El Estado limita a 4.000 los migrantes que pueden permanecer en acogida en Canarias

Las oenegés se refuerzan ante el repunte de cayucos, pero confían en el músculo del sistema para que no se repita una emergencia humanitaria como la de 2020

Voluntarios de Cruz Roja atienden a un grupo de migrantes que arribó a El Hierro.

Voluntarios de Cruz Roja atienden a un grupo de migrantes que arribó a El Hierro. / Gelmert Finol

Isabel Durán

Isabel Durán

La llegada de 23.023 migrantes a Canarias a lo largo de 2020 revolvió a las instituciones y sacudió a la sociedad isleña. En plena pandemia y con el sistema de acogida desmantelado, el Archipiélago no contaba con espacios en los que poder acogerlos, ni camas en las que poder acostarlos. La falta de previsión y de una política migratoria que trazara una hoja de ruta para actuar ante un repunte, desencadenó una crisis humanitaria en las Islas. El Gobierno de Pedro Sánchez tardó meses en reaccionar mientras se acumulaban personas en el muelle de Arguineguín, sin unas mínimas condiciones de salubridad. El muelle de la vergüenza, con hasta 2.600 migrantes viviendo bajo unas carpas, fue la imagen que se mostró al mundo de lo que ocurría en Canarias.

Esa situación, a todas luces insostenible e inhumana, sirvió para que las administraciones hicieran los deberes. Se puso en marcha el Plan Canarias, que dotaba a las Islas de 7.000 plazas de acogida repartidas entre Lanzarote, FuerteventuraGran Canaria y Tenerife, y activaron las derivaciones de migrantes hasta la Península. Gracias a estas dos medidas, la situación actual de las Islas ante la incesante llegada de cayucos es muy diferente. Aún así, quedan algunas carencias por resolver, como la saturación de El Hierro –que no cuenta con infraestructuras suficientes para atender la gran afluencia de migrantes que recibe– o la acogida de los menores migrantes que arriban a las costas isleñas sin el respaldo de un familiar adulto, por lo que quedan bajo la tutela del Gobierno de Canarias.

Hasta el 15 de septiembre de 2020 habían arribado a las Islas 5.121 migrantes, pues la gran oleada de pateras se produjo en los últimos meses de aquel año. La primera quincena de noviembre registró la mayor cifra, cuando entraron de manera irregular más de 5.300 personas, según los datos publicados por el Ministerio del Interior. A pesar de que en los primeros nueve meses y medio de este año han llegado 14.359 migrantes –casi el triple que en el mismo periodo del año anterior–, la agilidad para derivarlos a otros puntos de España y la existencia de recursos para su acogida ha evitado que se repita una emergencia humanitaria como la de 2020.

Pero, ¿el sistema está preparado para reaccionar ante el fuerte repunte de cayucos que se espera en los próximos meses? El Gobierno, según fuentes del Ministerio de Migraciones, realiza una gestión global del sistema de acogida en todo el territorio y también en Canarias. Este modelo de gestión «integral y flexible» permite mantener «un número limitado de personas en las Islas», que no supera los 3.500 ó 4.000 migrantes. Según señalan desde el Ministerio, el sistema es flexible porque «se adapta a los distintos escenarios» -a los mayores y menores flujos migratorios-, pero siempre «intentando no superar ese nivel» que supone una ocupación aproximada del 60% de las plazas habilitadas en el Archipiélago. Además, apuntan que este modelo se está reforzando con los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), que permiten la ampliación y mejora del sistema de acogida.

Improvisación insostenible

En los primeros meses de 2020, Canarias contaba con menos de un centenar de plazas para acoger migrantes. Pese a que el repunte empezó a fraguarse desde 2019, las autoridades fueron poniendo parches temporales, acondicionando albergues y polideportivos. Cuando la improvisación se hizo insostenible y en pleno cero turístico por la pandemia, se recurrió a los hoteles del sur de Gran Canaria para atender a los migrantes. El Plan Canarias, que no se completó hasta marzo de 2021, dio paso a una nueva fase en la gestión de los flujos migratorios.

El pico de finales de 2020 «nos cogió con el paso cambiado por el covid y no había centros acondicionados, ahora contamos con un sistema de acogida muy reforzado», sostiene el responsable de primera respuesta de emergencia para la población migrante de Cruz Roja en Canarias, José Antonio Rodríguez Verona. «Ahora hay más músculo y contamos con un sistema compactado y reforzado», destaca Pedro Santiago, portavoz de Accem, entidad responsable de la gestión de Las Raíces y Las Canteras, en Tenerife, y Montaña Mina, en Lanzarote. Aunque desde agosto han notado un incremento de llegadas a estos centros y la situación está siendo «gestionable», de cara al posible pico que se espera en las próximas semanas están contratando a personal de refuerzo.

En los últimos meses del año, cuando es la temporada de mar en calma, se registra un mayor número de salidas de cayucos y pateras hacia las Islas. Por esto Cruz Roja está preparándose para afrontar un ritmo de llegada similar al actual hasta finales de noviembre. Si bien Verona explica que ese incremento de pateras que tradicionalmente se ha producido entre septiembre y noviembre, este año se ha adelantado a junio. Sin embargo, este repunte no ha supuesto un colapso para el sistema de acogida gracias a que las derivaciones hacia la Península están siendo «muy fluidas», según apunta Santiago. Esto contrasta con la situación de 2020, cuando el Ministerio del Interior solo reconocía la posibilidad de enviar a otras provincias a los migrantes con perfiles más vulnerables, como las mujeres o los niños, y bloqueaba en el aeropuerto a quienes querían viajar hasta otros puntos de Europa por sus propios medios y pese a disponer de pasaporte.

Si hay un elemento diferenciador del repunte migratorio de los últimos meses es la procedencia de las personas que arriban a las Islas. La crisis política y social que se desató en Senegal a mediados de junio se convirtió en un factor de empuje para que miles de ciudadanos decidieran abandonar el país e intentar llegar a Europa a través del Archipiélago. Dos de cada cinco personas que han llegado este año a Canarias proceden de Senegal, mientras que en 2020 era solo una de cada diez, según datos de Cruz Roja. La aparición de cayucos en la ruta canaria es una de las consecuencias directas de la inestabilidad que vive este país. Estas embarcaciones, más robustas que las pateras, permiten trasladar a un mayor número de personas, superando el centenar en la mayoría de los casos. La travesía de los cayucos es más larga y, además, al partir desde la costa senegalesa o gambiana la ruta que trazan termina en las islas más occidentales, especialmente en El Hierro y Tenerife. Desde la llamada crisis de los cayucos que vivió el Archipiélago en 2006, cuando recibió a 31.678 personas, no se habían visto tanto estas barquillas en las aguas isleñas.

El 18% son menores

En 2020, con un 25%, la nacionalidad que más predominaba entre los migrantes que arribaban al Archipiélago era la marroquí, un porcentaje que se ha reducido ligeramente este año hasta el 21,4%. Al conflicto bélico que vive Malí desde 2012 se le sumó un golpe de Estado en agosto de 2020, generando una inestabilidad que empujó a muchos malienses a abandonar el país. Así, en el año de la pandemia, el 20% de los migrantes que llegaron a las islas eran de esta nacionalidad, frente al 6,9% que representan este año. Desde Gambia proviene el 10,4% de las personas que alcanzaron las costas canarias en barquilla en los primeros meses de 2023, duplicando el porcentaje de 2020, cuando solo suponían el 5%.

Con las llegadas y presión migratoria al alza, la ruta canaria se consolida como la tercera vía más utilizada por los migrantes para entrar a Europa de manera irregular, por detrás del Mediterráneo central, los Balcanes y el Mediterráneo oriental, según los registros de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex). Dentro de la actividad que existe en la ruta Atlántica, la recepción de migrantes por islas ha fluctuado en los últimos años. En 2020, era Gran Canaria la que soportaba una mayor presión, pues tres de cada cinco migrantes llegaban a esta isla y ahora solo es uno de cada cinco. La más tensionada actualmente es Lanzarote, que ha recibido al 33% de los migrantes, mientras que hace tres años solo era el 8%; le sigue Gran Canaria, con el 21%; y El Hierro, que ha pasado del 7% al 17,8%.

Aunque no supone un cambio de tendencia radical, el número de mujeres y niños que optan por lanzarse al mar en un cayuco o en una patera arriesgando sus vidas para tratar de forjarse un futuro en Europa se ha elevado. De las 23.023 personas que llegaron a las Islas hace 3 años, el 5,2% eran mujeres y este año ese porcentaje ha subido hasta el 7,8%. En el caso de los niños y jóvenes, tanto solos como acompañados, en 2020 eran el 15% y ahora son el 18%. El Gobierno de Canarias nunca ha ocultado su impotencia al tener que tutelar a más de 2.500 menores migrantes que llegaron solos en patera. Han pedido ayuda por activa y por pasiva al resto de comunidades autónomas, al Gobierno de España y Bruselas, pero la solidaridad para compartir la responsabilidad no termina de llegar a la región que es la frontera sur de la Unión Europea.

Suscríbete para seguir leyendo