Desde la sala

Entre bichos anda el juego

Entre bichos anda el juego

Entre bichos anda el juego / LP/DLP

Myriam Z. Albéniz

Myriam Z. Albéniz

Resulta sorprendente que determinadas recomendaciones lleguen a nuestras vidas tan a tiempo. Así, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria acaba de autorizar el consumo de la larva de escarabajo del estiércol, ya sea entera o en forma de polvo. Por lo visto, esta nueva fuente de proteínas ha demostrado ser segura para la ingesta humana en preparaciones congeladas y liofilizadas, por lo que podría añadirse como ingrediente a diversos productos como barritas de cereales, pasta, análogos de carne y productos de panadería. Desde 2018 la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición había incluido también en su oferta al gusano de la harina, la langosta migratoria y el grillo doméstico. De hecho, la propia Organización de las Naciones Unidas ya indicó en su momento que comer insectos era una opción alimenticia a valorar, máxime para los millones de habitantes de este planeta de las desigualdades que se mueren de hambre mientras sus homónimos del primer mundo nos ponemos a dieta de cara al verano, cuando la Operación bikini da el pistoletazo de salida con su habitual puntualidad británica.

Lástima que ese sol estival no saldrá tampoco este año para incontables hombres y mujeres que se debaten entre el cero de sus ingresos y la nada de sus planes de futuro. Es una suerte para ellos, virtuales comedores de bichos alados, que lleven tantísimos años acostumbrados a tragar sapos y a echar culebras por la boca. Yo misma me he unido al carro de la deglución anfibia desde que el escenario informativo diario se ha convertido en un lodazal. En otras palabras, que engullendo bicharracos vomitivos y criaturas viscosas de ojos saltones no tenemos rival.

Aunque el tema me repugne, una de las mayores tragaderas la representa el panorama que precede a las campañas electorales y que da más pena que gloria, cuando no, directamente, una vergüenza ajena de la que ningún partido se libra. Animados por el fin último de permanecer en el poder unos o de llegar a él otros, mantienen una cuestionable legislación electoral que, lejos de representar la auténtica voluntad popular, propicia la creación de pactos postelectorales que a menudo se sitúan a años luz de los verdaderos deseos de los electores. Aritmética democrática lo llaman.

La optimización competencial del actual modelo de Estado tampoco entra en sus planes inmediatos, porque lo de reducir el gigantismo de las Administraciones no pasa de ser un mero argumento electoralista que, una vez alcanzado el Gobierno, se condena al olvido general por espacio de cuatro años más.

En cuanto a la independencia del Poder Judicial, cuestión que como jurista me afecta en lo más profundo, continúa pintando color de hormiga legislatura tras legislatura, empezando por la Fiscalía General del Estado y terminando por los Altos Tribunales, desde el Supremo al Constitucional, sin visos de cambio y arrastrando una irrefrenable merma de su prestigio.

Tampoco el sector de los medios de comunicación se queda atrás, ya que cuando las crisis de todo tipo entran por la puerta, la imparcialidad salta por la ventana, al tiempo que la voz de su amo eleva el tono cuatro escalas.

Al parecer, la ingesta de saltamontes, arañas y gusanos va a ser un juego de niños si, al menos, se demuestra que su contenido en proteínas, vitaminas y minerales resulta similar a los de la carne y el pescado. Con embadurnarlos en mojo u otra salsa al gusto, listo. Después de todo, sus hermanos sapos ya se han encargado históricamente de facilitarles el acceso a unos estómagos a prueba de bombas. Lástima que la ONU no nos haya recomendado aún ningún brebaje para aliviar el agotamiento de nuestras mentes y el sufrimiento de nuestros espíritus. Con la que se avecina, lo espero ansiosamente. Por lo pronto, procedo a desconectarme de inmediato de discursos, soflamas y propagandas venideras para no perder el equilibrio mental y, sobre todo, el emocional.

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