El Risco echa una mano a Etiopía

La solidaridad de las mujeres del barrio de San Nicolás impulsa la creación de pozos y la mejora de la alimentación de los niños y niñas del país africano

Lydiah Obok y Lillian Omary con parte de Las Grego en el encuentro del pasado jueves en la parroquia de San Nicolás.

Lydiah Obok y Lillian Omary con parte de Las Grego en el encuentro del pasado jueves en la parroquia de San Nicolás. / La Provincia

Entre el Risco de San Nicolás, en Las Palmas de Gran Canaria, y Etiopia fluye una permanente corriente solidaria que ha permitido abrir pozos de agua en aldeas agrícolas y completar la alimentación de muchos niños y niñas etíopes.

«A lo largo de los últimos ocho años hemos podido completar la alimentación de los niños de nuestro centro para que puedan comer, por ejemplo, huevos una vez al mes y también hemos construido pozos, entregado mantas a 20 ancianos y llenar sus despensas de comida».

Lydiah Obok, misionera keniana que trabaja en las aldeas de Etiopía cuyas necesidades básicas no están cubiertas, se refiere con estas palabras a la ayuda que fluye desde el Risco de San Nicolás para echar una mano a las familias más pobres de ese país africano.

Asistentes al encuentro con Etiopía.

Asistentes al encuentro con Etiopía. / La Provincia

Obok forma parte de la comunidad misionera de San Pablo Apóstol y esta pasada semana visitó San Nicolás junto a Lillian Omary para celebrar el VI Encuentro Solidario Las Grego con Etiopía, donde las misioneras dieron cuenta de las actuaciones que se han realizado con el dinero donado y se organizó un mercadillo solidario.

Las responsables de esta permanente corriente solidaria son Las Grego, un grupo de 17 mujeres que se denominan así porque todas eran de la calle Gregorio Gutiérrez y que se creó con el claro objetivo de trabajar para cambiar las cosas en el barrio.

«Chiquillas», dice una de ellas, «que fulanita va a tener un bebé y no tiene nada para la canastilla. Hay que hacer algo». Y todas se ponen manos a la obra. Piden por aquí y por allá y consiguen el dinero. Y lo mismo ocurre cuando hay que echar un techo en Gambia para una escuela, comprarle las gafas a un chiquillo, al otro que han operado o mantener a una niña de Senegal en un orfanato para que no esté en la calle.

Un momento del encuentro del pasado jueves.

Un momento del encuentro del pasado jueves. / La Provincia

Las Grego nacieron en 2009, un año en el que se mezcló la inquietud social y cultural que generó en el barrio la candidatura a la capitalidad cultural y los graves efectos de la crisis económica.

Entre otras acciones, escenificaron una obra de teatro en el Cicca, guionizada y dirigida por Mercy Peña, con la que consiguieron más de 4.000 euros para alimentar a los necesitados del barrio.

La conexión con Etiopía surge después, hace ocho años, de la mano de Marina, una de Las Grego, quien tras adoptar a una niña etíope conoció de primera mano la miseria que sufría la gente de ese país. Hay que hacer algo, dijo. Y las involucró a todas.  

Lydia Obok destaca la importancia de la solidaridad de Las Grego. «En el pueblo donde yo estoy, los niños que atendemos comen gracias a la colaboración de mucha gente de España y entre ellas, de la gente de Las Palmas de Gran Canaria. Un año conseguimos hacer un pozo, que propició que cinco familias pudieran tener agua potable», explica Obok, quien resalta el «compromiso diario» de Las Grego «con lo que hacemos. No son gente de clase social muy alta, pero son personas muy trabajadoras y se ve el corazón y el empeño que cada uno pone».

Misioneras junto a la población con la que trabajan en Etiopía.

Misioneras junto a la población con la que trabajan en Etiopía. / La Provincia

El 80% de los etíopes viven en zonas rurales, explica, y practican una agricultura muy antigua y nosotros les asesoramos sobre lo que deben plantar. «Mejoramos la alimentación de las familias, de los niños y de las madres. También llevamos semillas desde aquí. Hay una señora que cada año nos compra semillas. Poner los pozos también ha ayudado muchísimo».

En San Nicolás, añade Obok, "conseguimos el dinero, cada uno poniendo su granito de arena, cada una poniendo lo que puede. Cuando vengo aquí y contacto con el grupo Las Grego me encuentro como si estuviera en familia. Siento su compromiso diario con lo que hacemos".

Obok reconoce que se trata de un trabajo "con mucha gratificación, cuando ves la sonrisa de la gente y, sobre todo, de los niños. Eso no se puede pagar con otra cosa".

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