Opinión | Tropezones

¿No fumas inglés?

«Saber reírse de uno mismo» es sin duda una de las virtudes del canario, sobre todo cuando pintan bastos, y es capaz de darle la vuelta a su infortunio con un humorístico giro masoquista.

Pepe Monagas, el pícaro canario

Pepe Monagas, el pícaro canario / Alberto García Saleh

Nadie pone en duda la importante huella dejada por los ingleses en Canarias, a raíz de su intensa actividad comercial en las islas desde mediados del siglo XIX, complementada décadas más tarde con una presencia turística que dura hasta nuestros días. Del idioma nos han dejado palabras como el naife (en inglés «knife»), el queque (cake), fonil (funnel), guagua (onomatopeya importada de Cuba, donde rodaban los autobuses de la Washington and Walton Company, familiarmente denominada Wa &Wa), y nombres genéricos como el choni (sacado del paradigmático turista británico Johnny). También en denominaciones como «las aguas de los ingleses» (las de abasto de la City Power Co. inglesa) ya olvidadas, como empieza a serlo asimismo la Unelco (Union Electric Co.) en el suministro eléctrico. Incluso el gentilicio «inglés» ha sido adoptado en muchas expresiones que a través de anécdotas vernáculas se han convertido en autóctonas, como «el inglés no tiene buen principio», o «¿no fumas inglés?»

Pero hay un aspecto que tal vez no se haya destacado tanto, pero que creo ha marcado, o por lo menos reforzado el sentido del humor canario: el humor inglés. Me permitirán que lo enfoque al revés. Uno de los mayores conocedores del humor británico, George Mikes, resume en su libro «Humor inglés para principiantes» sus tres características fundamentales; el «understatement» (pongamos que en sentido irónico una exageración a la inversa), «laughing at yourself» (saber reírse de uno mismo) y «cruelty» (la crueldad).

El «understatement» (literalmente subestimación) creo que casi forma parte del carácter del isleño: hasta cuando tiene que ensalzar algo, reprime su entusiasmo y te asegura que «me ha gustado bastante», huyendo de la hipérbole. Lo que tiene su reflejo en el humor, donde impera la socarronería, la lectura entre líneas o la retranca.

«Saber reírse de uno mismo» es sin duda una de las virtudes del canario, sobre todo cuando pintan bastos, y es capaz de darle la vuelta a su infortunio con un humorístico giro masoquista.

Por supuesto que la tercera particularidad no pega ni con cola con el carácter cariñoso, algo fatalista y resignado del canario, que antes que herir, prefiere poner el estrambote humorístico a una situación, apabullando con un certero sarcasmo.

Sea como fuere, el humor canario, con esa vis costumbrista añadida tan enriquecedora, goza de buena salud. Y como botón de cierre les propongo uno de los famosos cuentos de la pluma de Pancho Guerra, tan magistralmente protagonizados por Pepe Monagas.

De cuando a Pepe Monagas se las cobró un inglés.

El cuento nos muestra a Pepe Monagas en su faceta de cambullonero, colándole desde su bote a un marino inglés en la cubierta de su barco un pájaro canario cojo, alejándose rápidamente al percatarse que el inglés había descubierto el engaño, y gritándole a modo de disculpa:»¿Usté pa qué lo quiere? ¿Pa cantá o pa bailá?» Pero claro, el inglés se la tiene guardada, y en uno de sus viajes regresa al puerto de la luz, y camuflando su rostro se reencuentra con nuestro héroe, al que le propone un negocio, una compraventa de una cadena de barco, a muy buen precio. Siendo el trato semi clandestino, la entrega ha de hacerse desde la popa del barco al bote. Pero a la hora de proceder al trasbordo, resulta ser una señora cadena, con eslabones «como molleros de hombre» y el inglés venga a soltar cadena, y Pepe a gritar: «¡no más caena Míster, no más caena!» hasta llenarse de agua el bote de Monagas, que desesperado le espeta;» como agarre un catarro por amor de la mojaúra esta, te las voy a cobrar, que tú serás inglés, pero sos un jediondo».