El olvido del ‘Real’

El club que representó a Burgos durante nueve años en los 80 y 90, al filo de la muerte

El empresario Juan Antonio Gallego, expresidente del Real Burgos Club de Fútbol (1994 2021), posa con una camiseta del equipo en una plaza de la ciudad, ayer.

El empresario Juan Antonio Gallego, expresidente del Real Burgos Club de Fútbol (1994 2021), posa con una camiseta del equipo en una plaza de la ciudad, ayer. / H. U. D.

El Real Burgos, surgido del filial del desaparecido Burgos CF en 1983, está en acuerdo de disolución después de sobrevivir a un sinfín de vicisitudes. Juan Antonio Gallego lideró la lucha.

Juan Antonio Gallego, después de más de una hora de charla en una cafetería del centro de Burgos, pide que la fotografía que ilustra este reportaje, en la que muestra la camiseta del Real Burgos, que no del Burgos CF con el que se mide esta noche la UD Las Palmas, se haga lo más rápido posible: no quiere que le vean con unos colores que provocan cierto rechazo en la ciudad. Para la gran mayoría, entre los que están los aficionados del equipo que hoy milita en Segunda División, aquel club murió hace tiempo, sin embargo, para el que fuera su presidente entre 1994 y 2021 sigue muy vivo. De hecho, lo está, aunque no compita.

El empresario ha sido testigo durante los últimos 27 años de la agonía, el resurgir y el acuerdo de disolución de la entidad; una historia que comienza con la desaparición el antiguo Burgos CF en 1983 por una deuda de alrededor de 400 millones de las antiguas pesetas. A su filial, el Burgos Promesas, lo desvincularon y le cambiaron el nombre: se convirtió en el Real Burgos CF.

«De algún modo podríamos decir que en el árbol genealógico existe un vínculo, que es una especie de hijo bastardo. Un vínculo de sangre extraño», reconoce Gallego, que vivió el ascenso y los dos primeros años del equipo en Primera como espectador, y el último, el del descenso (1993), como vicepresidente. Bajar fue la sentencia para el Real Burgos, que lejos de haber aprendido de los errores del padre, se arruinó tanto que tras caer en Tercera la temporada siguiente dejó de competir.

Fundado en 1983 tras la desaparición del antiguo Burgos CF, está en acuerdo de disolución y sin apoyos

Juanan Gallego, que había dimitido de su cargo anterior, era entonces el presidente, desde febrero, meses antes del desastre. «Forma parte de la estupidez o cosas un poco irracionales que hace cualquier aficionado a un deporte. ¿Por qué hay gente que va a un partido de regionales, con un frío helador y mojándote? Nadie sabría responder porque no tiene ninguna lógica», reflexiona.

Nuevo registro

Era verano de 1994 y la ciudad de Burgos no tenía un equipo representativo de nivel. En 1985, dos años después de la desaparición del Club de Fútbol, un antiguo socio José María Quintano, «registró un equipo con el mismo nombre y mismos colores, lo cual está absolutamente prohibido en los reglamentos federativos, pero la Federación lo autorizó», denuncia el expresidente.

«A mí me duelen las cosas mal hechas. No tengo nada en contra del Burgos CF ni de que la gente pueda sentir afinidad hacia otros proyectos, pero aquellas gentes que decían ‘yo soy del Real Burgos a muerte’ no debían de serlo tanto. Nada más que eso. Este Burgos, este, tiene su propia historia, no necesitas engañar a la gente. Ahí ni jugó Juanito exdelantero del Real Madrid–, ni jugó Manzanedo –exportero del Valencia– ni nadie de los que dicen», lamenta.

Ese nuevo Burgos CF, el actual, empieza a competir 12 años después de su nacimiento, en el curso 1997-98, cuando el Real sobrevive desde 1994 con todo tipo de procedimientos judiciales. Es el empeño de Gallego, que después de 16 años en el alambre regresa a los terrenos de juego en 2010, desde la categoría más baja y sin cadena de filiales.

«Donde yo entro en conflicto, y no es con las aficiones, es cuando al Real Burgos se le machaca desde el ámbito institucional», sentencia. La afirmación viene por la negativa del ayuntamiento, propietario de El Plantío, de cederle el campo con el equipo ya en Tercera, «en 2016 o 2017».

«Para el proyecto suponía un empaque y una visibilidad para la captación de jugadores y demás tremenda, y siendo al ayuntamiento el titular del 23% de las acciones del Real Burgos, era inexplicable no que no favoreciera al Real Burgos, sino que le perjudicase con sus decisiones. Ahí nos hicieron un daño definitivo». Culpa, de alguna manera, al alcalde de entonces y a sus «empresarios aliados» que mandaban mucho.

«Si tan bueno era lo nuestro, ¿por qué el objetivo era destruirlo?», se pregunta Gallego, el presidente hasta 2021

Sin el apoyo institucional ni empresarial el Real Burgos prosigue su camino mientras el Burgos CF crece. Y sucede un acercamiento: un convenio de colaboración al comienzo de la campaña 2019-20 que, según Gallego, se rompió al poco de firmarse porque dos de los cinco jugadores que debía recibir su equipo estaban lesionados. Al devolverlos, el Club de Fútbol se llevó también al resto y reforzó a los rivales, entre ellos, a una entidad llamada Burgos Promesas 2000 y que es ahora la conveniada –hace de filial–.

«Para nosotros era sensacional porque nos permitía mantener nuestra identidad, pero a su vez facilitábamos que no hubiera conflictos. Además, era una herramienta de futuro, porque si se produjera, que se producirá antes o después, otra entrada en barrena del club, ya no habría que hacer otra chapuza», explica.

Estocada final

En la temporada 2020-21 el Burgos CF logra el ascenso a Segunda de la mano de Julián Calero y el Real Burgos, con un equipo empobrecido, desciende a Preferente, pero la introducción del nuevo formato de competición tras la pandemia le hace perder dos categorías de golpe. Es en ese momento cuando Gallego, que reivindica ser el único de toda España que recurrió ante el Consejo Superior de Deportes, dice basta.

A finales de diciembre pasado el ayuntamiento acordó el acuerdo de disolución del club. «Una entidad que no le ha costado un duro desde 1992. ¿Qué hace una persona sensata si no quiere estar en una entidad? ¿La disuelve? Vende sus acciones y se va», señala, justo antes de advertir: «El partido no ha hecho más que comenzar. Soy el que lleva poniendo toda la pasta desde 1994. Llevo adelantando dinero año tras año para que el equipo se mantenga, sin pedírselo a nadie. Yo lo pongo, pero el acreedor de la deuda soy yo».

La cantidad, revela, asciende a unos dos millones y no cree que se la paguen, pero si el club finalmente de disuelve, aventura que tendrán que hacerlo. «Lo que da rabia es que el Real Burgos sea más importante para los de fuera que para los de aquí. Hay demasiada gente en Burgos que cuando oyen nuestro himno se le ponen los pelos de punta. Suena 500 veces el de otros y una vez el nuestro y no hay más que hablar. Si tan bueno era lo nuestro, ¿por qué el objetivo era destruirlo en vez de apoyarlo? No hay ningún equipo de este país que haya sufrido todo lo que nosotros, nadie».

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