Festival Internacional de Folclore de Ingenio

Un taller para que niños y niñas aprendan platos rápidos saludables

El cocinero ingeniense Francisco Romero abre mañana el Festival Internacional de Folclore

El cocinero ingeniense Francisco Romero.

El cocinero ingeniense Francisco Romero. / Patricia de Pablo

El cocinero ingeniense Francisco Romero ofrece mañana, a partir de las 11:30 horas, en la Plaza de la Candelaria de Ingenio, un taller de cocina participativo en el que tendrán unos invitados muy exigentes: un grupo de niñas y niñas que descubrirán cómo se elaboran tres platos rápidos saludables, una ensalada de cítricos, una peya de gofio dulce de plátano y un sencillo postre elaborado con galletas, leche condensada y coco rallado. Romero, que ha estado vinculado a la hostelería desde muy joven, es un entusiasta de la formación que ha renunciado a trabajar la restauración propia, desde que hace veinte años se comprometió como profesor de cocina con la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

Pero su compromiso va más allá. Forma parte del colectivo sin ánimo de lucro Cocina en Acción, que colabora de manera altruista en proyectos solidarios con asociaciones vecinales o en episodios provocados por catástrofes como la del pasado incendio que asoló Gran Canaria suministrando los menús diarios.

«La cocina me atrapó y cautivó. En ella siempre descubro cosas y procesos nuevos. Para un chef, en cocina, la recompensa es inmediata. Trabajas y elaboras un producto, ves cómo se cocina poco a poco, cómo huele, lo pruebas una vez acabado, y enseguida descubres el resultado cuando te lo llevas a la boca. Es un complejo ejercicio de búsqueda alrededor de los atributos verdaderos de los ingredientes».

Romero, señala que el taller pretende «revalorizar el gofio como producto, el uso de los frutos secos, la fruta, las hortalizas y los hábitos saludables en la alimentación, buscando la proactividad y participación de los niños y niñas que acudan a esta singular experiencia gastronómica». El cocinero cree que la educación gastronómica en las edades tempranas «es fundamental porque los jóvenes son el futuro». Recuerda que su familia siempre ha recogido papas de la tierra y que su madre, siendo niño, lo enviaba a recoger al huerto las verduras con las que cocinaba los estofados. «Cuando olía a yerbahuerto todo el barrio sabía que mi madre estaba haciendo caldo de pescado», rememora. «A mis alumnos siempre los obligo a que toquen la albahaca y que luego se huelan la mano. Es materia viva que nos ayuda a conectarnos sensorialmente con la dimensión y la esencia de nuestro trabajo. Aromas, texturas… todo forma parte del rito de la cocina», añade.

Para Romero, los costes añadidos de la insularidad están reventando los precios de la cesta de la compra, «un aspecto que incide en los modelos de alimentación y consumo de muchas familias canarias sin recursos. Es un verdadero problema que está convirtiéndose en un problema vinculado a la salud, con el consumo uniforme de productos procesados puestos a disposición del consumidor en los lineales de las grandes cadenas de supermercados», advierte. «La globalización va acompañada igualmente de una serie de daños colaterales, así como la crisis climática que arruina cada vez a menudo las producciones agrícolas. Este año apenas hemos podido contar con aceitunas de mesa o producción de aceite en Gran Canaria. Lo que hay es del año pasado», sostiene el cocinero que es partidario de trabajar el producto ecológico siempre y cuando garanticemos de su procedencia en función de la declaración de una zona ecológica. «De nada sirve que un agricultor apueste por lo ecológico si su finca está atrapada en una franja intermedia entre otras que han optado por mantenerlas a cascoporro con productos fitosanitarios. Solo por la contaminación natural del aire la finca ecológica se verá siempre afectada».

«La cocina canaria está gozando de muy buena reputación. Salen cocineros jóvenes muy entusiastas y preparados. En ello ha influido también el interés por mejorar la calidad que han imprimido los productores en los últimos años, el interés por la excelencia en la formación y la exigente demanda de un consumidor que cada vez está más familiarizado con la gastronomía», propone Francisco Romero. «Hoy no basta solo con tener una buena cocina. Desde el servicio a la carta de vinos, pasando por el producto, las instalaciones o el trato al cliente, son elementos esenciales en el arte culinario como negocio de explotación».

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