Piedra lunar

Física y ficción (Anomalías ordenadas)

José A. Luján

Hasta tiempos no muy lejanos, los alumnos, al finalizar el bachillerato elemental, tenían que decidir entre Letras y Ciencias, tras una reválida que daba paso al Bachillerato Superior. No dejaba de crear bastante incertidumbre porque a edad tan temprana no se tiene claro cómo va a ser el futuro formativo de cara a determinar la elección de carrera y las salidas profesionales. Esa dualidad se ha mantenido en cierta manera a pesar de los cambios legislativos que se establecen en los modelos educativos en nuestro país.

Las Ciencias tenían más adeptos dado que los modelos de producción cimentados en carreras técnicas aseguraban los puestos de trabajo: Ingeniería; Ciencias Químicas; Medicina; Arquitectura; Económicas. En cambio, las Letras estaban abocadas a la docencia y se resolvían con ofertas en el impreciso marco de las llamadas «Humanidades o Ciencias Sociales» como Filología, Historia del Arte, Geografía, Dirección y Administración de Empresas, Sociología, Antropología, Patrimonio Histórico, y otras de la rama sanitaria que se fueron convirtiendo en micro especialidades como pediatría, enfermería, odontología. Los nuevos diseños curriculares implican la reducción de cursos académicos que se implementan con máster, y con asignaturas cuatrimestrales y optativas.

La Licenciatura desaparece absorbida por el Grado, con trabajos de síntesis de fin de Grado (TFG), y en todo ello prevalece el pragmatismo económico en correlación con las directrices europeas que establece el «Plan Bolonia». Se tenía asumido que los puentes entre Letras y Ciencias de antaño no estaban del todo conformados, llegándose a establecer cierto maniqueísmo. Universidad, formación y mercado laboral son escenarios que constantemente se están reconstruyendo en el marco de departamentos autónomos de las materias, de tal manera que actualmente la universidad ofrece una formación sin llegar a vislumbrar cuáles serán las necesidades socio-laborales en un futuro cuasi inmediato.

Sin embargo, cuando nos encontramos con científicos que se mueven con soltura en el mundo de la creación literaria, no sólo nos llevamos una agradable sorpresa sino que sentimos curiosidad por conocer la cosmovisión que tienen ciertos profesionales. Sabemos que desde hace muchos años existe la Asociación de Médicos Escritores cuyos miembros manejan fuentes directas que alimentan la creatividad desde las vertientes significativas que descubren con su mirada humanística.

En fecha reciente, David Macías Verde, un Físico que aplica su saber científico al análisis de parámetros oncológicos, ha puesto en nuestras manos el libro «Anomalías Ordenadas» (ExLibric, Antequera, 2023) en el que recoge setenta y ocho microrrelatos que han merecido nuestra atención. Hemos de decir que la Física y su aplicación es una ciencia que exige la exactitud. En cambio, la literatura es el mundo de lo impreciso, es una dedicación que pretende crear otra realidad, en el marco de la ficción que es caprichosa. La literatura es la creación de una gran mentira que tiene sentido verdadero.

En el acto de presentación del mencionado libro, acompañados por el doctor Pedro Lara, tuvimos la oportunidad de dar a conocer la doble vertiente del autor tanto en su dilatada biografía científica como en su capacidad literaria. El título del libro es un oxímoron que atrae la curiosidad del lector y, como tal figura retórica, expresa una contradicción, mediante la combinación de dos conceptos con significado opuesto.

Estos microrrelatos tienen una estudiada estructura literaria, con los elementos propios de la narración como personaje, espacio, tiempo, tema o acción y narrador, y en su argumentación pivota la tensión narrativa que es la esencia de la creación. Cada relato tiene su expresión individual. Adivinamos que en la neurona vivencial del autor se evidencia la necesidad de organizar las escenas que se le presentan en su mundo interior y tiene la inquietud de ordenar el caos que le envuelve. David Macías ha optado por el texto breve, género que se denomina microrrelato y que invita al lector a participar y lograr una interpretación.

El lector, cuando se adentra en las páginas de este libro, entra en diálogo con el texto. La estructura es realmente lo que atrapa al lector y es quien se encuentra atraído por lo que está escrito. Por tanto, son textos vivos, que no mueren en sí mismos sino que el lector entra mentalmente en un proceso de participación, de hacerse cómplice con el narrador. Nuestro autor, en conjunto, ha elaborado con este libro una obra de arte mediante una prosa bien elaborada, con frases y sintaxis transparentes, que hacen de su lectura un placer. Y es que en la frase limpia y directa, radica la satisfacción del lector.

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