Reseteando

Hay que liberar a esa mujer del ‘burka’

Javier Durán

Javier Durán

Cae un sol tan radiante sobre la carretera que son necesarias las gafas del sol y el parasol. Es un día laborable y el verde de los restos de la Selva Doramas domina el paisaje. Avanza delante una guagua escolar de la que brotan alegres, en cada parada, pequeños grupos de niños que abrazan a sus padres nada más bajar del vehículo. Esta instantánea nos lleva a imaginar una felicidad rural, donde la naturaleza y el duro trabajo de campo marcan la agenda diaria, quizás hasta para estos alumnos que vuelven del colegio. La placidez queda en suspenso: una mujer aparece en escena vestida de negro de arriba a abajo, con el rostro tapado con un burka abierto con un rectángulo a la altura de los ojos. No se une al resto de padres, sino está en la acera de enfrente. El hijo cruza la vía y saluda a su madre. Nos quedamos congelados. No esperábamos en modo alguno esta tipología de vestimenta de raigambre religiosa, de uso entre musulmanas, en aquel paraje cumbrero. De inmediato, a remolque de la guagua escolar, se establece un debate sobre la mayor o menor integración en el pueblo de aquella mujer cubierta por autoprescripción religiosa. ¿Qué pensarían sus vecinos?, nos preguntamos. Y a partir de ahí se empezó a hablar de las prohibiciones que avanzan en una gran mayoría de los países europeos, principalemente en Francia, sobre el burka, considerada una prenda que ataca a la integridad de la mujer como un símbolo de dominación, de castración a la hora de mostrar libremente su cuerpo. Todo ello muy cerca del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, celebrado el sábado a lo largo y ancho del país. La guagua de los colegiales volvió a frenar, y de nuevo la fiesta en el arcén de la carretera. Salida a la libertad del campo, las niñas con sus rostros descubiertos, sin ningún rastro de represión en las ropas, dispuestas a comerse el mundo, subiendo cada vez más y más puntos en su educación para ser libres. Hay que liberar a esa mujer del burka, afirmaron desde el sillón de atrás. El sol despilfarraba luz sobre los cercados de papas.

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