La batalla contra el acoso escolar que se libra desde las aulas en Canarias

La falta de tiempo y de recursos limita a los docentes para ejercer la enseñanza y, a su vez, mejorar la convivencia entre el alumnado y prevenir contra el bullying

Un niño con un cartel de stop bullying.

Un niño con un cartel de stop bullying. / José Luis Roca.

Iván Alejandro Hernández

Iván Alejandro Hernández

El pasado 2 de mayo, con motivo del Día Internacional contra el Acoso Escolar, la Consejería de Educación del Gobierno regional aseguraba que se había reducido el bullying en las Islas un 31% respecto al mismo periodo del curso pasado (1 de septiembre al 1 de marzo): 16 casos confirmados de un total de 145 denuncias, por los 23 y las 256 del anterior. El área que dirige Poli Suárez relacionó el descenso a la introducción desde el curso pasado en todos los centros de las Islas de una persona coordinadora para el bienestar y la protección del alumnado, que facilita la prevención, detección, intervención y acompañamiento en posibles casos.

Soledad Otero ejerce como coordinadora para el bienestar y la protección del alumnado en el IES Sabino Berthelot (El Sauzal, en Tenerife) a la par que da clases de Geografía e Historia. Formada en convivencia, su labor se centra principalmente en trabajar con un equipo en la prevención, por ejemplo, con la figura de un tutor afectivo; con la detección del alumnado que ha presentado conflictos en cursos anteriores; con actividades de cohesión en grupos pequeños o con recreos activos que fomenten las relaciones interpersonales.

"Se trabaja con posibles víctimas y agresores", explica Otero, quien enfatiza la escucha y la protección a quienes sufren las agresiones y, respecto a los bully, la intención es que reflexionen y tomen conciencia del daño que acarrean las consecuencias de sus actos. De forma paralela, se dialoga con los denominados observadores, es decir, los compañeros que de forma indirecta también vivencian esas situaciones, y con las familias. "Se trabaja en cohesión e integración. (...) Es fundamental trabajar con los sentimientos y simulaciones y hacer mucho acompañamiento", incide Otero.

Falta de tiempo

En este sentido, también reivindica la importancia de la formación entre el profesorado y acudir al Servicio de Prevención y Ayuda contra el Acoso Escolar (Spacae) de la Consejería, además de celebrar medidas paralelas como talleres o charlas que ayuden a sensibilizar sobre el acoso escolar. Sin embargo, el principal problema al que se enfrentan desde los centros es a la falta de tiempo para poder compaginar ambas funciones de forma efectiva, es decir, la docencia y la gestión de la convivencia (que supone una carga adicional que realiza de forma voluntaria sin recibir ninguna retribución extra)

"Los coordinadores tenemos unas horas dedicadas a la convivencia, pero no son suficientes, nos faltan horas", explica Otero, ya que la detección de los casos de acoso escolar no es una tarea sencilla y requiere más recursos. Aunque a su vez añade que "la Consejería tiene mucho empeño en que esto funcione".

Como ejemplo, expone la celebración de las jornadas Educar para el bienestar dirigidas al profesorado vinculado con la mejora de la convivencia, donde un profesor de Castilla La-Mancha expuso un programa en el que incluían la figura del tutor afectivo cuya función consistía en trabajar en el aula y prestar apoyo al profesorado. "Eso sería muy bueno porque podría ayudar a gestionar mejor cómo damos clase en el aula. A veces, tan solo hay un docente para más de veinte alumnos y se hace muy difícil poder verlo todo", lamenta Otero.

De conflicto a acoso escolar

Además de la capacidad para detectar el bullying, también influye en los datos que aporta la Consejería lo que esta considera como acoso escolar. "Para que sea acoso, la intimidación o el maltrato debe darse en un contexto de desequilibrio de poder, es decir, la víctima se encuentra en evidente inferioridad respecto a quienes le agreden; luego, el alumnado que acosa tiene que tener intencionalidad y especialización -se dirige a la víctima de forma intencionada- y, también, que haya una cronicidad, es decir, que se produzca de forma continuada. Ya sea humillar, someter abusivamente, físicamente, verbalmente o socialmente", especifica María Elena Díaz, técnica de la Consejería de Educación especialista en temas de convivencia.

Cuando se detecta un caso de acoso escolar, se activa un programa de seguimiento y acompañamiento con el que se concretan los recursos necesarios para velar por la seguridad de la víctima a la par que se realiza un acompañamiento y un seguimiento de todo el alumnado implicado. Todos los posibles casos son estudiados por la comisión territorial de acoso escolar. Durante el curso 2022/2023 se abrieron en Canarias 343 expedientes por posible acoso escolar, de los que finalmente se confirmaron 36. 

"Cuando las cifras descienden y se mantiene una tendencia a la baja tanto en las solicitudes como en las confirmaciones de casos de acoso, detrás hay una estrategia de prevención de la Consejería a través de proyectos y programas y una red interna de distintos roles en el centro educativo", concluye Díaz.

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