Universidad

La letra pequeña de los sistemas antiplagio

El director del Campus Virtual de la ULPGC, Norberto Ramos, analiza los sistemas de detección del plagio académico y señala la necesidad de dotarlos de inteligencia artificial

Copiar y pegar pasajes de texto de una única fuente sin modificarlos, es uno de los cinco tipos de plagio más frecuentes.

Copiar y pegar pasajes de texto de una única fuente sin modificarlos, es uno de los cinco tipos de plagio más frecuentes. / LP/DLP

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria cuenta con una herramienta implantada en 2019 que comprueba la verificación de la originalidad de contenidos docentes y científicos y que permite revisar los textos a publicar y minimizar la eventual comisión de plagio. Dicho software digital compara las publicaciones con su extensa base de datos generando, como resultado, un informe de similitudes o coincidencias del que puede hacer uso el sujeto responsable de la publicación para identificar un posible caso de plagio. Este, y el resto de sistemas que hay en el mercado, son una herramienta de ayuda al docente que les «avisa» sobre la necesidad de indagar en determinados trabajos. Sin embargo, su fiabilidad aún es limitada y todos precisan del criterio subjetivo del profesorado para confirmar si se trata de un texto original o copiado. Así lo afirma Norberto Ramos, director del Campus Virtual de la ULPGC, del Vicerrectorado de Grados, Posgrados y Nuevas Titulaciones, que analiza los pros y los contras de los sistemas antiplagios actuales, al tiempo que señala la necesidad de dotarlos de inteligencia artificial (IA) para que distingan más allá de las coincidencias textuales.

El profesor Ramos cita como uno de los principales problemas de las herramientas antiplagios, la facilidad para malinterpretar sus resultados. «Si pasamos un artículo por la herramienta y te dice que tiene una coincidencia textual del 30%, normalmente todo el mundo piensa que está plagiado en un 30%, pero no, eso simplemente es que hay coincidencias de palabras que sumadas dan un 30%, lo cual no es relevante. Ese es un problema de estos sistemas, que la gente malinterpreta que el 30% está plagiado. Por lo tanto, es necesario que el profesor mire y decida si hay plagio o no, si lo que canta la herramienta es una copia o simplemente coincidencia de texto», subrayó el experto.

Base de datos

El análisis a través del software antiplagio sólo es obligatorio en las tesis doctorales y opcional por parte del profesorado en el resto de trabajos. El documento se coteja con miles de millones de páginas de contenido activo y archivado de internet, con un depósito de trabajos enviados previamente al software antiplagios, y con un depósito de decenas de miles de periódicos, diarios y publicaciones. Es normal que el documento coincida con parte de la base de datos. Si el autor ha utilizado citas y sus referencias son correctas, habrá casos donde se encuentre una coincidencia. Los porcentajes de similitud simplemente dan a conocer potenciales áreas problemáticas en el trabajo.

«Normalmente la herramienta da mucha coincidencia de plagio cuando realmente no lo es», advirtió Norberto Ramos, y apuntó que un porcentaje de coincidencia de entre el 20 y el 30% es considerado como normal. «De hecho, si en una tesis doctoral, por ejemplo, no tienes entre un 20 y un 30% de coincidencias, la tesis no está bien porque no has citado adecuadamente las fuentes que la sustentan. Cuando el trabajo está entre el 20 y 30%, le echo un ojo para comprobar que no sea una copia literal, pero normalmente está bien».

El análisis en busca de posibles copias es opcional, excepto en tesis doctorales, que es obligatorio

El director del Campus Virtual de la ULPGC matizó que, por regla general el problema viene cuando el porcentaje de coincidencias es superior al 30% e, incluso, cuando es inferior al 10%.

Lo positivo de los software antiplagios es que legitiman al profesor a la hora de rechazar el trabajo. «Antes, el docente tenía que justificar el plagio y el estudiante podía poner en duda dicha decisión, pero ahora, automáticamente el profesor no tiene que discutir con el alumno, porque la herramienta antiplagio dice que el texto está plagiado e incluso podría dar las fuentes de donde se ha copiado».

La aplicación de detección del plagio en internet que utiliza la ULPGC, fue suscrita para la comunidad universitaria desde 2019. El programa analiza las publicaciones científicas con su base de datos, generando como resultado un informe de similitudes o coincidencias, que sirve como identificador de un posible plagio. No obstante, ya han iniciado la búsqueda de un sistema más eficaz, que no se apropie del trabajo, y cuyo entorno sea más fácil de manejar, más intuitivo. Una búsqueda en la que se encuentran la mayoría de las universidades.

Se considera normal cuando la herramienta antiplagio da entre un 20 y 30% de coincidencia textual

«Actualmente estamos haciendo una investigación para localizar otro producto que sea suficientemente fiable, e incluso miraremos qué capacidad tiene de detectar si el trabajo ha sido escrito utilizando sistemas de inteligencia artificial, algo imprescindible, tal y como comentamos en los foros de las universidades». Ramos apuntó que en la actualidad hay muchos trucos para saltarse el antiplagio, y aunque las herramientas ayudan, «no te puedes fiar, hace falta el análisis detallado del profesor».

En este sentido, el director del Campus Virtual de la ULPGC señaló que los sistemas antiplagios necesitan el uso de la inteligencia artificial, para que vayan más allá de la detección de coincidencias. «Es fundamental que esas coincidencias las analice algo equivalente a un humano, y la inteligencia artificial lo que hace es imitar los patrones humanos, porque la enseñamos para que nos imite lo mejor posible, y al imitarnos, va a ser capaz de darnos información que no estaba ahí originalmente o que estaba, pero no era fácil de ver. Eso es lo que les falta a los sistemas antiplagio, que sean más inteligentes, que no hagan simple coincidencia textual, sino que detecte el plagio», concluyó Norberto Ramos.

La clave: citar a las fuentes

La RAE define plagiar como «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias». Según señala el sistema antiplagios de la ULPGC, «cuando usas como propias las ideas, las palabras o el trabajo de otra persona, sin hacer constar la fuente de donde proviene esa información, estás plagiándolos. Cualquier contribución, independientemente de que sea de acceso libre o gratuito, tiene una autoría y no puede usarse sin permiso», y advierte que plagiar no es «ético» al tratar de hacer pasar una obra propia sin serlo, y es «ilegal» porque se incumplen los derechos de autoría de las obras, «atentando contra sus derechos morales y patrimoniales, y esta acción puede suponer un delito». La principal clave para evitar incurrir en un plagio, es citar siempre a las fuentes (libros, artículos, páginas web...) empleadas para realizar el trabajo. | M. J. H.

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