Un barranco sin rabo en Telde

Más de una decena de jóvenes del municipio acude semanalmente desde hace unos meses al Barranco Real de Telde para eliminar de su cauce el rabo de gato, una planta invasora que ‘roba’ espacio a otras especies endémicas, en el marco del proyecto Ancestros de Futuro de la fundación Aflora. 

Un legado

Uno de sus coordinadores, Daniel Sancho, detalla que con esta iniciativa se pretende aprovechar el voluntariado de jóvenes y adolescentes para que se conviertan «en personas conscientes del legado que pueden dejar tras de sí» en cuanto al medioambiente. 

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Para ello, se recurre a «la realidad más cercana» y a un lugar como el Barranco Real, que siempre ha estado muy ligado a la sociedad teldense, una unión que han perdido los jóvenes, que «desconocen sus riquezas y biodiversidad», que peligra, precisamente, por la presencia masiva de especies como el rabo de gato. 

Centros educativos

Ahora, además, están recorriendo los institutos de Secundaria del municipio para presentar el proyecto y el alumnado, dentro de las actividades prácticas de Biología, dedican una jornada para conocer las peculiaridades del barranco y eliminar ejemplares de esta planta, científicamente conocida como pennisetum setaceum. El miércoles, por ejemplo, acudirán estudiantes de primero de la ESO del IES José Arencibia Gil.

Formación previa

Pero antes de ponerse manos a la obra, los jóvenes visitaron este espacio natural del municipio junto a técnicos del Cabildo de Gran Canaria, el Ayuntamiento y Gesplán, que les enseñaron cómo se debe eliminar esta especie invasora. Y es que su capacidad para reproducirse es tan grande que deben tener cuidado de que no se desprendan fragmentos. Para ello, llevan garrafas de agua o baldes con agua donde introducen la parte de la planta que se adhiere a la ropa después de cortarla. Y luego, ya retiran el resto del seto. 

Es un trabajo lento, pero estos jóvenes no decaen. Por lo pronto quieren crear espacios libres del rato de gato en la zona donde están trabajando cerca de San José de Las Longueras, «donde ya hemos conseguido crear pasillos» libres de esta plaga y «ya empiezan a crecer otras plantas», apunta Daniel Sancho. 

Espacio comunitario

El objetivo a largo plazo es «rehabilitar este espacio natural y recuperar este barranco como un espacio comunitario». 

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Cualquier persona que desee contribuir solo tiene que contactar con Aflora acudiendo a su sede, en la calle Juan Diego de la Fuente, en Los Llanos, o a través de sus perfiles de redes sociales. 

Sancho reconoce que pese a que hay mucha voluntariedad por parte de los jóvenes y ya hay un grupo permanente sobre el que pivotan otros, «lo más complicado es conseguir un compromiso de los chicos a largo plazo», pero no desesperan y confían en que con las actividades que se están realizando en los centros educativos cada vez sean más.