Un viaje del jazz al folk por los patios de Vegueta

Ocho patios y tres plazas del casco histórico acogen casi simultáneamente un paseo por distintos géneros musicales

Olga Cerpa y Mestisay y el compositor argentino Lito Vitale cierran la jornada musical de San Juan

Actos de las Fiestas Fundacionales: música en los patios de Vegueta

Adzubenam Villullas

El jazz sentó sus bases a finales del siglo XIX en el sur de Estados Unidos entre la comunidad afroamericana. En las décadas de 1920 y 1930 vivió una explosión de popularidad que catapultó al género de manera mundial. Un siglo después, el grupo Yull Ballesteros brindó en directo sus acordes y percusión en uno de los patios de la Casa de Colón con motivo de las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria. La música una vez más uniendo el rincón más americanista de Canarias con el continente del otro lado del Atlántico. El guitarrista y compositor compartió su nuevo proyectos discográfico, Alma, en compañía de Tana Santana al contrabajo y Akior García a la batería.

La música volvió por San Juan a Vegueta en el marco de las Fiestas Fundacionales. Una de las citas más esperadas del programa festivo de junio brindó jazz, funk, clásico, folclore, urbano y acordes de piano en ocho patios del casco histórico, además de la plaza de San Agustín, la del Pilar Nuevo y la de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Olga Cerpa y Mestisay, acompañados en esta ocasión por el compositor argentino Lito Vitale, pusieron el broche de oro a la jornada en la plaza de Santa Ana ya de noche.

Con un vaivén de altibajos, Yone Rodríguez demostró con creces lo versátil del timple canario

Ballesteros comenzó abriendo boca en el patio de la Casa de Colón, acompañado de sus dos músicos y del papagayo que estaba en el ala contigua del museo; «disculpen, pero no sé su nombre», señaló con sorna al presentar a quienes tocaban con él la batería y el contrabajo. El músico arrancó con un tema de su nuevo disco, «dedicado a quien te aprecia de verdad»; para continuar con una pieza de un trabajo anterior titulada Galo Ponte 6, en honor a su madre y la casa donde vivieron.

Muy cerca de allí, en el patio de los Naranjos de la catedral, el intérprete Iván Quintana Ramírez debutó junto a la puerta del Aire, obra maestra del Renacimiento isleño. Lo hizo para cantarle a Gran Canaria acompañado del guitarrista Juan Sebastián Ramírez y del timplista Abraham Ramos, quienes pudieron disfrutar de pequeños momentos como solistas. Como él mismo diría, sería el encargado de darle ese toque de tradición isleña a ese viaje del jazz al soul por los patios de Vegueta.

«Si fuera un instrumento sería», señaló en el intermedio, un timple por lo chiquitito que soy». Las carcajadas se multiplicaron al tiempo que se escuchó entre el público algo así como, «es chiquitito pero tiene un gran voz». Y es que Quintana interpretó varios temas desde dentro, con una voz potente. «Invencible», como él mismo le cantó a la Isla en ese patio de los Naranjos, aunque, como él mismo matizó, «lo bautizaré de los papayos porque fue lo primero que vi». Para cerrar, dio un adelanto de un proyecto que está preparando en homenaje a Néstor Álamo.

Casa Westerling

En lugar de naranjas y plátanos, las verdes plataneras del patio del Ilustre Colegio de Abogados, más conocida como Casa Westerling, cobijaron la actuación de Yone Rodríguez. Timple en mano, se encargó de dotar a la velada de un toque folk y de etnicismo. El artista invitó a fusionar estilos y comenzó con Semilla, tema que da nombre a su nuevo disco; para seguir con una pieza dedicada a quien fuera su maestro, el timplista José Antonio Ramos.

Mel Ömana brindó «un viaje de lo más triste a lo más sexy y violento» con Ant Cosmos a la guitarra

Rodríguez también tocó Venezolaneando, una composición que bebe directamente del folclore del país caribeño y en la que adaptó el compás del cuatro venezolano al timple que llevaba en las manos. Con un vaivén de altibajos en el ritmo -tanto que su compañero hizo el amago de darle a la manivela- demostró con creces la versatilidad del instrumento canario. El artista cerró en ese exquisito patio del siglo XVIII del Colegio de Abogados con un tema dedicado a su mujer, allí presente, y a su hijo, a quien le pidió «que no la armara mucho», ya que era la primera vez que iba a verle.

En la contigua plaza de San Agustín, alternándose cada media hora con el músico de la Casa Westerling, Marta Bolaños y su orquesta con un viaje musical titulado Panamericana en el que fusionó distintos estilos. La vocalista interpretó chacareras, tangos, valses peruanos y joropos, entre otros ritmos latinos. Nada que ver con la música coral del Coro de Cámara Ainur que actuó en el patio de las Casas Consistoriales.

En la Fundación Juan Negrín la rapera Mel Ömana presentó una propuesta acústica con la que se metió el público en el bolsillo. La artista pisó fuerte el escenario junto a Javier Auseron a la guitarra, más conocido como Ant Cosmos. Brindó «un viaje de lo más triste a lo más sexy y violento». Invitó al público a sentirse «casi bien», a soltarse, versionó el tema Havana de Camila Cabello y le cantó al amor propio. La cantante enalteció su condición de rookie -un novato que va a despuntar en el mundo del género urbano-, se defendió frente a un supuesto productor catalán que dejó en el pasado, con el que tuvo una relación, y lanzó un recuerdo para Pedro Hidalgo, todo porque «el arte tiene que mover algo».

La guinda de la jornada la puso la cantante Olga Cerpa y el grupo Mestisay. Natural del barrio capitalino de San Juan, en esta ocasión brindó un concierto sanjuanero en la plaza de Santa Ana -y ya van siete años consecutivos- junto al pianista y compositor Lito Vitale. El argentino, ganador de un Grammy Latino al mejor disco de tango, se encuentra por primera vez en las Islas.

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