Análisis

Visión de futuro del pueblo canario

Quienes aportaron fondos eran conscientes del papel fundamental que la aviación jugaría en el desarrollo económico y social de las Islas

Asistentes al acto que se celebró junto a la torre de Gando.

Asistentes al acto que se celebró junto a la torre de Gando. / andrés cruz

Juan José Terrados Valderas

General Jefe del Mando Aéreo de Canarias, presidenta del Parlamento de Canarias, presidente del Cabildo de Gran Canaria, alcaldes del municipio de Telde y de la villa de Ingenio, subdelegada del Gobierno en Las Palmas, rector magnífico de la Universidad de las palmas de Gran Canaria, excelentísimas e ilustrísimas autoridades civiles y militares, estimados invitados, bienvenidos a este acto de conmemoración del centenario del primer aterrizaje en el Páramo de Gando, hoy Aeropuerto Internacional de Gran Canaria y Base Aérea de Gando.

Como complemento a la glosa de este importante acontecimiento, que nuestro querido cronista oficial de Gran Canaria, don Juan José Laforet, ha realizado, para mí es un privilegio y un honor dirigirles hoy unas breves palabras cuya intención es inducir a la reflexión de lo que este aterrizaje de las aeronaves Gran Canaria, Tenerife y Archipiélago Canario significó y significa para España, Canarias y el Ejército del Aire y del Espacio.

Para ello, hago en primer lugar referencia a lo que se podría decir que es lo más obvio en el conjunto de acontecimientos que desembocaron en la ejecución del Raid Larache-Canarias, la generosidad y el ejemplar comportamiento del pueblo canario. De esta manera, en aquellos días, desde instituciones como el Cabildo de Gran Canaria a ciudadanos de a pie, siguiendo con su costumbre sacrificada y desinteresada de apoyar a la defensa y seguridad de España, y en este caso, ante las tremendas pérdidas que nuestras Fuerzas Armadas habían sufrido en el desastre de Annual, durante la Guerra del Riff, decidieron contribuir económicamente en la adquisición de tres aeronaves que, junto a otras donadas por otras provincias, sirvieran para procurar a nuestro Ejército maltrecho cierta superioridad en el enfrentamiento contra sus enemigos.

Y si bien lo anterior ya habría sido, por sí solo, motivación y justificación para celebrar un acto como este, quiero llamar la atención sobre otros dos aspectos que, de manera implícita, a mi juicio estaban considerados también por la mayoría de aquellos benefactores.

El primero de ellos sería la contribución al logro de una presencia militar aérea para la defensa del territorio nacional, en general, y del Archipiélago canario en particular, conocedores de las numerosas agresiones sufridas a lo largo de la historia y conscientes del riesgo de su repetición.

Ese deseo se vería satisfecho, pues el Gran Canaria, el Tenerife y el Archipiélago Canario formarían parte de la 1ª Escuadrilla del Desierto, establecida en 1928 en Cabo Juby con la misión de prestar apoyo con sus vuelos de vigilancia a las comunicaciones y enlaces aéreos locales e internacionales, protegiendo de este modo la incipiente aviación civil. Esta primera Escuadrilla, aunque no estuviera basada en Gando, se podría considerar el primer antecedente histórico de la actual unidad establecida en esta base aérea, el Ala 46, cuya misión en esencia permanece la misma.

El segundo aspecto que quería enfatizar, y que creo que también motivó la contribución de los canarios, fue su visión de futuro. Aquellas personas que aportaron los fondos para la compra de las aeronaves fueron conscientes del papel esencial que la aviación jugaría en el desarrollo económico y social de las Islas, como así también lo vieron en su día las autoridades militares que fijaron los objetivos estratégicos del Raid Larache-Canarias, con 1.500 kilómetros de ruta, y cuyo feliz aterrizaje conmemoramos hoy (por ayer).

El objetivo al que hacía referencia era, cito textualmente lo expresado por uno del os aviones participantes en dicho raid, «[...] demostrar la facilidad de comunicación que la aviación podía establecer entre la península y ellas [...]». Así, tan solo seis años más tarde del aterrizaje de los tres aviones en Gando y dos de la constitución de la 1ª Escuadrilla del Desierto, el 7 de enero de 1930, fue publicado el Real Decreto de Creación del Aeropuerto de Gando, realizándose el primer vuelo con pasajeros en 1933, y reduciendo a un simple número la que parecía una distancia enorme, que separaba las Islas del resto del territorio nacional.

Esa visión de futuro del pueblo canario perdura hoy en día, y si por aquel entonces se fijaba el nivel de ambición en el empleo del aire, en sus capas más cercanas a la superficie terrestre, en la actualidad los canarios comparten con el Ejército del Aire y del Espacio el anhelo por emplear y conocer más ese nuevo dominio de actuación, el aire y el espacio como algo continuo, en definitiva, la tercera dimensión en la mayor extensión posible. No en vano, diferentes observatorios e instalaciones situadas en nuestro Archipiélago se encuentran entre las más vanguardistas y sobresalientes a nivel internacional en este campo de actuación.

Definitivamente, la generosidad de los canarios y la hazaña realizada por aquellos aviadores, cuyo centenario conmemoramos, condicionó positivamente nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro de manera notable.

El Aeropuerto Internacional de Gran Canaria, erigido donde se encontraba el entonces Páramo de Gando, se sitúa como el sexto aeropuerto en importancia de España por su volumen de pasajeros, constituyéndose en motor económico indispensable de la región.

Y pegado a él, la Base Aérea de Gando, el Ala 46 y el Grupo de Alerta y Control, en constante evolución y adaptación para mantenerse como pilares fundamentales para la seguridad y defensa de las Islas Canarias, garantizando su seguridad en el aire y en el espacio, y desde el aire, de forma permanente, las 24 horas del día, posibilitando a la vez el progreso y operación de la aviación civil, y contribuyendo al desarrollo y bienestar del pueblo canario.

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