fue a su vez autor del emblemático Kiosco de la música en el centro del mismo lugar; de la balconada cerrada de la Comandancia de Marina de la Plaza de la Feria, del inmueble que es hoy sede distinguida del Gobierno de Canarias en la calle Camilo Saint Saens, así como de otras casas notables tanto del barrio de Triana, de Ciudad Jardín, como del margen del Barranco Guiniguada, entre las que sobresale la de la Fundación Universitaria.

Casado el arquitecto a los dos años de su llegada con la hija del que consideraba su profesor e instructor, Mercedes Navarro Mazotti, de la coyunda nacieron dos hijos: María Araceli y Rafael, que le darían al abuelo una espléndida estirpe de nietos.

El arquitecto falleció en su bella residencia de la calle Brasil de Ciudad Jardín, que también fue de su autoría, el 17 de febrero de 1966. Murió precisamente a punto de cumplir los 76 años de su laboriosa existencia.

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