Jinámar se prepara en familia para la vuelta a las aulas

Unos 140 niños y unos 30 voluntarios participan esta semana previa al inicio del curso escolar en una edición extraordinaria del campamento Construyendo Comunidad en Familia

Madres, abuelas y jóvenes del barrio trabajan de forma voluntaria para ofrecer a los más pequeños un espacio lúdico en la recta final del verano

Conseguir que los niños y adolescentes vuelvan a acostarse temprano para madrugar, desayunar en condiciones y recuperar las rutinas perdidas en el mes de agosto puede ser un verdadero reto para las familias, y por este motivo en el barrio de Jinámar, en Telde se han inventado una semana de adaptación a la vuelta a las aulas que implica a madres, abuelas y jóvenes del barrio.

Desde finales de junio hasta finales de julio, el espacio comunitario situado en el Invernadero del Parque de Las Mil Palmeras, en Jinámar, acogió una nueva edición del campamento urbano Construyendo Comunidad en Familia y cuando ya enfilaba los últimos días un grupo de madres compartió con la organización su preocupación acerca de cómo iban a organizarse durante el resto del verano para que sus hijos pudieran pasárselo bien en un buen entorno y no perdieran los hábitos adquiridos.

Esa preocupación fue el germen de esta inciativa. Inicialmente se creía que podrían animarse unos 40 menores, pero finalmente se han sumado 120, además de 30 voluntarios entre madres, abuelas y jóvenes del barrio que se han ido involucrando en los campamentos urbanos estivales año tras año. En julio se inscribieron 276, una prueba de que es una cita ya consolidada.

Xiomara Hernández, una de las coordinadoras del proyecto promovido por el Instituto Bahá´í de Capacitación y Desarrollo Comunitario en estrecha colaboración con otras entidades del barrio y el Ayuntamiento de Telde, explica que tras el descanso de los colaboradores altruistas se ha retomado el campamento esta semana previa al inicio de las clases favoreciendo, además la conciliación familiar. Y como en verano, los voluntarios han contado con la ayuda de empresas y entidades del barrio para ofrecer desayunos y almuerzos a los participantes. 

Intergeneracional

Rosi es una de las vecinas de Jinámar que cada día madruga para ir al campus, una oportunidad para sentir que contribuye a la mejora de su barrio pero también para disfrutar con sus nietas Daniela y Vaitiare. Asegura que se ha encontrado «una familia en todas las personas que ofrecen su tiempo para que estos niños tengan un futuro el día de mañana y no estén tirados en la calle». Confiesa que ha atravesado una etapa emocional delicada y que aportar su grano de arena a este proyecto le ha «devuelto la esperanza». 

La experiencia de Ana, otra de las abuelas Jinámar, es tan positiva que tiene el deseo de que las personas del barrio se reúnan para ver cómo sacar a los niños de las calles para ofrecerles actividades como estas en las que pueden hacer amigos y realizar actividades conjuntas. 

Importante es también la implicación de los chicos y chicas que forman parte del proyecto Jóvenes Líderes Comunitarios que en su mayoría han creado vínculos con el proyecto a través de su participación en los campamentos. Ellos, que fueron beneficiarios son ahora monitores voluntarios.

Es el caso de Beneharo, que confiesa que le cuesta levantarse, pero lo hace porque está muy motivado, y Gabriela que aspira a estudiar Educación Infantil y destaca que en iniciativas como estas «se enseñan cosas tan importantes como hábitos saludables, virtudes o derechos humanos, que les ayudará en el futuro».

A quienes no les cuesta levantarse temprano son a los más pequeños, como Lamín o Dámaris, que están encantados por tener un espacio para «hacer cosas divertidas, pintar y bailar» y compartir un rato con amigos de todas las edades. 

El espíritu del campus queda reflejado en una frase que llevan todos en su camiseta: El mejoramiento del mundo puede ser logrado por medio de hechos puros y hermosos, por medio de una conducta loable y correcta.

Salud integral y comunitaria

El campus de esta semana gira en torno a la salud integral y comunitaria, así que todas las actividades lúdicas, artísticas o deportivas se centran en fomentar entre los participantes hábitos que la favorezcan, como la alimentación, la práctica de ejercicio físico, conectar con la naturaleza, la meditación, el cumplimiento de las leyes o la participación activa en los procesos de construcción de sociedad. 

Yoga para empezar el día

La jornada de esta edición extraordinaria del campamento urbano Construyendo Comunidad en Familia comienza cada día con una sesión de yoga y meditación, con la lectura de textos relacionados con la salud integral y comunitaria. A continuación, participan en el taller Música y movimiento, en el que bailan temas como la Cumbia del bientratar o Yo tengo un cuerpo y lo voy a mover.

A partir de ahí se desarrollan numerosas actividades como sesiones de cuentacuentos, repostería y comida, arte, juegos cooperativos y deporte. 

Hoy dejarán el parque de Las Mil Palmeras para disfrutar de una jornada de convivencia en El Bailadero, en el barrio de San Francisco, con las familias.