Santa María de Guía

La fiesta del queso de Guía seduce el paladar de más de 6.000 personas

El Interés Turístico del evento logra que se despachen 1.300 kilos de sancocho y 300 de tortillas

Carmen Santiago y Atilio Suárez cumplen dos décadas frente al caldero del potaje de jaramaos

Segunda edición de la Fiesta del Queso en Montaña Alta

La Provincia

Trescientos litros de potaje de jaramago para alimentar a todo un ejército de amantes del queso. Desde las 10 horas del sábado, 24 horas antes de la cita con el queso en Montaña Alta, Carmen Santiago o Nena, como es conocida, y Atilio Suárez se pusieron manos a la obra para pelar y trocear cientos de kilos de calabaza, calabacín, papas y piñas, una labor que llevan juntos llevan haciendo desde hace más de 20 años. "Le seguimos guardando cariño a esta fiesta, Montaña Alta hasta la muerte", relata esta pareja mientras revuelve el potaje en la fiesta del queso celebrada ayer en este pago de Santa María de Guía.

Más de 6.000 personas acudieron ayer a la 47ª edición de la fiesta del queso, que aunque sus comienzos se remontan al año 1977, no fue hasta el año pasado cuando se denominó de Interés Turístico de Gran Canaria. Sancocho, tortillas de carnaval, un potaje de 300 litros de jaramago, papas arrugadas, arroz con leche, gofio y mucho queso para poder agradar a todos los vecinos que se reunieron en el pago del municipio. Además del potaje, según datos del Ayuntamiento, se repartieron 1.300 kilos de sancocho; 300 kilos de tortillas con miel; 250 kilos de queso de Guía y 135 kilos de papas arrugadas.

Preparar un potaje de 300 litros no es tarea fácil, pero nada que se resista a Nena y Atilio, que a lo largo de su vida han pasado por tres restaurantes, en los que siempre han estado codo con codo en la cocina. Aunque son del municipio, hace 50 años tuvieron que mudarse a la capital debido a las pocas ofertas laborales que encontraban en las medianías, pero eso no significa que hayan olvidado el lugar en el que crecieron. Después de tantos años dedicados a las fiestas, ambos esperan la llegada de un relevo generacional que parece resistirse. "Nuestro deseo es que estas fiestas sigan mejorando como hasta ahora, y que los nuevos aprendan para nosotros poder irnos tranquilos", comentan entre risas, mientras preparan el gofio y el queso en los recipientes.

Los relevos generacionales que pide este matrimonio lo ha encontrado Dionisia Hernández y Santiago Luján con sus dos nietos. Ellos comenzaron hace 15 años en la fiesta haciendo sancocho y ahora han visto como Elisabeth, de 15 años, y Alexander de 8 empiezan a coger el relevo que todos sueñan. Para sus abuelos es algo inexplicable tener a ambos preparando las bandejas para los vecinos, y para los pequeños es más de lo mismo. "Les gusta tanto venir a ayudarnos, que el niño se quedó el sábado por la noche llorando porque quería venir a ayudarnos a preparar el sancocho", relata Santiago.

Elisabeth, la nieta mayor de este matrimonio, no puede parar de sonreír mientras prepara bandejas de sancocho sin parar. El delantal de las fiestas, el pelo recogido en una trenza y una madurez impropia para su edad la hacen ser una niña especial que valora a cada minuto lo que está viviendo junto a su hermano y sus abuelos. "Sé que a ellos les hace ilusión, y a mí me pone contenta verles así de felices", dice. Su madre, Inma, asegura que ella había perdido la tradición, pero que la ha ido recuperando gracias a sus hijos y sus padres. "Para mí todo esto significa mucho, porque recordar estas fechas desde mi infancia me trae buenos recuerdos", comenta.

Orgullo y felicidad

Entre queserías, puestos de comida y parrandas, destaca el puesto de Milagrosa Moreno. Tal y como explica, fue la primera persona en participar en la fiesta del queso de Montaña Alta porque los demás queseros no se animaban a participar. "Yo trabajaba en un supermercado, pero lo dejé porque mis suegros tenían una explotación y cuando se hicieron mayores, mi marido y yo cogimos el relevo", dice. Desde entonces ya han pasado más de 30 años, y Milagrosa sigue estando presente en cada feria, algo que hace "con mucho orgullo y felicidad".

No faltaron los curiosos y amantes del queso preguntando sobre la variedad, mientras que Milagrosa atiende como puede a todos los vecinos que se acercaron en busca del mejor queso de Gran Canaria. "Normalmente, traigo entre 350 y 400 kilos de queso y suelo venderlo todo, porque aunque parezca que no, vivimos en una isla en la que el queso es muy importante para la sociedad", explica. Ella, no tiene dudas al ser cuestionada por los quesos de la zona, y asegura que es algo que "no tiene nombre". Los pastos de la zona, la textura que tienen y el aroma hacen que sean espectaculares para todo el que lo prueba.

El plan no era otro que ver a los amigos que no se ven durante el año, aprovechar la naturaleza y sentir que hay cosas que nunca cambian. "Los ojos se nos van al sancocho", dicen muchos, mientras que otros prefieren hacer la cola para hacerse con su plato de potaje, y los más pequeños no pueden marcharse sin una bandeja de tortillas con miel. María, nombre ficticio de una de las asistentes que prefiere mantenerse en el anonimato, ha regresado a Montaña Alta para vivir una de sus fiestas favoritas.

Evolución del queso

La vida la hizo agricultora, pero tuvo que dejarlo "porque no era viable, no como hoy en día". Se trasladó a Vecindario, pero eso no es ninguna excusa para volver al lugar que la vio nacer. "Cuando yo me dedicaba a las tierras, el queso casi no se valoraba, mientras que ahora es algo que siempre hay en las casas", explica junto a su hija y sus familiares más cercanos. "Ojalá Dios nos de salud a todos para volver a reencontrarnos aquí el próximo año", desea.

Familias enteras, tradiciones que siguen presente y la misma ilusión que el primer día, al menos con los más mayores. Todo era válido en un día en el que el buen ambiente reinó en Montaña Alta, donde la comida típica canaria fue el plato estrella para llenar los estómagos. Con la música tradicional de fondo, los ciudadanos que se amontonaron en el pago de Guía ocupaban aceras, escalones y rincones con el fin de disfrutar de una jornada dominical que estuvo marcada por el Día de la Madre.