El 'banco malo' inicia el derribo de la vieja comisaría de Miguel Rosas

La Sareb no aclara si sacará a la venta el solar o promoverá la construcción de un edificio de viviendas. El Ayuntamiento comienza el traslado del mobiliario de Gánigo

Lo que queda de la vieja comisaría de la Policía Nacional en la calle Miguel Rosas, muy cerca de la playa de Las Canteras, tiene los días contados. La Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), más conocido como el banco malo, ha iniciado los trabajos de demolición de la edificación que se volvió tristemente famosa por los trastornos a los vecinos que generaron las personas que ocuparon el edificio durante más de cinco años.

Operarios de la empresa Kiko Derribos y Demoliciones comenzaron la pasada semana los trabajos preparatorios para demoler la totalidad del inmueble, que la Sareb espera que terminen en los primeros días de enero.

Los trabajos de demolición durarán un mes y terminarán a principios del próximo enero

 Aunque el inmueble perteneció inicialmente al ayuntamiento, este lo vendió por 2,4 millones de euros tras la marcha de la Policía Nacional en 2004. La comisaría terminó en manos del banco malo durante la peor etapa de la crisis financiera e inmobiliaria de 2008.

Incertidumbre

Las fuentes de la Sareb no aclararon qué hará finalmente con el inmueble, si lo sacará a la venta, como parece más probable, o promoverá la construcción de un inmueble de viviendas. Esta es la segunda vez que el banco malo saca a la venta la finca. 

El primer intento se produjo en 2015, cuando lo sacó a la venta por 970.000 euros. Aunque el solar tiene una superficie de 566 metros cuadrados, su edificabilidad supera los 2.000 metros cuadrados, porque la normativa urbanística permite levantar un edificio de cinco plantas. 

La operación no tuvo éxito, debido a la crisis, y el banco malo abandonó el edificio, que fue ocupado desde los primeros meses de 2016 por un grupo de okupas, que trajeron en jaque a los vecinos de la calle hasta marzo de este año, cuando por fin el juez dio la orden para desalojar el inmueble.

La vieja comisaría se había convertido en un centro de trapicheo, lo que propició peleas y escandaleras constantes y hasta un incendio que obligó a desalojar un inmueble, que antes de ser cuartelillo fue centro de atención a personas sin hogar entre 1937 y 1975.

El solar de Miguel Rosas forma parte de los 315 activos tóxicos que tiene el banco malo en la capital grancanaria. En la actualidad, se encuentran a la venta un total de 71 viviendas, 217 garajes o trasteros, 12 solares y 20 locales, que están siendo comercializados por varias inmobiliarias.

Plaga de chinches

Justo al lado de la antigua comisaría, está también pendiente de un nuevo destino el edificio Gánigo, que alberga un centro municipal de baja exigencia para personas sin hogar y una residencia, que fue desalojada el pasado mes de septiembre tras detectarse una plaga de chinches.

Desde el pasado miércoles se ha iniciado el traslado del mobiliario del centro, se supone que para depositarlo en el nuevo albergue que se está habilitando para los residentes en el centro de emergencia Ramón y Cajal de El Polvorín. 

Comienza el desalojo de los muebles del centro Gánigo que atiende a personas sin hogar

Este periódico preguntó a Servicios Sociales, sin éxito, cuando se producirá el traslado de los 21 residentes, que viven en hostales de la zona desde que se produjeron los desalojos por la invasión de chinches.

El primer desalojo tuvo lugar entre el 1 y el 9 de septiembre, semana durante la cual se procedió a fumigar el Gánigo. Una vez concluidos los trabajos de desinfección, los usuarios volvieron pero tuvieron que ser desalojados de nuevo el 21 de septiembre tras percatarse los trabajadores de que los chinches continuaban en las habitaciones del alojamiento. Aunque se habló de que el traslado se produciría en semanas, dos meses después se desconoce cuando se producirá.

La concejala de Servicios Sociales, Carmen Luz Vargas, informó durante el pleno del pasado 25 de noviembre que el traslado se produciría cuando concluyese el «acondicionamiento» del albergue de El Polvorín.

Vargas aseguró en septiembre pasado que también se desalojaría el comedor y todos los servicios de baja exigencia (aseo, duchas y cambio de ropa), los cuales serían trasladados a la Fábrica del Hielo.  

El ayuntamiento no aclara cuando se producirá el traslado de los residentes al centro del Polvorín

El Gánigo, sostuvo Vargas entonces, dejará de ser un centro de baja exigencia, como reclaman los vecinos desde hace años, hartos de soportar que la calle sea la sala de espera al comedor del centro. Servicios Sociales no ha aclarado cual será el nuevo destino que tendrá el edificio. El comedor es utilizado a diario por unas 176 personas.

Inadecuado

La concejala reconoció en septiembre pasado que el inmueble no reúne condiciones para prestar un servicio adecuado a las personas sin hogar. «Es un centro que ya tiene sus años y que ha quedado desfasado para la labor que tienen que desarrollar los profesionales que atienden a la población más vulnerable del municipio. Con este traslado, damos respuesta a las demandas de los trabajadores», sostuvo Carmen Luz Vargas, al tiempo que aseguró que el traslado de ambos servicios, el de residencia y el de baja exigencia, se produciría al mismo tiempo.

Aunque se viene hablando desde hace casi ocho años de la Fábrica del Hielo como el futuro centro que acogería el servicio de baja exigencia para personas sin hogar, el edificio sigue sin actividad, ya que solo funciona un servicio de información. Durante el confinamiento fue uno de los tres albergues que se crearon para acoger las personas sin techo. 

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La mayoría de los locales comerciales de la calle Miguel Rosas están vacíos, muchos de ellos con el cartel de Se Alquila. La mayoría de los negocios emigraron durante los últimos cinco años debido a la degradación de la zona por las continuas peleas.

En la calle Ripoche, han pedido licencia para dos hoteles, pero ninguno se ha activado por la conflictividad de la zona. Los restaurantes y comercios que siguen abiertos, en el tramo de la calle más cercano a la calle Nicolás Estevánez, se pueden contar con los dedos de una mano.

Además de los comercios, el vecindario ha sido el gran damnificados de los altercados en la calle que, aunque han bajad tras el desalojo de los okupas, se siguen produciendo con los usuarios del Gánigo, mientras esperan en la vía por la entrega de la comida. Los vecinos han reclamado desde hace años el cierre del Gánigo y han planteado al ayuntamiento que compre el solar de la vieja comisaría para crear un parque.  

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