CRÓNICA

Los carnavales en el casino de Teror

El 11 de enero de 1934 se celebró con asistencia de invitados de toda la isla el baile de Domingo de Carnaval que iniciaría la andadura histórica del casino de la Villa Mariana

Edificio histórico del Casino de Teror

Edificio histórico del Casino de Teror / C. O. T.

El carnaval tenía en los campos de Canarias ese aire de entronque rural, en el que para el ocultamiento del disfraz se aprovechaba lo viejo, lo caduco, lo inservible. Por ello, por esa simpleza en las pretensiones, el carnaval logró pervivir en nuestros campos pese a las prohibiciones de tantos años de intransigencia ante estas fiestas; y las cantinelas del ¿Me conoces, mascarita? y ¡Una peseta o un huevito! no dejaron nunca de escucharse.

Esta cuestación de dinero, que venía de la antigua fisca que se pedía en siglos pasados, se solicitaba para continuar tradiciones relacionadas con ritos culinarios de estas fechas en las que era costumbre pedir la comida que se iba a consumir con motivo de la fiesta.

Tres días que terminaban en el Martes de Carnaval; en algunos lugares con el regalo del domingo siguiente, en el que la protagonista era la infancia. Con el Miércoles de Ceniza llegaba el fin de todos los excesos y comenzaba la Cuaresma.

Así fue durante siglos, pero a mediados del siglo XIX las influencias capitalinas y la aparición de lugares donde el esparcimiento y la cultura hicieron que todo fuera cambiando poco a poco. Los Casinos de nuestros pueblos posibilitaron que el carnaval tuviera un lugar, un sitio para su celebración; no sólo las plazas, calles y caminos. El cronista nació a pocos metros de donde se instalaría durante su infancia el casino que perduró hasta hace unas décadas.

De carácter recreativo y cultural organizaban bailes y otros festejos que iban desde el teatro, los conciertos, las veladas literarias a las conferencias. El 12 de julio de 1869 se inauguraba en Teror la Sociedad ‘El Progreso’ presidida por el comerciante Francisco Azopardo con asistencia de la banda de música y que desde su pequeño teatro amenizaron las Fiestas del Pino de aquel año; pero en febrero de 1885 cedieron el uso del local a la Banda Municipal de Música recién creada.

A fin de siglo volvió a recuperarse con fuerza la iniciativa cultural del casino con la intervención de las familias de la colonia veraniega que por temor a una posible invasión norteamericana se trasladaron durante meses a las poblaciones interiores de la isla, entre ellas, destacadamente la Villa de Teror.

Ubicado en sus inicios en la Plaza del Pino para pasar posteriormente a una edificación de La Alameda, colindante con las Casas Consistoriales. Allí permaneció hasta que, en 1933 por traslado de residencia y despacho del médico e introductor del hipnotismo terapéutico en Canarias, Antonio Yánez Matos y su esposa Ana Lezcano; el edificio paso a ser propiedad de la familia Montesdeoca, sus propietarios desde entonces.

La casa había pertenecido a los Miranda, familia muy ligada a Teror; y en ella nació el 22 de febrero de 1885 José Miranda Guerra, hijo único del comerciante Agustín Miranda y Dolores Guerra. Fue secretario de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas; de la Junta de Obras del Puerto; de la patronal de Consignatarios; de la Sociedad Económica de Amigos del País; del Círculo Mercantil; asesor particular del alcalde Nicolás Massieu Falcón y de la patronal de Exportadores; presidente del Colegio Pericial Mercantil; miembro de la Comisión para los Tratados Bilaterales con Francia; y está considerado como el fundador de los modernos estudios económicos en las islas. Su libro de 1935 sobre los Puertos Francos es una buena muestra de ello.

En esta casa se instaló por arriendo la recién creada Sociedad ‘Juventud Unida’, que inició rápidamente las obras necesarias para destinar el edificio al uso recreativo que se deseaba. Desaparecieron los muros interiores y surgió el salón de celebraciones que durante el siglo XX fue lugar de noviazgos, bailes, exposiciones, despedidas de año, conciertos de piano, parrandas, presentaciones de libros, concursos cinematográficos; que convirtieron al casino terorense en el órgano gestor de cultura en el municipio en permanente colaboración el ayuntamiento de la villa.

Con la inquietud de comenzar cuanto antes, los miembros de la directiva de ‘Juventud Unida’ organizaron dos eventos que sirvieron de prueba para ver si servían para aquello.

El primero fue el Día de Reyes de 1934 en el que organizaron un baile amenizado por las orquestinas del propio Casino y la de la sociedad ‘La Estrella’ de El Palmar.

El siguiente fue una verbena para el día 28 de enero en honor a las mujeres que habían organizado el evento anterior; esta vez en el Pabellón Cinema. Engalanado por Isaac Domínguez, empresario del mismo que llegaría a ser alcalde del municipio e inaugurando una colaboración que duraría muchos años. Debutó la orquestina del casino ya perfectamente integrada después del ensayo de Reyes

Tras el éxito alcanzado, decidieron celebrar la inauguración solemne del Casino de Teror para los carnavales de aquel año. Así, el 11 de enero de 1934 -hace noventa años- se celebró con asistencia de invitados de toda la isla el baile de Domingo de Carnaval que iniciaría la andadura histórica del casino de la Villa Mariana. Los bailes se repitieron, como es preceptivo, el lunes, el martes y al domingo siguiente con la Piñata para los hijos de los socios.

Teror quedó encantado. Aquello sí eran fiestas. Por eso, el casino comenzó a organizar parte de la programación lúdica y cultural de las fiestas. El 22 de mayo de aquel mismo año, repetían con una verbena para la del Patrocinio de San José y así los meses siguientes.

En un pueblo gobernado por personas mayores, comerciantes casi todos y más interesados en ganar dinero con los peregrinos que en hacer festejos; éstos quedaron en manos del pujante recién nacido Casino. En las décadas siguientes, el fútbol, el teatro, la pintura o la poesía pasaron por sus manos, en una suerte de concejalía de Cultura y Festejos a la que la corporación dejó el encargo de ambas.

Y como la prueba de los carnavales del 34 habían sido un completo éxito; al año siguiente con la seguridad que daba lo bien hecho, tomaron ejemplo de Cardones, Tamaraceite, el Círculo Arenales, el Círculo Mercantil o el Teatro Pérez Galdós con las iniciativas de ‘Amigos del Arte, Néstor de la Torre’; e idearon un fantástico carnaval nunca visto por las calles terorenses que mereció público reconocimiento de los integrantes de la corporación, que en sesión municipal celebrada el 26 de febrero de 1935 accedieron a la solicitud de subvención que presentaron conjuntamente un grupo de vecinos y concedieron a ‘Juventud Unida’ la cantidad de trescientas pesetas como ayuda para los actos del carnaval, que ya dejaba de ser sólo para el casino y pasaba a ser un acto organizado por el mismo y patrocinado por la municipalidad.

La juventud terorense, que se quejaba de años de apatía e indiferencia por parte de los políticos hacia sus necesidades, afirmaron su adhesión a la decisión municipal. El programa comenzó el domingo tres de marzo con una cabalgata en la que todos los que quisieron acompañaron a las dos carrozas inspiradas en motivos y música de la zarzuela “La Rosa del Azafrán” y el coro de ‘Los Betuneros’. A las seis de la tarde se celebró el baile de cintas de niñas y niños en el Pabellón, para terminar a las nueve de la noche con un baile de disfraces en el casino. El lunes a las diez de la mañana, en el Pabellón y con entrada libre, se celebró un concurso de estudiantinas en el que obtuvo el primer premio una de Las Palmas, y el segundo otra del barrio terorense de El Rincón. A las cuatro de la tarde, también en el Pabellón, un baile amenizado por las estudiantinas, gramola y piano; en el que se prohibía terminantemente la entrada de hombres con la cara tapada.

Martes de Carnaval

El martes de Carnaval desde las seis de la mañana, y siguiendo la tradicional costumbre de ir a tomar café a la Plaza del Pino, se colocaron mesas distribuidas por la misma y las personas de la comisión sirvieron churros con café a todos los que se presentaron, por una mínima colaboración. Se llamó a todas las puertas del pueblo para que nadie tuviese vergüenza en asistir.

A partir de las cuatro de la tarde, la gran batalla de confetis, flores y serpentinas desde el Paseo González Díaz, pasando por la Real (entonces Baldomero Argenta) para acabar en la plaza tuvo un éxito impresionante pese a la lluvia que cayó durante el recorrido. Aunque mojados, todo el mundo acabó en el casino aquella noche víspera del Miércoles de Ceniza

La comisión tuvo gran interés en avisar que de aquellas fiestas eran de carácter público y que fueran partícipes todas las familias de los barrios de la villa; pues “además del derecho que tienen a ello, su concurso se hace necesario”. La sociedad Casino Juventud Unida de la villa de Teror siguió colaborando aquel año con el ayuntamiento, organizando las celebraciones del Día de Las Marías. En febrero de 1936 anunciaban que el día de la Candelaria tendría lugar un baile de disfraces con el grupo musical Power de la propia villa. Antes de los carnavales de aquel año tuvieron lugar las elecciones generales, últimas de la Segunda República, y ya todo comenzó a cambiar.

Tras el término de la guerra civil, el Casino fue durante décadas el verdadero motor cultural y deportivo de la Villa. Adquirido por el ayuntamiento en 2021, nada mejor por ello que la decisión de convertirlo en Centro de Mayores para que esta edificación siga integrada con plenitud en la vida, la sociedad y la cultura del pueblo de Teror.