Sandro Ramírez: La firma del gol por un sueño

El delantero, lastrado por las lesiones musculares durante todo el curso, surge en el momento clave para elevar a la UD

Sandro Ramírez

Sandro Ramírez / LP/DLP

Un héroe de última hora: Sandro Ramírez. Apareció cuando los problemas musculares que arrastró durante toda la temporada le dieron un respiro, justo a tiempo para ser decisivo con sus goles. Nadie sabe cuántos más habría marcado si su trayectoria no hubiera estado llena de contratiempos físicos, pero basta con los que sumó. Al fin y al cabo, el ascenso fue lo importante y su nombre quedó grabado en la historia de la UD Las Palmas para siempre.

Su gol a la SD Eibar, el que sirvió para la victoria del cuadro amarillo en Ipurua, supuso un punto de inflexión no sólo para él, sino también para el equipo, que debía ganar aquel lunes de principios de mayo para saltar cuatro puestos en la clasificación y ponerse líder, puesto de privilegio que había perdido desde hacía ya un par de meses. El golpeo no fue bueno, sino todo lo contrario, pero la pelota acabó dentro; a esas alturas de la película las formas daban igual.

Su tiro raro, unido al hueco que había en la barrera y a la poca pericia de Luca Zidane, valió tres puntos. Días después el grancanario volvió a ver portería, esta vez frente al Villarreal B y con un chut mucho mejor, como también los que ejecutó para hacer su primer doblete del curso, en Cartagena, y contribuir a la goleada que dejaba en manos de la UD subir a Primera la siguiente jornada, la definitiva, en casa contra el Alavés.

Sandro, por fin, había justificado el pago de medio millón de euros por su cesión el verano pasado. Costará un millón más quedárselo en propiedad, pero habrá valido la pena. El gol, en Segunda División, había que pagarlo, y en Primera también.

El gran objetivo

Pero por encima de todo el delantero logró el objetivo que buscaba cuando forzó todo lo que pudo para finalmente vestir de amarillo: ascender a la máxima categoría con el club de su tierra, de sus amores. Lo dijo el día de su presentación y lo recordó en su segunda comparecencia de la campaña en los días previos a la cita de Cartagonova, cuando incluso llegó a afirmar que cambiaría todos sus logros, como jugar junto a Messi, Neymar y Luis Suárez, o participar en la Champions, por subir con la UD.

Finalmente cumplió su sueño y pudo comprobar lo que su gran amigo Vitolo, presente en la grada en el ascenso de 2015 –militaba entonces en el Sevilla FC–, le había explicado que sentiría: una felicidad absoluta por el éxtasis de una isla entera. El camino, sin embargo, no fue fácil, porque las lesiones musculares lastraron a Sandro desde que llegó.

El ímpetu por debutar cuanto antes, tal y como explicó García Pimienta, le llevó a realizar un sobreesfuerzo que le provocó una rotura de fibras. La consecuencia fue que no pudo estrenarse como amarillo hasta la séptima jornada con unos minutos ante el Granada, pero en realidad nunca llegó a estar bien del todo. De hecho, el primer partido que completó fue frente al Burgos en la decimocuarta fecha.

Antes marcó su gol número uno con la UD, en Miranda de Ebro al aprovechar un gran pase en profundidad de Jonathan Viera. Pero el segundo no llegó hasta la segunda vuelta, entre otras cosas porque una fuerte rotura muscular en el partido de Copa del Rey en Teruel le tuvo fuera durante un mes y medio. Cuando volvió, marcó en Ibiza y la semana siguiente se lesionó durante el calentamiento del choque ante el Mirandés. Otro mes alejado del césped.

En su regreso acumuló dos encuentros y un gol más, el tercero del curso, ante la Ponferradina, antes de caer de nuevo. Desde finales de marzo sólo se perdió el choque de Granada por una molestias. Por ello cogió un cierto rodaje hasta que por fin explotó como goleador para llevar al equipo al ascenso. Los hizo no como extremo izquierdo, donde actuó en muchos partidos, sino como delantero centro, posición en la que fue mucho más determinante. El entrenador tardó en situarle ahí, pero lo hizo a tiempo de que el grancanario pudiera contribuir de manera decisiva al ascenso.

La falta de gol del resto de nueves –Marc Cardona, Andone y Loren– resultó determinante en la decisión del barcelonés, que encontró en Sandro la solución perfecta a uno de los problemas más graves del equipo en los últimos meses del campeonato, en el bache.

Así fue como el futbolista cedido por el Huesca, que antes había militado en el Everton de la Premier League, en el Málaga o en el Barcelona, dejó su sello. También había coincidido con García Pimienta en las categorías inferiores de la entidad azulgrana. La comunión, en definitiva, era perfecta, si bien el equipo no pudo disfrutar de Sandro todo el tiempo que habría querido. Al final apareció, marcó y dejó su sello. La firma del gol por un sueño cumplido, el que vino a buscar a la tierra que le vio nacer y el club que le formó.

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