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Música

Highkili, de la rave a la pista

El artista promueve con Öpera un espacio seguro y libre de expresión | Las redes sociales y eventos lo catapultan en la escena musical

El dj Highkili en una imagen promocional. Raymond Rojas

Kilian González es Highkili. El dj irrumpe en la escena musical regional y nacional como uno de los talentos a destacar en la temporada sin restricciones y presta a bailar desenfrenadamente. Ya sea en el Festivalito Sonora, en el Primavera Sound o los encuentros de Radio 3, planea sobre los escenarios sin freno. 

En cualquier sarao que se precie, ahí está Highkili. Pinchando, cantando o echando unas caladas al aire, el dj está haciendo ruta allá donde lo llaman y aterriza en la sala Razzmatazz de Barcelona, un especial de Radio 3 en el Aguere de La Laguna, Festivalito Sonora en La Palma, fiesta África del Norte de Sevilla, alborotando por las fiestas del Öpera o en mitad de un barranco donde el aire de la noche trasiega la atmósfera de la rave. Es originario del Polígono de San Cristóbal y, siendo fiel al directo, está exudando los bajos y versos que la pandemia le pidió contener. Una mesa de mezclas y un micrófono son requisitos indispensables para atraerlo, lo demás se dará por sí solo.  

Para descomponer y recomponer el pseudónimo da las siguientes instrucciones antes de coger el vuelo a la ciudad condal: High, anglicismo que significa colocado, y Kili, inicio de su nombre. «Como dj sería Hi-ki, Highkili abreviado, y también ‘Hello Kitty’ del chiste canario que significa ‘qué pasó Kataisa’. Así me empezó a llamar una amiga hace años, es como un alter ego femenino medio poligonera que tengo por ahí». El barrio está en su torrente sanguíneo desde que publicó LPGC a Powah, Introspectivos, 3 Am, Aló o comandara el ep Highkili Airlines, y de que su madre no supiera a qué se dedicaba, ahora «tiene sus recortes de periódicos con mi cara y está más que enterada de a lo que me dedico, es mi fangirl número 1».

Aunque tiene en bucle al francés Biga*Ranx y admira por su versatilidad al británico Donae’O, no hay una fórmula premeditada: «Escucho el ritmo y, si me entra, pues sale solo, intento no darle muchas vueltas a lo que escribo, ni siquiera una vez grabado. De hecho, si escuchas mis temas bien puedes ver que hay palabras mal dichas, unas a conciencia y otras por error. Si lo mareas mucho, creo que pierde bastante esencia el acto de crear en sí». Con un sonido ido entre la electrónica, el rap, el reguetón y sus variantes, sacó su primer disco en 2019, Fusta, pero el inicio se remonta mucho más atrás

Highkili en una sesión. LP / DLP

El caos de la escena canaria

Kilian González Legaza, de 29 años, responde a Highkili después de ordenar su historia por capas. Entre las vivencias familiares en la Vega de San José, comenzó la marcha cuando con un grupo de colegas formó el colectivo Bong en Escaleritas, donde intercambiaban gustos «conspirando sobre nuestro futuro». Luego, vino Woodhands, fundador de la plataforma Pub Peluka’s, quien es hoy su padrino musical y cambió el devenir, «con él y las raves forjé la parte DJ». Entonces, apareció Öpera: «Nace de la necesidad que veíamos en la isla de una fiesta en la que hubiese un espacio seguro para todo tipo de personas, queríamos darle un sitio a gente que no tenía dónde salir, tal vez que solo iban a raves y después entraba en clubs donde, de verdad, que ni a mí me dejaban por las pintas, con una propuesta musical un poco más arriesgada». Los prejuicios de los espacios nocturnos son, en ocasiones, normas asumidas que priman los estereotipos, por lo que buscaron una vía donde la expresión brillara libre.

Músicos, artistas, productores, gente sin pretensiones, le han dado oportunidad de reflexionar sobre los espacios y cómo inundarlos, tal y como hizo en la charla dada en el proyecto Bailar La Ciudad en un momento en el que la explosión cultural en las Islas es palpable. La escena canaria está en eclosión y la define como «espontánea, organizada, caótica e impulsiva, creo que ese es su mayor atractivo y, a la vez, su perdición». «El caos es caos porque no se puede controlar. Si lo hicieras, dejaría de serlo, pero creo que tanto caos pone una fecha de caducidad muy temprana. Es muy común ver tantísimo talento que se pierde por la falta de confianza en sí mismos, por la falta de comunidad entre nosotros también. Esto último poco a poco se está sanando, veo grupos jóvenes que están haciendo de la unión el poder más fuerte y la caracteriza porque se les conoce fuera», enfatiza.

Hace poco anunció por redes que dejaba su trabajo de camarero. Responde a la incertidumbre con el trote que persigue su trayectoria: «No es la primera vez que dejo un trabajo después de un tiempo para poder girar y hacer música. La realidad es que no soy un artista de números grandes ni genero muchos euros en plataformas. Entonces, tengo que hacerlo de esta manera. Cuando vuelvan las vacas flacas, si es que vuelven, pues vuelvo a trabajar. Ahora es momento de dar shows y hacer música». 

Las redes sociales amplifican su actividad y reconoce que son indispensables, a pesar de que no las usa tanto como debiera. La pantalla es un sino para los artistas que saben que el negocio se mueve a partir de la generación de contenido audiovisual y me gusta. Por ejemplo, su salto al escenario con Cruz Cafuné en el concierto de la discoteca Sotavento fue ampliamente reproducido y conoce a quienes despuntaron con Cayó la noche, «la relación con los pibes, sobre todo la nueva generación, es buena, los apoyo y admiro, creo que son claro ejemplo para el artista que quiera hacer música comercial». 

Decidió apostarlo todo por y para la música. Siempre cae y nunca se arrepiente. «La música es mi vida, es la cura y es la enfermedad. Me ha dado casi toda la familia que elegí. He hecho música con artistas que he escuchado o pinchado desde hace años, he podido hacer sinergias con artistas de diferentes ramas, he podido salir numerosas veces de la isla gracias a ella, cuando nunca había podido hacerlo antes, y me ha ayudado a crecer como persona, me ha dado confianza en mí mismo. Creo que es lo mejor que tengo… Que tenemos».

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