Opinión | Reseteando

Esta ciudad no es para César Manrique

La ruina progresiva a la vista de todos suele ser un síntoma de lo males que nos rodean, o de lo mal que lo hacen los encargados de dirigir la orquesta. Esta ciudad no sólo no tiene ninguna obra de César Manrique, sino que la única que tenía, un Juguete del viento, se abandonó a expensas de la corrosión marítima y como criadero de los insectos que ahuevaron en paz entre los mecanismos de la pieza artística. Nada menos que seis años estuvo la escultura dañada metida en un almacen municipal. La destrucción consentida al borde del mar y el abandono, ambos, constituyen gestos miserables para con la historia del arte, la cultura e irrespetuosos con el artista lanzaroteño. Pero en los despachos oficiales abundan los ignorantes, centollos que vieron en el Juguete del viento una veleidad, algo de quita y pon, un desparrame masturbatorio más. Da igual de dónde venga, aunque sea del creador que más ha influido en la sociedad civil canaria a través de su mensaje regeneracionista con el paisaje y la arquitectura. El encargo de una reproducción para paliar el desastre podría ser un final feliz, sobre todo si se hace abstracción del tiempo en que la escultura ha estado ausente de la plaza de La Puntilla y de la falta de interés -en cadena- por resolver el expediente. Al final, pagamos todos, los políticos bendicen la copia y el maltrato queda subsumido bajo las capas del orgullo patriótico de los que con su varita mágica permiten la destrucción y la reconstrucción. Difícil binomio, pero cierto. Manrique siempre lamentó que no cuajase ningún proyecto suyo para Las Palmas de Gran Canaria, aunque lo intentó con El Confital. Esta ausencia, auque fuese de manera testimonial, recibió como premio de consolación el Juguete del Viento, cuyo deterioro a la vista de todos y su posterior desaparición se une a otras bestialidades bochornosas entre las ques nos acostumbramos a habitar. Entre la sequedad cultural y la falta de riego, subrayo el secuestro de la obra de Néstor con un museo cerrado a cal y canto, en trámite desde hace cuatro años. Otro juguete dislocado.

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