Reseteando

La socia del Cabildo y el turismo

Isabel Pantoja en el escenario del Gran Canaria Arena.

Isabel Pantoja en el escenario del Gran Canaria Arena. / Europa Press

Javier Durán

Javier Durán

Hasta el que escribe no para de echarse lágrimas artificiales en los ojos tratando de averiguar la razón por la que Isabel Pantoja protagoniza esta columna por segunda vez. La semana pasada salía a la luz la iniciativa de la tonadillera de aprovechar el REF para registrar en la Isla una sociedad. Una aportación personal que, gracias al cotilleo pertinente, permitiría a los isleños tener alguna idea de sus ventajas fiscales, un conocimiento que escasea entre el basamento común. Ahora la cosa pantojiana va por derroteros relacionados con los impuestos que abonamos religiosamente: el Cabildo grancanario ha decidido que el complejo personaje, lleno de aristas de todo tipo, sea el soporte de una campaña turística, dado que durante sus conciertos se emitirá un audiovisual con las bondades turísticas del territorio insular. Los populares, indignados, dejan a la cantante al margen y se meten en las costuras del contrato publicitario de 160.000 euros. No es suficiente. Creo que asociar el sostén del mercado turístico con un personaje empufado con Hacienda no es ejemplar. Tampoco tiene un pase su pasado penitenciario, si bien dejémoslo como agua pasada en favor de la regeneración, siempre bienvenida para los corruptos. Pero también puede dar uno un respingo contra esta campaña por el entorno turbulento de la viuda de España, de cuyas arrancadas y paradas de caballo nadie puede responder. Incontrolable. Me imagino que en Bravo Murillo están enterados de la intensidad emocional que habita en Cantora. Se podrá argumentar que son meros prejuicios, pero no faltan otros reparos. Una institución coordinada y elegida democráticamente no puede pensar de la misma forma que los magnates Bezos, Zuckerberg o Musk, priorizando las audiencias frente a cualquier sentido ético. No todo vale a la hora de sentarse con la Pantoja. Y finalmente, no me parece que la clientela que asiste a sus conciertos, con todo los respetos, sea la apuesta más lúcida del sector turístico de cara a consolidar un mercado moderno. Me parece que nos merecemos más nivel.

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