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Muerte de Jerónimo Saavedra: Política, renacimiento e ilustración

Célebre fue su etapa como director del Colegio Mayor San Fernando, en La Laguna, conocido por su pluralidad y por inmiscuirse en la política en un tiempo en el que estaba mal visto

Jerónimo Saavedra.

Jerónimo Saavedra. / C. P. L.

Antonio Cacereño

Antonio Cacereño

En una ocasión tuve la deliciosa suerte de encontrar un cuadernillo editado en los años ochenta, o tal vez antes, por el PSOE y titulado Jerónimo Saavedra. El compromiso constante. Apuntes para una biografía. Me resulta de recomendable lectura. Descubrí que Jerónimo Saavedra Acevedo nació en verano de 1936 pocos días antes del golpe de Estado del 18 de julio, en un tiempo pleno de incertidumbres. Recorrí los lazos de su familia con La Palma, Las Palmas de Gran Canaria -principalmente el eje Triana-Vegueta-, el Norte de Gran Canaria, -Guía y, principalmente, la mágica y reconfortante Agaete-, o Fuerteventura. Encontré a una familia relacionada con el comercio textil y el puerto, donde mantuvo negocios de pescado de liña y nasa, primero, y de langosta viva, después. De él supe que estudió en los Jesuitas, donde no se cantaba el Cara al Sol, pero se inculcaban valores como la emulación, el trabajo bien hecho, la competitividad y un cierto clasismo que en principio no parece coincidir con un socialista. Claro que Saavedra era una suerte de dandi en un PSOE al que se vinculaba más al comienzo de la democracia con la chaqueta de pana con parches en los codos que a su estilo tan renacentista y tan ilustrado.

En ese colegio muy cerca de su casa de Vegueta, la que creo que siguió siendo su casa hasta el final de sus días, pero no estoy seguro, comenzó a surgir ese vínculo suyo con las artes, sobre todo la música y la literatura. Fue en sus visitas a la Librería Hispania donde conectó con literatura prohibida, y no me entiendan mal, me refiero a literatura mal vista por el dictador Francisco Franco y su régimen de acólitos. Hablo de libros editados por entonces en castellano en países del Sur de América, fundamentalmente México, al que tanto seguimos debiendo y ya ni siquiera agradecemos tanta acogida en los días del exilio. Ya saben de qué tipo de letras hablo. La literatura francesa de los 40, Jean Paul Sartre y Albert Camus y la Generación del 27: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Emilio Prados, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre,... Y desconozco si también Ernestina de Champourcín, María Teresa León, Concha Méndez, María Zambrano, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Margarita Gil,...

En 1953 comienza a estudiar leyes en la Universidad de La Laguna y en 1956 se traslada a Madrid para terminar sus estudios. En un periplo que discurre entre 1956 y 1970 va de Madrid a Colonia, Madrid de nuevo, Florencia y vuelta a Madrid. Durante todos esos años, desde que llegara a La Laguna y más adelante volviera, traba lazos con profesores, amigos, exiliados y gentes que le proporcionan una formación vinculada a corrientes de pensamiento nacional e internacional en lo cultural, en lo político y en lo profesional. Y profundiza en sus pasiones, la cultura y la política.

Edificó un partido con cuadros muy preparados. Lástima que la individualidad mal entendida impidiera en no pocas ocasiones el trabajo en equipo y acabara por espantar el talento

En 1970 regresa a La Laguna para impartir la asignatura de Derecho del Trabajo. Célebre fue su etapa como director del Colegio Mayor San Fernando conocido por su pluralidad y por inmiscuirse en la política en un tiempo en el que eso estaba mal visto. En aquel centro de fama autogestionaria y donde conocerá a muchos estudiantes que más adelante se convertirán en destacados cuadros de la formación política con la que hizo historia llega a ocurrir que tiene que llegar a acuerdos con los propios alumnos para que escondan en lugar seguro las multicopistas, las legendarias vietnamitas, y el resto del material subversivo para salvar la pervivencia del centro y de su ambiente de libertades, hitos superiores a las protestas volanderas. No está el horno para demasiados bollos y los registros de la Policía Armada son cada vez más frecuentes.

Tras su vuelta a Canarias lo vemos cada vez más comprometido con la consecución de la democracia y la autonomía, el impulso al PSOE -bajo su dirección llegaría a conformarse como Partido Socialista Canario-PSOE- y la UGT, el desarrollo del REF y de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la construcción de la Comunidad Autónoma de Canarias y en definitiva de la región. Fue un líder regional, posiblemente el primero que se vio por estos islotes perdidos en ultramar, y jugó un papel decisivo en la historia reciente de Canarias. Participó con ahínco en la construcción de proyectos trascendentales para el conjunto de las Islas y en la gestación misma de la moderna idea que tenemos de Canarias.

El partido que edificó fue durante mucho tiempo el único con una visión amplia del Archipiélago y con cuadros técnicamente muy preparados. Lástima que la individualidad mal entendida impidiera en no pocas ocasiones la consolidación de los equipos y acabara por espantar al talento. Había gentes de todas las edades y condición. Género, en menor medida, pero no creo que ningún partido ni gobierno de la época, resistiera un solo pase por las exigencias de la sociedad actual. Con todo, fue la primera fuerza política en imponer manu militari la presencia de mujeres en puestos electorales de salida y en cargos de responsabilidad pública.

No olvidemos que fue un oráculo socialista hasta sus últimos días. Algo tuvo que ver en todo lo que ha hecho el PSOE. Para bien y mal. Fue una fuente de consulta obligada tanto en la travesía del desierto como en la de los días de vino, miel y rosas. Frente a las riñas de navaja y puñal a las que siempre ha sido asiduo el guerracivilismo socialista siempre optó por el florete. Desangraba sí, pero con estilo.

Desprendía y practicaba valores renacentistas. Humanismo, escepticismo, individualismo y defensa del saber y el conocimiento frente a la ignorancia, el fanatismo y el dogmatismo. Era también un claro hijo de la ilustración apegado a la tolerancia, la libertad, la igualdad y la justicia.