Entrevista | Miguel de Gracia Ex jefe de la comisaría de la Policía Nacional-Fronteras Puerto

Premios Puertos: Miguel de Gracia, el carisma en la seguridad marítima

Los Premios Puertos reconocen la trayectoria del policía nacional, Miguel de Gracia durante 30 años | Su capacidad resolutiva con los consignatarios será homenajeada

Miguel de Gracia, policía nacional desde 1990.

Miguel de Gracia, policía nacional desde 1990. / José Carlos Guerra

El policía nacional Miguel de Gracia ha dedicado 30 años a trabajar por la seguridad en el Puerto de La Luz. El próximo 28 de marzo los Premios Puertos reconocen su labor como jefe de la comisaría de la Policía Nacional-Fronteras Puerto. Durante su mando destacó su capacidad de resolver los problemas a las empresas consignatarias y la incorporación de la expedición de visados a los pasajeros extranjeros. 

El galardonado a una vida profesional en el entorno portuario, Miguel de Gracia por poco se convierte en profesor, pero el destino le llevó por otros caminos y terminó ejerciendo durante 30 años como jefe de la comisaría de la Policía Nacional-Fronteras Puerto, su pasión. Los logros que consiguió durante su mando han sido el motivo por el que La Luz le reconoce en la nueva edición de los Premios Puertos, que serán entregados el próximo martes 28 de marzo. Entre sus principales éxitos se encuentra el carisma que le distinguía para relacionarse con los consignatarios, que junto a su capacidad resolutiva convertía cualquier problema en una solución.

Tras acabar el bachiller superior en Aragón, su tierra de origen, su padre intentó que entrara en la academia militar para seguir sus pasos como guardia civil, pero él, que había estudiado la rama de letras no se veía capaz de lograr aprobar. Por lo que comenzó el primer año de Magisterio hasta que conoció a varias personas que se estaban preparando las oposiciones de Policía Nacional y decidió que ese sería su futuro. Siempre estuvo tentado de pedir como destino Canarias, pero primero cumplió sus funciones en Barcelona al tener a unos familiares allí. Sin embargo, seis años después no se lo pensó y solicitó la plaza en Gran Canaria. Estuvo un año en Telde y luego en la capital, donde se topó con Jesús Custodio, su jefe y una "institución a nivel policial", como él lo describe.

Custodio fue designado como jefe de la Policía Nacional del Puerto de Las Palmas y de Gracia decidió irse con él por la buena relación que mantenían. "Con el tiempo lo sustituí y me quedé de jefe de la comisaría", cuenta.

De Gracia recuerda esa época como un frenesí: "El Puerto tenía una vida espectacular, fueron unos años en los que tuvo una gran expansión a todos los niveles, tanto de movimiento de barcos como con la nueva llegada de cruceros". 

Miguel de Gracia los primeros años como jefe de la comisaría de la Policía Nacional-Fronteras Puerto.

Miguel de Gracia los primeros años como jefe de la comisaría de la Policía Nacional-Fronteras Puerto. / LP/DLP

Los nuevos navíos cargados de visitantes dieron más trabajo al cuerpo, pero a la vez, el ya retirado policía opina que fue un tiempo "muy interesante". "Era un cambio en la gente que solíamos ver, no es lo mismo un pescador que un turista", reflexiona. Pero también trajo consigo una marea de trabajo: "Había un movimiento de 2.000 o 3.000 personas y muchos no tenían visado en el pasaporte, por lo que se les propuso a las compañías de viaje que los pasajeros viniesen ya con el visado de los quince días resuelto" porque sino era imposible gestionar esa carga de trabajo. 

Precisamente la expedición de visados fue uno de los logros de la comisaría de De Gracia. "Madrid nos autorizó a la expedición de visados en frontera, que eso le venía muy bien a los barcos y a las consignatarias porque de otra forma no se podía bajar nadie", explica. Así consiguieron convertirse en la oficina policial que más permisos de esta categoría expedía de España. "El resto de puertos eran sobre todo pesqueros con tripulantes de ese mismo lugar, posteriormente ya comenzaron a llegar personas de otros países, pero aquí ya había una flota rusa, cubana, japonesa y coreana", detalla. 

El Puerto de La Luz también fue el que recibía mayor cantidad de personas que embarcadas clandestinamente de todo el país. "En los años 90 el tráfico con África y América fue aumentando y empezaron a venir muchos polizones", destaca. Cuando el capitán del barco informaba de la presencia de polizones la policía los entrevistaba y Madrid decidía si continuaban en la embarcación o podían bajar a tierra. En la mayoría de ocasiones el migrante se quedaba en el barco, hasta que De Gracia facilitó la movilidad de estas personas. "Si coincidía un barco que bajaba a África conseguíamos que Madrid autorizase el cambio de embarcación", relata. 

El aragonés fue un gran colaborador de las empresas consignatarias, que son el principal enlace del barco con el resto de organismos y principalmente con la policía. "Si el barco tenía que salir y les faltaba cualquier tipo de documentación me pedían que autorizara la salida porque el papel mañana o pasado iba a estar y lo hacía porque un día o dos más en el Puerto cuesta una cantidad de dinero muy grande", asegura. Y como este, cientos de conflictos más que De Gracia daba todo de sí por buscar una solución. 

La clave para conseguirlo la tiene clara: "la atención humana". Antes de la digitalización el profesional opina que había más contacto y era más fácil conocer los conflictos que surgían: "El trato personal era muy interesante porque te enterabas de problemáticas que quizás no sabías".

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