Teror juega al tenis playa cuando baja la marea

Fue bajar la marea en la villa de Teror y formarse una timbana en el arenal que asomó en la plaza del Pino, donde decenas de escolares terminaron disfrutando de una sesión de tenis playa que dio paso, al mediodía de este miércoles, a una exhibición del terorense y dos veces campeón del mundo de la modalidad, Antomi Ramos, acompañado del número 8 del mundo, Hugo Russo; del 94, Arthur Lordello; y del 102, Cayo Graco.

La playa de Teror se formó tras la llegada de un viaje de cinco camiones el pasado lunes que dejaron sobre el pavimento de la plaza principal de la patrona 60 metros cúbicos de arena con una altura de veinte centímetros, «como fija la norma de la Federación de Tenis», como explicaba sobre el terreno el concejal de Deportes de la villa, Moisés Rodríguez.

Todo, para celebrar en el casco, con el preceptivo permiso de Patrimonio Histórico, según Rodríguez, una suerte de sucursal de la decimoquinta edición de la Sand Series Classic ITF Beachtennis Gran Canaria 2024, que se celebra en Las Canteras desde este martes y hasta el próximo domingo con la élite de este deporte, incluido el propio Antomi Ramos.

De oleaje a tsunami

El bicampeón explicaba enfrente de la basílica y debajo del enorme laurel de Indias que preside el recinto que la idea de ofrecer una exhibición en su pueblo natal con ‘playa’ incluida la tenía «desde hace bastante tiempo aunque nunca la pude llevar a cabo, hasta que por fin surgió la disponibilidad y la oportunidad».

Tras un rato con los escolares de los tres centros educativos peloteando en los dos campos de juego que abarca la plaza, con un considerable enrale, llega el momento de enseñar de qué va el tenis playa a todo lo que da. El presentador explica al público menudo quién es quién, en un partido a cuatro con Russo, Lordello, Graco..., «y el terorense Antomi Ramos».

Con ese anuncio llegaron las primeras olas a la playa del Pino, pero a medida que el trasunto se iba calentando, con tiros imposibles, recogidas de otro mundo y mates supersónicos, el oleaje cogió tintes de tsunami, en una jornada que, para Ramos, resultó «una experiencia increíble».

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