De no ser por el ambiente enrarecido que impregna la ciudad, a primera vista, en el Muelle Santa Catalina podría decirse que transcurre una jornada normal. Pero esto es tan solo a primera vista porque la realidad es que el Puerto de La Luz también ha tenido que adaptarse a la nueva situación impuesta por el Covid-19. El coronavirus, que mantendrá a todo el país en estado de alarma durante las próxima dos semanas, ha alterado las rutas de los buques de crucero que navegaban por las Islas ante la prohibición de atraque que tienen este tipo de barcos en los recintos portuarios españoles desde la pasada medianoche. De este modo, un total de cuatro cruceros recalaron ayer en la capital donde se procedió al desembarco de sus pasajeros, operación que se desarrolló en un ambiente de aparente calma.

En torno a 9.000 cruceristas han finalizado este fin de semana sus viajes en la ciudad donde llegaron progresivamente los cuatro barcos, a pesar de que la previsión inicial anterior a la normativa establecida por el Gobierno central era que lo hicieran dos. El desembarque se ha llevado a cabo de forma escalonada entre ayer y hoy para evitar aglomeraciones en el muelle, así como para dotar de margen de tiempo a algunos de los navíos que también tenían que llegar a Tenerife antes de las doce de la noche para dejar allí a más viajeros.

Este fue el caso del AIDAnova, uno de los primeros en abrir sus puertas a primera hora de la mañana para que descendieran a tierra unas 3.500 personas de las 5.500 que viajaban en él. El resto, lo hicieron horas después en la otra capital canaria, hacia donde el buque partió a las 14.00 horas, y no a las 22.00 horas como de costumbre, para cumplir con la norma vigente.

De los cruceristas que desembarcaron del buque de la enseña alemana de Carnival, unos 400 permanecieron en el recinto portuario, dado que no cogían el vuelo de regreso a sus hogares hasta por la tarde. Para ellos, la Autoridad Portuaria dispuso la habilitación de un espacio donde, previa rigurosa desinfección como medida preventiva, se les entregó un almuerzo y pudieron descansar, según cuenta Juan Francisco Martín, director comercial de los Puertos de Las Palmas.

La prohibición de atraque lleva consigo la imposibilidad de volver a embarcar de los pasajeros que abandonen los buques de cruceros. Por ello, muchos aprovecharon para hacer turismo por una ciudad prácticamente desértica, a pesar de las recomendaciones y de que una gran cantidad de establecimientos optaron por no abrir sus puertas. "Se les ha explicado, pero al final no se les puede prohibir que se muevan si es lo que ellos quieren hacer", asegura Martín. No obstante, la mayoría de los turistas continuaron con los planes que tenían previstos, siendo desplazados en muchos casos hasta los hoteles en los que tenían sus reservas o hasta el aeropuerto.

"Como hoy [por ayer] es el último día y la situación es la que es hemos dejado que aquellos que no tienen el desplazamiento contratado, pero que quieren irse para cambiar sus vuelos, puedan subirse también a las guaguas. Normalmente, controlamos las salidas para que no se aglomere mucha gente ni aquí en el Puerto ni en el aeropuerto, pero esta vez no hemos mirado nada", explica la encargada de los transfers del Puerto, Paula Gutiérrez.

A lo largo del día de ayer, un total de 44 guaguas se encargaron de trasladar a los cruceristas a sus diferentes destinos. Además del AIDAnova, a lo largo de la mañana también se procedió al desembarque de las 600 personas que viajaban en Marella Explorer. No ocurrió lo mismo con el AIDAstella, puesto que a pesar de que estaba también atracado desde temprano en el muelle de Santa Catalina, prácticamente todos sus pasajeros permanecieron dentro del barco ya que su desembarco estaba programado para hoy. Una medida preventiva que, sin embargo, terminó provocando una tendencia muy al alza en la actualidad: el bulo.

En cuestión de minutos empezó a correr como la pólvora el rumor de que los extranjeros del AIDAstella no pisaban tierra porque en él viajaba una persona con coronavirus que, según no se sabe quién, había sido trasladada en una ambulancia al hospital. Una historia que nada tenía que ver con la realidad ya que el único pasajero que fue llevado en un vehículo sanitario lo hizo por problemas en la boca, tal y como aclaró Juan Francisco Martín, quien también apeló a la responsabilidad social, especialmente en los tiempos que corren.

Y es que el director comercial de la Autoridad Portuaria aseguró que en el Puerto se están extremando las medidas por cuestiones de seguridad. De hecho, el último de los cuatro cruceros que atracó en la capital, el Mein Schiff3, lo hizo a última hora de la tarde después de navegar durante el resto del día por el Sur de la Isla para hacerle más llevadera la espera a sus viajeros.

Una operación con la que queda concluida la temporada de cruceros en los recintos portuarios de Las Palmas. Hecho que supondrá la pérdida de 356.000 pasajeros y 119 escalas, ya que más allá de las dos semanas en las que estará vigente la prohibición de atraque en los puertos españoles de los buques de crucero, varias navieras también están valorando cancelar sus cruceros previstos para abril y mayo.

Asocelpa también ha denunciado esta situación, así como la reducción del volumen de contenedores en las terminales o las alteraciones en el tráfico interinsular marítimo. Por ello, piden al Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria varias medidas como la garantía del "flujo de mercancías necesario para el consumo de la población local, acelerando todos los procesos necesarios por parte de todas las administraciones intervinientes, para evitar así que se produzca el desabastecimiento de las Islas".