Tropezones

Breverías 126

Un ejemplar de ciervo.

Un ejemplar de ciervo. / El Periódico de Extremadura

Lamberto Wägner

Lamberto Wägner

Espero que me perdone mi buena amiga M.S. si me permito pisarle una anécdota que le ocurrió visitando mi tierra, en un viaje en coche por el norte de Suecia. De hecho no es lo que le ocurrió, el atropello de un ciervo que se le cruzó en el camino, sino el relato del incidente a una amiga suya. Poco acostumbrada a relatos nórdicos de colisiones con alces o ciervos en carretera, le entendió su amiga que habían atropellado no a un ciervo... ¡sino a un ciego! Y se pueden imaginar los ojos como platos de la amiga, ante el truculento relato del enorme golpe contra el coche, y el pobre ciego rebotado a la cuneta, cubierto de sangre. Y las dudas de mi amiga sobre si rematarlo ante las evidentes muestras de dolor, o abandonarlo a su suerte al no parecer que fuera recuperable. Afortunadamente decidieron no sacrificarlo sino avisar por uno de esos puestos de carretera de S.O.S. al servicio de recogida de ciegos heridos, que tomaron nota del punto kilométrico del incidente, desentendiéndose así la conductora del percance, reanudando alegremente su viaje. A la amiga, ya aclarado el malentendido, le costó un tiempo recuperarse del susto, pero me ha dicho «que se la tiene guardada a M.S»

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Estaba pergeñando una brevería sobre las vicisitudes de un familiar mayor a la hora de burlar las emboscadas digitales que le suelen acechar en el manejo obligado de su ordenador. Y siendo ya su edad pasada los ochenta, no me quedaba sino calificar su estado como «viejo». Pero claro, la palabra tiene cierta carga peyorativa, y yo lo que quería aclarar era la falta de práctica de su generación en el uso de herramientas digitales, y no el peso de los años. Porque si apelo al calificativo de «anciano» todavía suena peor. Así que consulté a la RAE, para buscar una denominación más aséptica, hallando «senectud» como sinónimo de vejez. Pero claro, el adjetivo correspondiente viene a ser «senil», que me lo pone más difícil todavía. Aunque si senectud viene definida como «período de la vida humana que sigue a la madurez», ¿no sería «postmaduro» la solución a mis cuitas?

El caso es que ni echando mano de algún barbarismo tipo «senior», ni utilizando la palabra viejo en el sentido tierno y respetuoso que se gastan los jóvenes actuales con sus progenitores, consigo obviar el decrépito matiz del calificativo.

Así que he decidido utilizar una perífrasis, describiendo al susodicho como el «néstor de la última generación analógica».

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Y hablando de séniors, uno tampoco se libra de los estragos del dios Cronos. El otro día, sin ir más lejos yo mismo, que peino más de una cana, sufrí en mis propias carnes el comentario despectivo por tanta juventud acumulada. Alegando con el que yo creía ser amigo mío el inmisericorde paso de los años y mis últimos achaques, se despachó con esta pequeña maldad: «Pues nada, háztelo mirar, y no dudes en consultar a tu geriatra».

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