Entrevista

Ángeles Caso: "La historia del feminismo es épica, pero muy distinta de la épica patriarcal"

"El primero que alzó la voz en la España del XVIII a favor del género femenino fue un hombre, de Iglesia y muy nuestro, el Padre Feijoo"

Ángeles Caso.

Ángeles Caso. / Juan Plaza

Tino Pertierra

La escritora asturiana Ángeles Caso abarcó en 'Las olvidadas' la historia de las mujeres desde la Edad Media hasta finales del siglo XVII. Y ahora publica 'Las desheredadas', sobre los siglos XVIII y XIX. "Es el segundo volumen de una obra conjunta de reescritura de la historia cultural del género femenino, ese que, según el relato habitual, nunca aportó nada", explica.

¿De qué se enorgullecían las pintoras del siglo XVIII?

De su talento y de su éxito. En el XVIII hubo muchas pintoras que triunfaron en toda Europa (menos en España y Portugal), sobre todo como retratistas. Las mujeres y los hombres más importantes posaban para ellas con toda normalidad, pagándoles auténticas fortunas a cambio de su obra.

¿Qué ambicionaban las ilustradas?

La instrucción, la instrucción, una y otra vez. La educación de las mujeres fue durante siglos una lucha de poder. Los hombres se negaban a que aprendiésemos nada, porque temían que, si sabíamos tanto como ellos, perderían el dominio sobre nosotras. Las ilustradas no fueron las primeras en alzar la voz para reclamar educación, pero lo hicieron con una fuerza especial.

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¿Cómo se traicionó a las revolucionarias?

Guillotinándolas y encerrándolas en manicomios pero, sobre todo, negándoles la condición de sujetos políticos que ellas reclamaban. Las democracias burguesas que nacieron de la Revolución francesa no quisieron reconocernos nuestros derechos como ciudadanas, y nos colocaron textualmente en el mismo espacio que ocupaban los menores de edad y los "discapacitados". Ahí es donde figuramos en el Código Civil de Napoleón, que fue imitado en todas partes.

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¿El rechazo masculino era general o había excepciones?

Había excepciones, claro, pero no eran muchas. La primera persona que alzó la voz en la España del XVIII a favor del género femenino fue un hombre y, además, un hombre de la Iglesia y muy nuestro, el Padre Feijoo, que escribió a favor de las mujeres desde su celda del monasterio de San Vicente en Oviedo. Toda mi admiración, fray Benito...

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Escribir sin que nadie lo supiera, ¿una tragedia literaria?

Más personal que literaria, pienso. Una frustración gigantesca, supongo. Publicar bajo un seudónimo masculino o bajo la perversa condición de "anónimo" porque eres mujer y no está bien visto que escribas debe de generar una rabia interior que no puedo ni imaginar.

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¿Desde los márgenes se crea de forma distinta?

Yo diría que solo se crea desde los márgenes. No conozco a ningún creador o creadora, ni del pasado ni del presente, que no sea alguien que vive en lo periférico. Los que se sienten instalados en el centro puede que escriban, pinten o dirijan películas, pero eso no quiere decir que estén realmente creando. Ahora bien, poblar los márgenes también tiene sus límites… A muchas de estas mujeres no las dejaron ni siquiera estar ahí. Las empujaron al vacío.

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¿Sería distinta su obra artística sin las mordazas?

Estoy completamente segura de que sí. Aunque tampoco debemos pensar que las mordazas solo se dirigieron contra las mujeres. El poder también ha amordazado a muchos hombres. Lo que ocurre es que con ellas lo hacía por defecto y siempre, hasta tiempos muy recientes.

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¿La historia del feminismo es épica?

Radicalmente épica, sí. Pero nuestra épica es muy distinta de la tradicional, la patriarcal. El feminismo es un movimiento conjunto y sucesivo de heroínas que no han dejado ningún cadáver sobre el planeta. No ha habido sangre, ni prisioneros, ni esclavos, ni torturas. Eso es muy hermoso y me hace sentirme muy orgullosa de mi género.

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¿Cómo nace el feminismo español?

Como idea –"Los hombres no nos dejan vivir, rebelémonos"– es algo que se pierde en el tiempo, pero hay figuras históricas que lo representan muy bien, desde Isabel la Católica o Santa Teresa hasta María de Zayas y Josefa de Amar. Como movimiento organizado y con ese nombre, hay que esperar a finales del siglo XIX, cuando las mujeres de las clases medias y las trabajadoras empiezan a hartarse de su situación. Es algo más tardío que en otros países, pero arranca con mucha potencia, hasta que llega el franquismo y lo arrasa.

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Si Shakespeare se llamara Guillermina...

¿Qué hubiera pasado si el mundo no se hubiera perdido durante siglos y siglos todo el talento, la inteligencia y la capacidad de tantas y tantas mujeres? Me dan ganas de llorar al pensarlo...

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¿Por cada caso que expone hay cientos desconocidos?

Seguro que sí. Si contemplamos el pasado a través de todo lo que hemos leído, vemos un mundo lleno de hombres haciendo cosas valiosas (o terribles) y, a su lado, una gigantesca masa gris amorfa y anónima, que corresponde a la mitad de la población, el género femenino en su conjunto. Es un vacío tan inmenso que, a pesar del esfuerzo que estamos haciendo por iluminarlo y nombrarlo, quedan infinidad de huecos por rellenar.

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¿Cómo se manifiesta hoy la miopía patriarcal?

En buena medida, igual que en el siglo XIX, cuando aquellos hombres tan sabios y tan patriarcalmente miopes crearon el relato historiográfico que todavía estamos recibiendo ahora. Observe el territorio que quiera, reales academias, cátedras y rectorados, dirección de museos e instituciones culturales, grandes premios prestigiosos... ¿Cuántos nombres de mujeres hay en los libros de texto que estudian nuestras niñas y niños? En las escuelas de Bellas Artes de este país el alumnado sigue estudiando la Historia del Arte de Ernst Gombrich, un libro de 900 páginas en el que no se menciona a ninguna mujer. Y ahí sigue, como manual de referencia.

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¿Quién fabrica el relato domina la trampa?

Eso es lo que pretende. Pero a veces las trampas atrapan también a sus inventores. Confiemos…

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¿La burguesía fue peor que el Antiguo Régimen?

Sin duda. El Antiguo Régimen podía ser misógino, pero esa misoginia reconocía en el fondo el poder y la capacidad que podían tener las mujeres, y que a menudo tenían de facto. La burguesía se inventó una trampa terrible, disimuló la misoginia bajo gasas y tules, convirtiendo a las hijas de Eva pecadoras por naturaleza del pasado en los ángeles del hogar sin seso ni sexo. E inventó el peligrosísimo mito del amor romántico para que deseáramos ser esos ángeles. La crueldad de ese discurso, que perdura hoy, es enorme.

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¿Por qué creadores masculinos brillantes se volvían canallas al abordar el género femenino?

Existen diversas respuestas, pero hay una muy básica que creo que sirve para explicar el patriarcado en su conjunto. Por lo que sabemos a día de hoy por las investigaciones en Mesopotamia, el patriarcado nace –probablemente, muy despacio– cuando nace la propiedad privada. ¿No será que los hombres quieren controlar el cuerpo y la mente de las mujeres porque tienen miedo de que los hijos que los van a heredar no sean realmente sus hijos...? Creo que ese miedo ancestral siempre ha estado ahí y ha afectado incluso a las mentes masculinas más brillantes, aunque no fuesen conscientes de ello.

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¿Cómo lucharía Ángeles Caso en aquellas épocas?

¿Cree que ya no tengo que luchar por vivir en 2023? Lo nuestro, lo de las mujeres, sigue siendo mucho más difícil que lo suyo, lo de los hombres. ¡Imagínese lo dificilísimo que es!

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