Proviene de la medicina, específicamente de la cirugía general y del aparato digestivo, ¿cuándo y qué fue lo que le motivó a investigar, dar conferencias y seguir formándose sobre cómo desarrollar el potencial humano en momentos de desafío, incertidumbre y cambio?
Digamos que hay como una serie de hitos en mi reinvención profesional. El primero tuvo lugar cuando elijo ejercer medicina y el verano justo antes, leo un libro sobre la historia de la medicina escrito por un gran médico y antropólogo español, Pedro Laín Entralgo, que habla de que los médicos en la época clásica, hace 2.500 años, donde la escuela de Hipócrates descubre que se puede curar a través de las palabras. En aquel momento, algo muy profundo en mi interior reconoció que eso era verdad. Entré en la facultad con esa predisposición, con ese interés, de saber cómo a través de las palabras y de la comunicación se podía verdaderamente favorecer la salud de las personas enfermas.
Tras comenzar a profundizar en el tema del arte médico de los griegos, de curar a través de las palabras, ¿cuándo se produjo su segundo hito?
Cuando consigo encontrar un artículo norteamericano que habla del desarrollo de una ciencia completamente nueva llamada psiconeuroinmunobiología, el descubrimiento de que los pensamientos pueden afectar a través del sistema nervioso a la biología y específicamente al sistema inmune. Ahí llegué a la conclusión, que se trataba del arte médico de los griegos, donde verdaderamente había una ciencia detrás. En aquella época, ni siquiera la mayor parte de los psicólogos estudiaban las emociones, eran un campo inexplorado, por lo que fui buscando, observando y reflexionando sobre el campo, comenzando a aplicar lo aprendido con mis pacientes.
Un momento en que se produjo el tercer hito, al comprobar que sus pacientes mejoraban...
Efectivamente, me empezaban a comunicar que lo que estaba compartiendo con ellos les estaba transformando a mejor por completo su vida. Así que me plantearon que cómo eso no se extendía más, para que llegara al alcance de más personas y en ese momento, siguiendo sus indicaciones y su propuesta, decido explorar cómo eso podía llegar a ayudar a personas que estuviesen fuera del entorno hospitalario.
Además, en sus estudios refleja una estrecha relación entre la ciencia y la meditación del budismo, unos aspectos que han sido muy opuestos y enfrentados a lo largo de la historia.
Sí, yo creo que conforme todos vayamos subiendo nuestro nivel de conciencia, empezaremos a ver conexiones que ahora ni siquiera nos imaginamos que existen. Hace más de 2.000 años, Budha descubrió que gran parte del sufrimiento que el ser humano experimenta es debido a su propia mente, a lo que él llama una desviación de la misma, algo que también abarca Lao Tzu, el creador del famoso Tao Te King. Muchas personas atribuyen todo lo que es el budismo a una religión y no a una ciencia de la mente, de la que también tiene parte. Por lo que hace unos 30 años una serie de científicos, alguno maestro mío, deciden estudiar científicamente qué ocurre en el organismo físico con la meditación y entonces, comienzan a hacer descubrimientos verdaderamente sorprendentes y asombrosos. Entonces, en un mundo lleno de ansiedad y tensión, una solución de este calibre tiene inmediatamente una aceptación extraordinaria.
En conferencias como la de Infecar, bajo el lema Vivir más y mejor también es mi responsabilidad
Mi objetivo fundamental es que tomemos conciencia de la cantidad de cosas que podemos hacer para mejorar nuestra vida, salud, prosperidad, bienestar y relaciones. Para ello trato la relación entre el cuerpo, la mente y el alma, porque de ahí sale la posibilidad de tener una vida realmente próspera y feliz. Y si solamente tratamos una dimensión y no tratamos las otras, es muy complicado que podamos acceder a ese nivel de una vida con mucho más sentido y emoción.
¿Qué es para usted la salud física y mental?
No solo la ausencia de enfermedad sino también el bienestar psicológico, social y emocional de un ser humano. Añadiendo en salud, disponer de energía y vitalidad, para tener tiempo de realizar nuestras aficiones y pasar tiempo con nuestros seres queridos.
¿Cómo podemos adaptar nuestra vida al máximo a nuestro reloj biológico?
Los relojes biológicos no son el problema, están muy bien donde están y son fruto de una naturaleza llena de sabiduría. El problema es que nosotros añadimos una presión al reloj biológico y emocional que es brutal. Es decir, al final no tenemos tanto un problema de tiempo aunque nos parezca que sí, tenemos un problema de prioridades.
¿Es posible establecer 'nuevas conexiones' a nivel neuronal para conseguir efectos más positivos en la salud?
Es imposible no hacerlas, si verdaderamente una persona está dispuesta a explorar y a mejorar. Si una persona está completamente bloqueda por sus emociones, es decir, se siente incapaz, desesperanzada o abrumada, no solo es que no se formen esas conexiones sino que empiezan a desaparecer e incluso a morir neuronas.
¿Por qué es importante que los líderes de organizaciones, empresas o comunidades generen espacios que potencien la salud emocional y mental?
Por una razón muy sencilla, porque salen obras mucho más hermosas de manos movidas por el amor que de manos movidas por el miedo. Un líder tiene que entender de personas. Cuando una persona comienza a dar su mejor versión, todo empieza a mejorar, su creatividad y capacidad de emprendimiento.
¿Qué acciones se podrían desarrollar a diario para reorientar nuestra actitud y forma de pensar hacia ese camino?
Todo lo que tenga que ver con humanizar la empresa, la medicina, la sociedad, va en el camino correcto. Tratarnos verdaderamente como personas, dejando a un lado el ego y conectando los unos con los otros.
