Pleno del Parlamentode Canarias| La resaca del Consejo de Política Fiscal y Financiera

Clavijo en la proa sin despeinarse

Los intentos de Franquis de embroncarse con el presidente son más infructuosos en cada pleno

La consejera de Sanidad Esther Monzón habla con manifestantes de la Marea Blanca en las puertas del Parlamento.

La consejera de Sanidad Esther Monzón habla con manifestantes de la Marea Blanca en las puertas del Parlamento. / D. M.

Alfonso González Jeréz

El pleno parlamentario que comenzó ayer y terminará hoy fue una suerte de suspiro de trámite y fastidio mientras se prepara a toda velocidad (más o menos) el debate final y votación de los presupuestos generales de la Comunidad autónoma para 2024. Los cambios en el grupo parlamentario socialistas acabaron de sustanciarse con la designación de Nira Fierro como presidenta, la confirmación de Sebastián Franquis como portavoz sin foniatra y como portavoces adjuntas Rosa Bella Cabrera y Elena Máñez.

En la mañana Franquis quiso embroncarse un fisco con el presidente del Gobierno, como advirtiéndole a Fernando Clavijo que el PSOE, pese a los pactos en Madrid, sigue en la oposición en Canarias, grrrrrrrrr, y no cesará de fustigar al Ejecutivo, indeleblemente manchado por la maléfica presencia del Partido Popular. Para ser sinceros el presidente Clavijo no pareció muy impresionado. Ni siquiera Fierro o Máñez parecían demasiado impresionadas tampoco.

Después de que tomara posesión Rafael González Gamara, en sustitución de Ángel Víctor Torres, quien en esa hora estaba en el Senado recordándole de nuevo al PP, porque desgraciadamente nunca es suficiente, lo ruin y reaccionario que era, comenzó la película parlamentaria con el león de la Metro, que no es otro, por supuesto, que Casimiro Curbelo. Los astros o los amigos han logrado que Curbelo abra generalmente la sesión de control, por lo que, una vez finalizada – y firmadas las dietas – abandona el salón y se dedica a sus reuniones y sus cosas.

Lo hacen mucho los consejeros y portavoces, para lo que utilizan los despachos habilitados en la Cámara. Por ejemplo, Clavijo recibió ayer a una señora silenciosa y diminuta, y luego a un individuo con sombrero y bigotazos que parecía un extra de Pozos de ambición, y después a Manuel Artiles, que se fue fundiendo en sucesivos abrazos de emoción y amor a lo largo de los pasillos. Artiles está preparando uno de sus generosos circos del hambre, un espectáculo televisivo en el que recoge donaciones de comida y otros productos perecederos para los que no tienen ni cargo público ni canales de televisión.

En fin, que Curbelo le preguntó otra vez al presidente sobre la financiación autonómica después de la primera reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, que agotó más de la mitad de su tiempo en los juramentos que en arameo pronunció la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, garantizando que no está llevando una negociación independiente con la consejera de Hacienda de Cataluña. No convenció totalmente a sus homólogos del PP. El líder de la ASG se mostró muy preocupado. Clavijo también. Todo el mundo está muy preocupado, excepto el PSOE, que no entiende la preocupación de nadie.

Después le tocó el turno a Nicasio Galván, verde que te quiero verde, que se mostró muy orgulloso de que la Unión Europea coincidiera con VOX – ejem – en las medidas impulsadas para que se persiguiera a los patrones de cayucos, pateras y demás embarcaciones utilizadas en las migraciones extralegales, capturándoles y penalizándoles judicial y administrativamente. Clavijo también mostró su satisfecha coincidencia con las decisiones de Bruselas, pero se permitió señalarle a Galván que no eran «precisamente las mismas». Un par de minutos más tarde Luz Reverón – ahora una diputada mucho más cabreada que cuando gobernaban las izquierdas – le preguntó a Clavijo las razones por las que ningún proyecto canario recibió ayudas del Gobierno central a la innovación. Clavijo agitó tristemente la cabeza: «Es un despropósito».

El presidente ni siquiera se molestó cuando Luis Campos le recriminó el recorte presupuestario en políticas culturales. «Nosotros incrementamos el presupuesto para cultura de 31 a 51 millones de euros». El portavoz de NC empleó una extrañísima anécdota de Churchill, quien según el diputado grancanario no recortó los presupuestos en materia cultural. El cronista se puso a repasar mentalmente la información de la que disponía sobre la política cultural de los conservadores ingleses a la altura de 1940. Más bien ninguna. Esas cosas, como los programas sociales, las pusieron en marcha los laboristas después de la II Guerra Mundial. Sonó rarísimo escuchar a un señor de izquierdas como Campos tomando como autoridad en política cultural o gestión presupuestaria a Winston Churchill. Pero si lo cesaron como Lord del Almirantazgo por gastar siempre más de lo que tenía (incluidas las reservas de whisky de su oficina). En fin.

El presidente Clavijo maneja un truco mágico para acallar estas críticas. «Usted me habla de los presupuestos asignados, no de los presupuestos ejecutados». Efectivamente. En el año 2022, por ejemplo, la Viceconsejería de Cultura dejó sin ejecutar casi el 20% del presupuesto asignado, en 2023 ha sido más. Pero admitiendo esta obviedad, ¿esos topes son técnicamente insuperables? ¿Y por qué motivos procedimentales, administrativos u organizativos? ¿El Gobierno de Clavijo o la Consejería de Migdalia Machín no pueden incrementar el presupuesto de Cultura un 5% para 2024 (por ejemplo) y comprometerse a ejecutarlo? ¿Por qué se puede consignar más dinero en sanidad – más incluso que el necesario para cubrir lo que metafóricamente se llama el agujero – y en cultura es imprescindible ajustarlo a un hipotético gasto real?

En todo caso el presidente afirmó que si era necesario («si existen proyectos de interés») se pondría más pasta en el Instituto Canario de Desarrollo Cultural. «Y eso se hará hablando tranquila y constructivamente con el sector, sin aspavientos, sin grandes declaraciones, sin citas de la II Guerra Mundial», embromó Clavijo. Pues sí, hablar con el sector sería una buena idea. El Gobierno existe desde julio y el viceconsejero de Cultura y sus directores generales llevan en sus despachos desde agosto encerrados en una afasia casi perfecta. Efectivamente, igual va siendo hora que hablen un par de ratitos con el sector.

Para Sebastián Franquis el proyecto presupuestario del Ejecutivo «es una enmienda a la totalidad a su discurso de investidura». Franquis siempre se lía con las corbatas y con las metáforas. Los discursos de investiduras no reciben enmiendas a la totalidad, los proyectos presupuestarios, sí. Hubiera sido más correcto afirmar que el discurso de investidura de Clavijo era o podría ser una enmienda a la totalidad de sus presupuestos, pero claro, el efecto franquístico no sería el mismo.

Según el portavoz socialista el presidente incumple con muchísimas leyes con su proyecto presupuestario. Extrañamente no anunció de inmediato que el PSOE iría a los juzgados. No lo hizo, claro está, porque ninguna ley puede determinar los presupuestos generales de la Comunidad. Los porcentajes presupuestarios que se establecen en algunas leyes son horizontes aspiracionales, compromisos políticos, en ningún caso obligaciones legales.

Así que no, el equipo de Clavijo no incumple ninguna ley, al igual que el Gobierno de Torres no cayó en ninguna ilegalidad al no llegar al 5% del PIB en los recursos financieros a la educación, aunque a Franquis se le antoje una irresponsabilidad. «Una irresponsabilidad», replicó instantáneamente el presidente, «consiste en anunciar escuelas para educación infantil de cero a tres años para que pocas semanas antes del comienzo del curso se descubra que no estaban construidas, o habilitadas, o no disponían de personal».

Ya puestos la oposición reprochó a Sánchez que no hubiera aceptado la primera oferta de la ministra Montero en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. La primera en la primera reunión. «¿Por qué oscuros intereses pone encima de las necesidades de Canarias al PP, por qué, díganos por qué?». Parecía una pregunta del guión de una telenovela mexicana. Al lado del portavoz Franquis, Nira Fierro mantenía una expresión perfectamente indescifrable. Ningún socialista aplaudió al veterano diputado.

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