Era un día para madrugar, porque era un día especial. Y así lo hicieron un grupo de más de medio centenar de aficionados amarillos, la mayoría de ellos pertenecientes a la Peña Germán Dévora de Vecindario, porque era el día en el que llegaban al aeropuerto de Gran Canaria, en Gando, unos jugadores que ya son leyenda viva de la UD Las Palmas. Los ´argentinos magníficos´ son historia de la entidad amarilla y así se lo reconocieron desde temprana hora, aún estando ellos en el aire, con sus cánticos aquellos aficionados.

La mayoría de ellos, por no decir la totalidad, no vieron jugar a ninguno de ellos, por razones generacionales, pero a pesar de ello, no cejaban en entonar, además del ´Pío, pío´, otros cánticos en los que se escuchaban frases como ´Los argentinos son el orgullo del canarión´; ´Son de los nuestros, son de los nuestros, esos argentinos, son de los nuestros´; ´Estos argentinos, amarillos son´; y algunos otros que marearon a algunos de los trabajadores de la zona aeroportuaria de llegadas, todos ellos arengados por el presidente de la peña, Juan Pérez Melián, y al que respondían sus fieles peñistas al unísono y a voz en grito.

Los primeros en tomar tierra en la Isla fueron Carlos Manuel ´El Puma´ Morete y Miguel Ángel Brindisi, quienes dieron la bienvenida Germán Dévora (el abrazo entre ellos fue realmente emotivo), en su condición no sólo de excompañero, sino de presidente de honor de la entidad, junto al vicepresidente Nicolás Ortega.

Además, acudieron también los consejeros Rafael Méndez y Antonio de Armas, así como el responsable de la Fundación de la UD, Carmelo Pérez, un ajetreado responsable de prensa, Pedro García y su compañero Daniel Carnevali.

La cercanía y el cariño -que fue recíproco, porque los aficionados amarillos también lo demostraron al segundo máximo goleador histórico del club así como a uno de los mejores centrocampistas que ha tenido en su historia-, con que se mostraron tanto Brindisi como Morete con los aficionados, era lo que destacaba no sólo Juan Pérez en el aeropuerto, sino también los que se dieron cita con posterioridad en el hotel Santa Catalina, donde realizaron la rueda de prensa, porque repartieron sonrisas, abrazos, autógrafos y poses para fotografías con cuantos quisieron acercarse a solicitarlo.

La Peña, que poco antes había cantado a su ídolo ´Germán, a ti te adoramos, te adoramos´, se hacía fotos y más fotos con los dos futbolistas argentinos, pero no paraban de cantar, ni tampoco de dar y recibir abrazos.

Hasta que la expedición partió en un microbús con destino al hotel de la capital grancanaria donde quedaron alojados.

Apenas cuarenta y cinco minutos después llegaba Quique Wolff, acompañado de su esposa, y aunque el número de aficionados decayó, el cariño y la gentileza fue el mismo que el que demostraron sus compatriotas, incluyendo a Teodoro Fernández, que llegaba casi una hora después de haberlo hecho Wolff -procedente de la vecina Tenerife- y al que recibió el consejero Rafael Méndez, encargado de trasladarle desde el aeropuerto al hotel, donde asimismo se fundió en un abrazo con los restantes compañeros una vez estuvieron juntos.

A lo largo de la mañana, las anécdotas y las bromas, incluso cuando a todos ellos se sumó Ernesto Aparicio, ´El Capi´, fueron desgranándose de a poco, como cuando Fernández le dijo con cara muy, pero que muy seria, a Nicolás Ortega: "señor vicepresidente, ¿nos trajo unas espinilleras?", y éste, casi que siguiendo la broma, señaló "sólo dos". Entonces, Teodoro sentenció: "Bien, son las que necesito, una para por si viene ´el Loco´ Páez y otra para si aparece ´el Negro´ Félix, que dos criminales para darme patadas!"; para, mientras los presentes reían a carcajadas, añadir: "ya se lo he dicho a él, pero jamás vi un ser humano más feo".

Eran las bromas que se gastaban en un vestuario superunido, como demostrarían luego quienes acudieron a la cena que tuvieron en La Marinera y que más que futbolistas, que los eran y buenos, eran una gran familia donde las bromas no estaban, en absoluto, reñidas con el respeto, profundo respeto que todos se han profesado a lo largo de todos estos años. ¡Y han pasado 37 desde que estuvieron todos juntos como lo hicieron en la noche de ayer!.