Rostros para unas siglas

LA PROVINCIA/DLP pone nombre y rostro a cada una de las letras que identifican a las personas aglutinadas bajo la abreviatura LGTBIQ+ reuniendo en Canarias a seis miembros del colectivo más diverso

De izquierda a derecha, Auxi Campos, Santiago García, Nailah Mutty, Gladys Guerra Carballo y Al Adamant.

De izquierda a derecha, Auxi Campos, Santiago García, Nailah Mutty, Gladys Guerra Carballo y Al Adamant. / José Carlos Guerra

Con el objetivo de poner cara a quién es quién dentro del colectivo LGTBIQ+, el periódico reunió esta semana del Orgullo a seis hombres y mujeres de Canarias cuya identidad sexual y de género conforman las populares siglas que, en algunos casos, suponen un galimatías para los neófitos, de ahí que sean los protagonistas de este reportaje quienes, a través de su propio dicurso, expliquen su condición.

Coincide este trabajo que publicamos hoy con una creciente preocupación por parte de lesbianas, gays, transexuales, intersexuales, bisexuales o queer ante los discursos de odio que la extrema derecha promulga, en especial contra las mujeres y hombres transexuales.

La presidenta de la Federación Estatal LGTBI+, la tinerfeña Uge Sangil, recuerda que «justo hace 5 años, en 2018, la ultraderecha irrumpió en las instituciones públicas, en concreto en el parlamento andaluz, y viralizó su discurso racista, machista y LGTBIfóbico. Desde entonces», explica, «los discursos de odio se han radicalizado en nuestro país y las agresiones contra el colectivo han ido en aumento, tal y como revela el último informe del Ministerio del Interior que habla de un incremento del 70% en delitos de odio por orientación sexual y/o identidad de género», apunta. En ese lustro, entre 283.000 y 325.000 personas LGTBI+ fueron víctimas de agresiones por su orientación o identidad sexual en los últimos cinco años. Se trata de una de las conclusiones de la encuesta Estado LGTBI+ 2023, elaborada por 40db para la Federación Estatal LGTBI+. Los datos ponen de manifiesto también que son las personas trans y las mujeres quienes más sufren esta discriminación.

Durante la sesión de fotos realizada en uno de los estudios de la redacción no pasa desapercibida esta situación «preocupante», como ellos mismos lo definen. «No se puede volver atrás», añade alguno de los participantes que cuando en 2005 se aprobó el matrimonio igualitario en España no tenía ni cinco años de edad.

«No entendemos este país sin esa libertad hacia las mujeres y los hombres del colectivo», confiesan al poco de aterrizar en la isla, una procedente de Fuerteventura, otros dos llegados de Gran Canaria y dos más que vienen de Tenerife. «Está bien explicarnos nosotras mismas para que se nos entienda bien», dicen sobre su participación en este reportaje.

Auxi Campos: «Mi orientación es una verdad incontestable»

Natural de Gran Canaria, tiene 42 años y es autora y creadora de ‘Entropía Consulting’. «Hoy agarro bien la ‘L’»

Auxi Campos.

Auxi Campos. / José Carlos Guerra

La letra ‘L’, la primera del acrónimo del colectivo, representa a las mujeres lesbianas. El lesbianismo hace referencia a la homosexualidad femenina, es decir, a las mujeres que experimentan amor romántico o atracción sexual por otras mujeres. La palabra lesbiana viene de lesbio ‘natural de Lesbos’, por alusión a Safo. Históricamente sufren una doble discriminación, por mujeres y lesbianas. Fue una mujer, Stormé DeLarverie, la que prendió la mecha de las revueltas del Stonewall Inn, el 28 de junio de 1969, germen del Orgullo LGTBIQ+, al lanzar la primera piedra contra la policía. La grancanaria, Auxi Campos, de 42 años, se identifica como lesbiana. Es autora y cocreadora de Entropía Consulting; una Consultoría Editorial y Diseño Gráfico, una empresa «donde acompañan desde el punto cero de la creación de una obra u idea hasta su ejecución final. Pon orden al caos o viceversa», como ella misma explica. «Para poner un poco de orden a este posible caos. Yo siempre lo supe, quizás desde que tenía tres años. Nunca conocí como se Ilamaba, en los 80 aún no era fácil poner nombre a las cosas. Cuando fui capaz de contárselo a mi madre (estaba viendo Ellen, de Ellen DeGeneres, en la 2 de TVE), jamás tuve miedo verbalizarlo ante ella, el siguiente paso fueron mis amigas, ahí temblé más porqué quizás, en silencio, amé a alguna de ellas. Los tiempos, la confusión, ya sabes, aún así no tuve miedo de que las palabras salieran una detrás de otra. Seguía siendo yo, pero otro yo más que se suma a los fragmentos que construyen mi identidad. Hoy agarro bien L, me abrazo, la paseo, la elevo por encima de mí para contar que; ésta también es mi forma de ser y estar en el mundo, que mi orientación no es sólo un derecho humano sino una verdad incontestable», afirma con rotundidad.

Santiago García: «La diversidad es la esencia del colectivo»

Tiene 22 años nació en Gran Canaria y reside en Tenerife. Estudia Antropología Social en la Universidad de La Laguna

Santiago García.

Santiago García. / José Carlos Guerra

La ‘G’ representa a los hombres gays que son los que experimentan una atracción romántica, emocional y sexual por otros hombres. Es quizás la parte más visible del colectivo, centrando a veces el foco mediático en detrimento del resto. Santiago García tiene 22 años y se identifica como hombre gay. Reside en Tenerife pero nació en Gran Canaria. Es estudiante de Antropología Social y Cultural en La Universidad de La Laguna (ULL) y activista LGTBIQA+. «Dentro del colectivo pertenezco a la que posiblemente sea para muchxs la letra con mayor visibilidad (G), aunque a mi parecer, aún quedan muchas G por visibilizar (dejar de reproducir la imagen normativa y hegemónica del hombre gay cisgénero, blanco. Europeo…). Como gay, mi experiencia es personal y única y, por tanto, mi forma de expresarme, identificarme, sentirme, proyectarme y un largo etcétera, no tiene porqué ser exactamente la forma en la que lo hagan todas las “G” del colectivo. Ser gay significa que te sientes atraído emocional, romántica y/o sexualmente por personas del mismo género», explica García. Apunta que «siento que a pesar de todo lo que hemos avanzado como colectivo (gracias al legado que han dejado otrxs antes de nosotrxs), aún queda mucho por pelear y defender. Haber crecido identificándome como parte del colectivo y, por tanto con su lucha y resiliencia, ha marcado mi forma de ser y de pensar (como defensor de los Derechos Humanos)». Por eso considera que «es importante reiterar que la diversidad es la esencia de la comunidad LGTBIQA+ y que no todos las ‘L’, ni las ‘G’, ni las ‘T’… somos iguales. Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias historias, desafíos y perspectivas. Al igual que cualquier persona, tenemos una variedad de intereses, personalidades y aspiraciones. Ser gay es solo una parte de quiénes somos y nuestra orientación sexual no define completamente nuestra identidad».

Nailah Mutty: «Nadie nos puede arrebatar la felicidad»

Tiene 24 años y es natural de Gran Canaria. Ha cursado estudios de Administración y Finanzas

Nailah Mutty

Nailah Mutty / José Carlos Guerra

La ‘T’ da visibilidad al colectivo trans, paraguas que engloba a todas las personas que se identifican con un género diferente del asignado al nacer o que expresan su identidad de género de manera no normativa. Es una de las partes del colectivo más perseguidas y discriminadas. La identidad de género hace referencia a la experiencia personal de ser hombre, mujer o de ser diferente que tiene una persona; la expresión de género se refiere al modo en que una persona comunica su identidad de género a otras a través de conductas, su manera de vestir, peinados, voz o características corporales. Nailah Mutty, natural de Gran Canaria y de 24 años, se identifica como mujer trans. Ha estudiado Administración y Finanzas. «Para mi transicionar es el camino que uno debe seguir para sentirse cómodo y seguro con lo que quiere ser. Esto no tiene porque llevar intrínseco una hormonación u operación de resignación de sexo, creo que cada uno debe descubrir en qué punto quiere dejar este duro pero bonito camino. Hay que tener muy claro quién quieres ser para tomar una decisión tan importante. En mi opinión se debe tomar con la cabeza bien alta, porque nadie nos puede arrebatar la felicidad con la que nos despertamos cada día siendo la persona que llevamos soñando desde que somos pequeños», expone. El colectivo ha vivido en los últimos tiempos una oleada de bulos y odio, lo que se denomina transfobia. «Para concluir creo que la letra T debe tener más referentes, puesto que todavía siguen habiendo niños que no saben lo que quieren ser, pero tienen claro que el cuerpo que les pertenece no es el mismo con el que han nacido. Debemos seguir siendo visibles y abriendo camino para los que llegan y agradeciendo a los que han luchado por nosotros. Esto también es la letra ‘T’, la resistencia», añade.

Gladys Guerra Carballo: «Siento que perdí parte de mi vida»

Natural de Fuerteventura, tiene 29 años y estudió Turismo. Es coordinadora del grupo Bisexual de Altihay Fuerteventura

Gladys Guerra Carballo

Gladys Guerra Carballo / José Carlos Guerra

La ‘B’ representa al colectivo bisexual, también llamados ‘bi’. Son personas que se sienten atraídas emocional, romántica y sexualmente hacia personas de cualquier sexo. Para algunos bisexuales, el grado y la forma en que se sienten atraídos hacia personas de diferentes sexos puede cambiar a lo largo de su vida. Algunos utilizan otros términos como pansexual, polisexual o fluido. Es uno de los colectivos hacia los que hay más incomprensión, incluso dentro del propio colectivo. Pueden ser objeto de bifobia, que es el miedo odio o aversión irracional hacia las personas bisexuales. Gladys Guerra Carballo, 39 años, residente y nacida en Fuerteventura se identifica como mujer bisexual. Estudió Turismo, posteriormente ejerció de asistente a la producción de cine y televisión y como docente de la formación para el empleo. En la actualidad está desempleada. Además, es activista LGBTI y coordinadora del grupo Bisexual de Altihay Fuerteventura, recién creado y en pleno crecimiento de miembros. «Entré en el activismo a través de la escuela de activismo de Altihay, aunque hacía mucho que buscaba implicarme en el colectivo como forma de visibilizar mi orientación sexual. Mi propósito al visibilizarme es ser el referente que lamentablemente yo no tuve en mi juventud e infancia. Esa falta absoluta de referentes y de información sobre orientación sexual hizo que para mí fuese muy confuso sentirme atraída por personas de diferentes sexos. Eso me ha dejado la sensación de haber perdido una parte importante de mi vida, que habría sido muy diferente de saber lo que sé a día de hoy. No quiero que las próximas generaciones pasen por eso, quiero que puedan tener la información y los referentes necesarios para saber que lo que les pasa es normal y completamente válido», afirma.

Al Adamant: «Estad orgullosas y sed auténticas»

Tiene 25 años, es jurista y abogada y se definde como ‘queer’. «He crecido toda mi vida sintiéndome diferente»

Al Adamant

Al Adamant / José Carlos Guerra

La ‘Q’ hace referencia a la palabra queer que describe una identidad de género y sexual diferente a la heterosexual y cisgénero. Las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero pueden identificarse con esta palabra. A veces se usa para expresar que la sexualidad y el género pueden ser complicados, cambiar con el tiempo y no encajar del todo en una identidad u otra, por ejemplo: ser hombre o mujer, o ser gay o hetero. Antes, se usaba (y a veces todavía) para despreciar y faltarle al respeto a las personas LGBTQ. Sin embargo, cada vez hay más y más personas que la usan con orgullo para identificarse a sí mismas. Por eso, no se puede llamar queer a nadie a menos que se sepa que la persona se siente bien al respecto. Lo mejor es preguntar qué etiqueta prefieren, si es que quieren alguna. Este es el caso de Alberto Carpio, más conocida como Al Adamant. Tiene 25 años, nació y creció en Santa Cruz de Tenerife. Es jurista y abogada. «De todas las letras LGBTQ+, aquella que más le representa es la Q de queer o la Q de ¡qué reinona!», afirma. «He crecido toda mi vida sintiéndome diferente, vistiéndome atípicamente y explorando mi expresión de género, incluso cuando no sabía lo que ello significaba. Jugaba con muñecas, me maquillaba, me ponía los vestidos de mi madre y no entendía porqué no podía salir a la calle siendo como yo quería ser. Y es que yo no quería ser un hombre ni una mujer: yo quería ser yo», explica sin ambages. «Ser queer es sinónimo de búsqueda, sinónimo de encontrarse incómodo con lo que te rodea y tener la necesidad de explorar más allá de los límites socialmente establecidos. Ser queer es sentir miedo por lo desconocido, pero estar segura que cada paso lo haces por y para tu comodidad. Estad orgullosas y sed auténticas, pero lo más importante: sed queer», sentencia. 

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