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Arucas

Houston, aquí Bañaderos

Un equipo del instituto del pueblo costero de Arucas pasa a la final nacional de la First Lego League | Competirán los próximos 23 y 24 de marzo en la isla de Tenerife

El equipo al completo, con su profesora Migdalia Pérez, en el centro, ante el panel de misiones de la First Lego League. J. Pérez Curbelo

Diez de la mañana hora UTC en Bañaderos, Arucas. Doce científicos trabajan a destajo para engrasar la primera colonia Lego en el espacio.

La base central donde se maquina la odisea se encuentra en el taller del instituto, una suerte de MIT donde se roban las horas del recreo, de Religión, de Informática y de lo que haga falta para colocar en algún planeta por determinar invernaderos, telescopios, radares y sistemas de transportes que faciliten la vida humana en el espacio exterior.

De momento, los avances científicos, el programa de trabajo conjunto y los chismes propiamente dichos ya les ha valido al equipo pasar a la final nacional del torneo First Lego League, disputado el pasado 23 de febrero en Tenerife frente a 26 formaciones de todo el territorio nacional.

Pero, ¿qué es la FLL? Una golosina adictiva para alumnos de entre 10 a 16 años con la que descubren la diversión que ofrece la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas mientras resuelven problemas de cierta enjundia.

Cada año el reto es diferente. Y éste ha tocado instalar una estación espacial más arriba de Artenara, en algún planeta sin definir. Para ello tienen que resolver tres asuntos.

El primero, diseñar con las piezas de Lego y sus unidades robóticas una serie de elementos, como antenas de satélites, elevadores, bases y transportes -lo que incluye trajinar con software-, para superar quince 'misiones' espaciales sobre un panel que es el mismo para todos los equipos.

Esto supone ir afinando durante meses el desarrollo de los elementos para que en el día de la prueba no falle un chisme. No solo hay que dotarlos de ruedas, motores, movimientos y meneos, sino ir a la vez pautando el programa informático para que actúen con una determinada fuerza y en un tiempo también definido para ir superando desafíos como tirar una bola y que entre justo en su sitio, o que el traslado de un transporte no descuajeringue una antena o el invernadero, todo ello con precisión de casi milímetros para sortear lo que ahora parece el cráter de una luna remota.

Con los robots hay que cumplimentar el día de la competición un total de 15 misiones por panel, y que hay que ejecutar en un tiempo de menos de dos minutos y medio. "Y ahí se pasan nervios", como asegura el equipo de Bañaderos.

Pero no es este el principal escollo, porque cuentan tanto o más que ésta, las otras dos propuestas.

La de defender los valores del trabajo en equipo ante un jurado, entre los que se incluyen aspectos como el proceso de descubrimiento, el cómo se ha llevado a cabo la propia investigación, o qué medidas se han tomado para cumplir con aspectos como la inclusión.

Y por último, el de presentar un proyecto científico acorde con la misión, espacial, en este caso.

De ahí que echar un rato en el taller Houston de Bañaderos es teletransmutarse a otra dimensión. Porque las conversaciones tiran a lo alto.

Aquí no se habla de si Ronaldo se majó un ñoño. No. Sino de cómo introducir un sistema de hidroponía en los invernaderos y el cómo hacer para que el agua de riego permanezca en movimiento continuo en gravedad cero. ¿Quizá presurizando el sistema de distribución?, propone alguien.

O qué tal la idea de incorporar a los cultivos el trabajo de peces que, a la vez que pueden ser una valiosa fuente de proteínas allá lejos, fertilicen a unos cultivos de algas en un circuito cerrado.

Pues habrá que hablar con el Instituto Tecnológico de Canarias, o con el Instituto de Ciencias Marinas de Taliarte, que de eso saben un rato.

Según la propia exposición de motivos de First Lego League, certamen que cuenta con colaboradores tecnológicos tan punteros como la propia Airbus, además de más de veinte universidades de España, "el programa inspira a los jóvenes a crear ideas, resolver problemas y superar obstáculos, a la vez que les permite ganar confianza en el uso apropiado de la tecnología y aprender procesos de diseño propios de la ingeniería'.

Y tal es así, que en el grupo formado en el instituto de Bañaderos ya hay alguno de sus miembros, Daniel González, que tira para la Ingeniería Aeroespacial, o al menos, esa es su querencia de momento. La profesora de Tecnología Industrial Migdalia Reyes ejerce de comandante en jefa de la patrulla, formada además de por el ya citado Daniel, por Verónica Bico, Lucas Turón, Carlos Falcón, Isasi Cordero, Adriana García, Abraham Segura, Hugo Domínguez, María Cárdenes, Javier Gómez y Jorge Rodríguez.

Pero resalta que este logro de su tropa se suma a otros de años anteriores, ya que la iniciativa parte del anterior director del instituto, Gustavo Raya Casero, que fue el que tuvo la ocurrencia de incorporar al centro a estos torneos desde hace cinco años.

Es cierto que el puesto alcanzado por el instituto de Bañaderos es el mejor hasta ahora, matiza, pero no olvida que lo hecho anteriormente ha sido la base para culminar éste, "porque los alumnos antiguos enseñan a los nuevos", que se van renovando curso tras curso.

Asegura que como profesora, sólo los guía, "pero los que trabajan son ellos", y ellos sostienen que más que un trabajo es un auténtico enganche y que a la menor oportunidad tiran para un taller que acumula trastos, herramientas, cables, pilas, ruedas, cojinetes y cajas y cajas de piezas Lego.

La próxima cita, la del certamen nacional, se celebra también en Tenerife, el fin de semana de los días 23 y 24 de marzo. Parece que aún queda algo de tiempo, pero no. El equipo sigue dale que te pego ensayando la fórmula del ensayo-error. El también llamado método heurístico, que es el mismo que ha permitido pasar al mundo de la chancla primigenia a la astronáutica del XXI.

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