Kirian Rodríguez: La superación de un estilista

El de Candelaria, clave en la remontada del curso anterior, supera un cáncer y llega a tiempo de contribuir al ascenso

Celebración del ascenso de la UD Las Palmas en la Casa de Canarias en Madrid

H. U. D.

En julio de 2022, cuando la UD Las Palmas empezaba a preparar la temporada que iba a terminar con el ascenso tras la decepción que supuso la eliminación del playoff ante el CD Tenerife apenas un mes antes, la vida a poner a prueba a Kirian Rodríguez Concepción (Candelaria, Santa Cruz de Tenerife, 1996): un linfoma de Hodgkin apareció en su cuerpo a los pocos días de comenzar lo entrenamientos e iba a privarle de tener una ficha al menos en la primera vuelta. Por fortuna, todo fue bien, el cáncer desapareció y recuperó su licencia en enero, sin embargo, no debutó hasta casi cuatro meses después. Cuando lo hizo, ayudó, y además a un nivel bastante alto para haber sido llamado a la causa tan tarde. En cualquier caso, para ese entonces el tinerfeño ya había ganado su partido.

La pretemporada amarilla quedó sacudida nada más empezar por la aprición de un bulto en el cuerpo del jugador, que coincidió con el contagio de covid. La UD y el jugador prefirieron tapar el asunto hasta que la expedición no regresara de Marbella, aunque era vox populi en la Isla que algo no iba bien con el de Candelaria.

A principios de agosto, en una comparecencia sin medios de comunicación y arropado por sus compañeros, Kirian anunció el diagnóstico y en ese preciso instante comenzó un proceso de recupración que iba a durar meses. Los más importante en ese momento era la salud del futbolista, si bien, por otro lado, su ausencia iba a suponer un perjuicio para el equipo, toda vez que había sido indiscutible para Xavi García Pimienta en el tramo final, cuando la UD registró un récord histórico de nueve victorias en las últimas 11 jornadas. Kirian, además, había contribuido con tres goles y dos asistencias en ese periodo.

La UD, sin embargo, cumplió en su ausencia, entres otras cosas porque había recuperado a Loiodice, del mismo perfil que el tienerfeño y ausente en los últimos meses de la campaña anterior por una operación de hombro. Las Palmas siempre estuvo arriba, si bien la disponibilidad del centrocampista le habría venido mejor, porque al fin y al cabo, la calidad, que no sobra, es bien recibida en cualquier contexto.

Mientras la UD labraba su camino hacia el ascenso Kirian, ovacionado en cada minuto 20 de los partidos de casa, se sometía a sesiones de quimioterapia que meses después acabrían por completo con el linfoma. Durante todo ese tiempo nunca dejó de aparecer por la ciudad deportiva de Barranco Seco. No sólo realizaba ejercicios específicos para no perder la forma del todo, lo cual era beneficioso para él de cara al futuro, pero más lo era el hecho de mantener una cierta normalidad en su vida, cerca de su segunda familia, tal y como él mismo ha descrito al vestuarios en varias ocasiones.

Fue asi como el de Candelaria, mermado cada vez más a nivel físico por la incidencia de la quimio, llevó mucho mejor el tratamiento. La última sesión fue el 17 de noviembre del año pasado, y un mes después realizó su primer entrenamiento con el grupo, aún sin el alta médica.

Fue en la primera sesión después del parón navideño, al que la UD llegó como campeona de invierno. Ese 29 de diciembre el jugador comenzó una carrera en solitario para estar listo en marzo. Él, por su ímpetu, pensaba incluso que podía estar en condiciones de participar ya en febrero, pero era demasiado precipitado. Semanas después, el 12 de enero, el de Candelario compareció desde el mismo sitio en que lo había hecho cinco meses antes para comunicar que el linfoma de Hodgkin había desaparecido y que tenía ya el consentimiento de los doctores para hacer una vida normal. Había superado el cáncer.

Un mes y medio después de aquel primer entrenamiento con el grupo, que le recibió con el tradicional pasillo de capoteada, Kirian entró por fin en una convocatoria. Fue en el partido frente al Lugo en el Gran Canaria, el 11 de febrero, pero no estaba para jugar. De alguna manera, García Pimienta, asesorado siempre por su inseparable coach Richi Serrés, creyó oportuno que estuviera en las citaciones para que el jugador diera un paso más en su regreso a la normalidad.

Con lo que no contaba el tinerfeño, sin embargo, es con la negación del entrenador de ponerle a jugar al menos unos minutos después de más de dos meses sentado en los banquillos. Tanto él como su entorno estaban convencidos de que desde marzo estaba ya listo para acumular cada vez más minutos y ayudar al equipo en el tramo decisivo del curso, pero el premio nunca llegaba. Consideraba que era imposible distinguir si estaba a un nivel óptimo o no si no actuaba en un partido de competición real.

Finalmente le llegó la oportunidad el 30 de abril, en La Romareda, después de casi cuatro meses de entrenos sin jugar. Jugó bien, con precisión, en los 20 minutos que estuvo sobre el césped, como también una semana después, en Ipurua, donde salió de inicio por las lesiones de los medicoentros de la plantilla –Fabio y Mfulu–. Por fin, Kirian estaba de vuelta.

Y se convirtió en uno más en el camino a la gloria. Fue, sin duda, una campaña de emociones fuertes para el ‘20’ de la UD. Pasó de terminar el curso anterior con un papel principal a perderse la primera media temporada siguiente por un cáncer, a sufrir durante un tiempo hasta debutar y a gritar que Las Palmas es de Primera.

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