Tras una semana sin espectáculos en el parque Santa Catalina, por culpa del mal tiempo, las mascaritas volvieron a ponerse las plumas. La comparsa Kisamba consiguió alzarse con los primeros premios a interpretación y vestuario. Baracoa los segundos y Chiramay los terceros. Ni la lluvia ni el viento se presentaron, en cambio predominaron los embrujos de este carnaval de La magia y las criaturas fantásticas.

Nuevo estilo, veteranos en esto del carnaval se encargaron de abrir la noche. Lo hicieron de negro con la música de Maléfica. Las hadas dieron paso al color, hasta que la rumba y los sonidos caribeños se multiplicaron y completaron la actuación. Los de San Cristóbal deslumbraron por sus pelucas afro que trasladó al cuerpo de baile al Brasil.

Y entonces, los embrujos de Howards y la saga Harry Potter subieron al escenario. Con el título Posiciones, hechizos y purpurina la comparsa Bahía Tropical interpretó un vals con túnicas negras, pero pronto la música de Maluma rompió el encanto y las caderas se soltaron. Y tras el mítico Azúcar de Celia Cruz, tantas veces recurrido, Brasil volvió como colofón final.

Vuelta al mundo de la magia, no es para menos con la alegoría de este año en la capital, Kisamba realizó un auténtico truco de magia con una coreografía sublime. Tras esto, las plumas rosas y azules irrumpieron con fuerza. Aún así, fue con un cabaret cuando lograron levantar al público. Nuevos cambios, merengue, mambo... los ganadores del año pasado jugaron una vez más con la sorpresa y salieron envueltos en unas capas blancas que lanzaron una a una fuera del escenario.

De trucos iba la cosa. Kovadonga, los debutantes de la noche, salieron de detrás de una pared con un grito de guerra y a ritmo de la música electrónica más "adictiva". Tras darlo todo los del Castillo del Romeral optaron por no abandonar los acordes de los estilos más rumberos de Cuba.

Un campo de marchosas flores pisó el escenario con fuerza a ritmo del Brasil más carnavalero. Baracoa levantó al público cuando una de sus integrantes salió del interior de un capullo al ritmo de la batucada. Tras esta sorpresa la voz de Celia Cruz volvió a resucitar y llenó Santa Catalina.

Un grupo de criaturas mágicas, con aspecto felino, asaltaron sobre el escenario en el turno de Yoruba. La pegadiza música electrónica dio paso a los tamboreros. Unos toques que sustituyeron rápido por los electrónicos. Con toques blancos y rojizos cerraron sus últimas coreografía. Todas llegaron desde el Caribe y América Latina. Merengue, salsa y la siempre omnipresente samba brasilera.

Al ritmo de mis cuerdas. Lianceiros realizó un espectáculo multiétnico. Primero fueron los sonidos árabes los protagonistas. Para dar paso a un danza más propia de los mares del sur, movimientos de las tribus de la misma Polinesia y el Pacífico. Este viaje cultural les llevó entonces a Copacabana, con una vistosa samba. Los chicos y chicas de la comparsa cambiaron el Brasil por el mambo de Puerto Rico. No contentos, cerraron su actuación con una mezcla electrónica con un toque rockero.

Chiramay tomó el relevo. Lo hicieron vestidos totalmente de un blanco impoluto. La pureza dio entonces paso a los turquesas, los rosas, naranjas y verdes. Plumas y purpurina por doquier en una actuación que bailó al ritmo de las canciones más movidas del panorama salsero, de la cumbia y la samba.

Tocó turno de la última comparsa. Unas grandes pelotas verdes saltaron sobre el escenario. Ellos de verde y ellas de rosa, Cubatao puso el broche final a la noche con más ritmo del Carnaval. Entonces, un mar de plumas naranjas, entre otros colores, cubrió el escenario. La música con un toque tribal se intercaló con las piezas más rumberas o salseras. También se atrevieron con un baile más urbano, un conjunto de lo más variado.

Las comparsas Cumbacheros y Sur Caliente, ambas de Lanzarote no pudieron actuar por culpa del cambio inesperado de fecha de la gala. En teoría, esta gala tendría que haberse celebrado el viernes.