"Cuando vimos el humo, salimos", hablan los scouts evacuados por el incendio de Tejeda

Los jóvenes del grupo scout Acanac mantienen la calma gracias a su preparación para enfrentarse a este tipo de situaciones de emergencia

Una veintena de burros son desalojados de un centro de recuperación por precaución

Ponen a salvo unos veinte burros afectados por el incendio forestal de Tejeda

Guardia Civil

El incendio que se inició este martes en el Pico de las Nieves provocó el desalojo de un centenar de niños que se encontraban en dos campamentos de verano. Uno de ellos organizado por el grupo scout Acanac, que se vio obligado a pasar la noche en el instituto de Santa Brígida. El fuego provocó intranquilidad entre los vecinos de los barrios más próximos a las llamas, que admitieron que sería una noche toledana para ellos.

No lo dudaron. Al ver aparecer una columna de humo sobre las montañas que rodean el pago de Camaretas, en la Vega de San Mateo, los monitores del grupo scout Acanac cogieron lo esencial y evacuaron por propia iniciativa el albergue en el que disfrutaban de un campamento de verano. Veinte niños y doce monitores fueron escoltados por la Guardia Civil hasta el local social del casco veguero, si bien pasaron la noche en el instituto de Santa Brígida, municipio al que pertenecen. Otro grupo de unos 70 que se encontraba en el campamento El Garañón, en las cumbres de la isla, también fueron evacuados ante la cercanía del incendio forestal que se inició este martes en los altos de Tejeda. En total, un centenar de chicos y chicas.

"Tenemos un protocolo de actuación en caso de incendio", aseguró el coordinador del grupo scout Acanac, Moisés Gomollón, ya desde un lugar más tranquilo. Si bien es cierto que no se pusieron nerviosos en ningún momento. Según esas reglas, lo más importante es mantener la calma y no alertar a los más pequeños. Y es que el clan comprende chavales desde los seis años hasta los 21. Los mayores, junto con los monitores, recogían lo principal para poder evacuar sin asustar al resto. Ya con todo preparado, comunican a los chiquillos que tienen que irse debido a que existe un incendio activo cerca. Así fue cómo lo hicieron este martes y todo siguió su curso sin incidentes.

Este desalojo, no obstante, no ha impedido que los scouts siguieran desarrollando sus actividades con la normalidad propia de las circunstancias excepcionales. Gomollón agradeció la disposición de la concejala de Juventud de San Mateo, Raquel Santana, que desde el principio les ofreció un lugar en el que poder quedarse tras la evacuación. Gracias a ello, los niños y niñas pudieron pasar la tarde jugando en la plaza del pueblo al "Mundo", ajenos a lo que pasaba kilómetros arriba. "Todavía tenemos pertenencias no esenciales en el albergue de Camaretas, pero esperamos poder regresar allí y concluir el campamento el día 28, como estaba previsto", señaló el monitor coordinador. Por lo pronto, este miércoles irán, tal y como estaba en la agenda, a las piscinas naturales del Puertillo de Arucas a darse un chapuzón.

Los scouts del grupo Acanac juegan al 'Mundo' en la plaza del pueblo de San Mateo tras ser evacuados por el incendio en Tejeda

Los scouts del grupo Acanac juegan al 'Mundo' en la plaza del pueblo de San Mateo tras ser evacuados por el incendio en Tejeda / D. M.

Sobre las ocho de la tarde salieron de la estación de guaguas de San Mateo hacia el instituto de Santa Brígida, en donde pasaron la noche sobre esterillas y colchonetas que puso a su disposición el Ayuntamiento de la Villa, al que agradecen la ayuda. Esto se debió a que otro grupo de personas desalojadas de sus viviendas se instalaron en el local social de la Vega. Contrataron un cáterin para darle la cena a los chicos y chicas que fueron a buscar a un restaurante del municipio. Y así terminó un día peculiar en la vida de estos jóvenes scouts.

Dormir es cuestión compleja

Por los distintos barrios de las cumbres y medianías de Gran Canaria, numerosas personas, con preocupación en sus semblantes, oteaban el horizonte en dirección al humo que salía de las montañas. Entre ellos, surgía la misma duda: ¿Llegaría el fuego hasta sus casas? "Mientras esto siga así, yo no me voy a dormir tranquila", aseguró Mila, vecina de Era de Mota, en Valsequillo. La mujer lavaba su coche con un ojo puesto en el monte, a la altura de la Caldera de los Marteles, donde a última hora de la tarde todavía se afanaban los equipos de extinción. Y tenía claro que, de aparecer el fuego "por este lado de la loma", se iría de su casa sin mirar atrás.

Sus conjeturas la llevan a afirmar que el incendio pudo provocarse por alguna colilla que entró en combustión con el ambiente seco del verano. "Alrededor de mi casa, en los últimos años ha habido dos. Y los dos empezaron igual, por un descuido", insistió. Luego se fue a buscar unos vídeos que le habían pasado por WhatsApp de los trabajos de los bomberos: "Ahí hubiera estado mi hijo, que estudia para ello, pero se fue el lunes de vacaciones a Fuerteventura".

Incendio en la Cumbre de Gran Canaria

Incendio en la Cumbre de Gran Canaria / Reuters / Borja Suárez

Mientras hablaba, se afanaba con la esponja en los cristales de su vehículo, pese a que la amenaza de la ceniza se cernía sobre ella. "Da igual, ya estaba sucio con la tierra", comentó.

En el cruce de Ariñez con la carretera hacia Cruz de Tejeda, tres personas vigilaban el avance de las llamas. Una de ellas era residente en Las Lagunetas, barrio que ya sufrió en sus propias carnes uno de los grandes incendios forestales de 2019. "En aquella ocasión, el fuego nos cogió de madrugada", recordó mientras miraba con preocupación cómo descargaban sus bambis los helicópteros contraincendios desplegados por el Cabildo insular. Aunque en realidad no quería "ni acordarse" de cómo fue aquella fatídica noche en que tuvo que dejar todo atrás.

"La experiencia nuestra nos hace ponernos a vigilar desde que vemos humo en la montaña", reconoció el hombre antes de mandar una nota de voz en la que actualizaba a un conocido cómo veía la situación desde su privilegiada atalaya. "Quizás te pasaste un poco con el lugar en el que está ahora", le conminó otra persona que estaba a su lado. Esta era una de las mejores zonas para poder verlo, ya que las autoridades han cerrado la mayoría de accesos al Pico de las Nieves desde Cueva Grande, Ayacata, Cazadores y Cruz de Tejeda. De hecho, en esta última localidad no se veía ni una sombra, más allá de los agentes policiales y de Protección Civil.

Burros a salvo

Veinte burros, con su burrito y su burra embarazada también tuvieron que ser trasladados de la Escuela Equina La Caldera - Centro de Cría y Recuperación de burros en la zona de los Llanos de la Pez debido a la presencia del humo del incendio en el ambiente. "Como usted comprenderá, así duermo más tranquilo", indicó Fernando Alba, el fundador de este centro en el que estos animales, en riesgo de extinción, viven en libertad mientras su población en la isla es rehabilitada.

A primera hora de la tarde, tres camiones fueron a buscar a los animales para ponerles a salvo de la situación que se avecinaba, y antes de que el fuego pudiera cortar las vías de acceso. Esta noche, la pasarán en una finca de Valleseco que es propiedad de un veterinario y amigo de Alba, donde estarán más tranquilos y cuidados por un profesional. El hombre adelantó que no prevía que su manada volviera al centro de La Caldera en los próximos días "porque el bosque está muy seco y esto no se va a apagar así como así". Y ahondó en que lo más importante para él era "la salud de sus burritos".

Incendio en la Cumbre de Gran Canaria

Incendio en la Cumbre de Gran Canaria / Reuters / Borja Suárez

La Guardia Civil colaboró con el auxilio y traslado de los animales hasta su destino en Valleseco. Alba, pese a los momentos tensos que vivió cuando se desató la emergencia, no se mostró preocupado con el estado actual de los burros, puesto que ya están lejos de cualquier riesgo.

En las carreteras de las cumbres de Gran Canaria reinaba un ambiente enrarecido en el que se mezclaba la quietud que genera la incertidumbre por lo que podría pasar y la vertiginosa actividad de efectivos de emergencias que acudían a la extinción o a la coordinación del dispositivo de seguridad. Muchas personas se apeaban de sus coches en los márgenes de las vías para ver al fuego, si acaso con la esperanza de que las miradas bastaran para apagarlo. Una pareja abrazada se infundía ánimos ante de llegar a Cruz de Tejeda mientras el humo se cernía ante sus ojos. En el casco de San Mateo, cuatro hombres en la terraza de un bar conversaban sobre las llamas. Habían cambiado la partida de dominó por la tertulia y ahora apostaban sobre cuándo se extinguiría el fuego: "Yo le doy dos horas como máximo". El incendio fue el protagonista indiscutible de este martes.

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