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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Los supermercados turísticos temen el cierre por la falta de clientela

Los establecimientos de distribución ubicados en Playa del Inglés empiezan a registrar pocas ventas por la huida de visitantes a sus países

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Coronavirus en Canarias | Comercios de Playa del Inglés

Las imágenes que se suceden desde ayer en el sur de Gran Canaria son las que nadie espera ver jamás: una ciudad turística vacía y cerrada a cal y canto que se convierte en el mayor ejemplo y presagio del frenazo económico que se avecina a raíz de la propagación del Covid-19 y que ya está teniendo sus primeras consecuencias. La declaración del estado de alarma por parte del Gobierno ha obligado a confinar a los turistas en sus hoteles y a cerrar comercios y locales de restauración, pero aquellos establecimientos cuya apertura está permitida, como los supermercados, dada su labor de abastecer de alimentos a la población, están empezando a verle las orejas al lobo, al menos los que se encuentran en las áreas turísticas, que comienzan a sufrir el efecto rebote.

Durante la jornada del domingo, primer día después de la declaración del estado de alarma, los supermercados ubicados en Playa del Inglés registraron una avalancha de clientes, sobre todo de turistas que pretendían acudir a bares y restaurantes pero que ante su cierre optaron por colapsar, inconscientemente, los establecimientos para abastecerse de alimentos y hacer compras para comer en sus apartamentos. Sin embargo, durante el día de ayer la situación era bien distinta: el turismo está resentido, muchos visitantes están volviendo a sus países y la afluencia era mucho menor, hasta el punto en que algunos de estos negocios se están planteando cerrar sus puertas hasta que vuelva a remontar el sector.

Ante esta falta de actividad, Elisa e Inma estaban ayer prácticamente cruzadas de brazos delante de las cajas de cobro del supermercado donde trabajan, en el entorno del Centro Comercial Plaza de Playa del Inglés. "Estamos en la zona turística y los hoteles y apartamentos se han vaciado de clientes, ¿a quién le vamos a vender?", se preguntaban las empleadas del establecimiento, "no estamos en San Fernando, donde la población local puede mantener la actividad del supermercado, aquí solo hay turistas y se están yendo". "En la empresa se están empezando a plantear restricciones", lamentó Elisa, "la patronal ha pedido que los hoteles se empiecen a cerrar paulatinamente, y paulatinamente nosotros nos empezaremos a marchar para casa".

En Playa del Inglés el confinamiento ayer era relativo, ya que por las calles se encontraba fácilmente a algunos turistas aún despistados o que pasaron por alto la cuarentena y a quienes la Policía Nacional indicaba que tenían que permanecer en sus hoteles. Pero los permisos para acudir a los supermercados tampoco apuntaban buenas cifras.

En el establecimiento ubicado en el interior del Centro Comercial Plaza no había un alma a las 12.00 horas del mediodía al margen de sus dos trabajadores. "Durante la mañana de hoy ha entrado muy poca gente; alguna persona perdida o algún turista muy mayor que todavía no se ha enterado de que no puede salir del hotel", explicó Rubén Martín, uno de los empleados. Esta situación ha provocado, anunció el trabajador, que la empresa decidiese cerrar el establecimiento por la tarde hasta que concluya la situación de estado de alarma decretada por el Gobierno.

Por su parte, la percepción de Yurena Mederos, encargada de otro establecimiento de distribución de productos de alimentación, es que todavía ve "algo de turismo". Y lo cierto es que en el supermercado que regenta, ubicado en la Avenida de Italia, sí que había más movimiento de gente que en otros tantos localizados en las inmediaciones juntos. "Esperamos que siga así, pero lo cierto es que está cerrando todo, así que confiamos en que los pocos turistas que se queden sigan comprando para que al menos podamos mantener los nueve puestos de trabajo que tenemos aquí", señaló Mederos.

La responsable del establecimiento reconoció que sus clientes no estaban siendo conscientes de la situación que atraviesa España hasta el mismo domingo. "Pero ahora parece que ya se van enterando y lo van asumiendo", afirmó.

La situación de los supermercados que operan en las zonas turísticas no es la misma para todos. Mientras unos se plantean directamente cerrar los establecimientos, otros, como las grandes marcas cuyas versiones en el Sur son las Expréss, están planteando aplicar durante los próximos días una reducción de horarios dado la poca afluencia de clientes. "De momento tenemos todas las tiendas abiertas y estamos estudiando si reducir un poco los horarios", explicó el responsable en la zona sur de la isla de una gran marca, "porque el efecto rebote se va a notar mucho".

En prácticamente todas las tiendas, tanto trabajadores como clientes ponían en práctica las recomendaciones de Sanidad: utilización de guantes para manipular los productos perecederos y obligación de cambiarlos para manejar otros distintos, una distancia de seguridad de al menos un metro y medio y el fomento del pago con tarjeta para evitar tocar el dinero en efectivo.

Pocos turistas por las calles, sí, y menos coches aún en las vías de San Bartolomé de Tirajana, salvo vehículos y camiones de las empresa proveedoras de los supermercados.

A David Mesa, comercial de una compañía de distribución de elaborados cárnicos, no le quedaba otra que estar en la calle, y lo hacía ataviado con una mascarilla y con guantes para evitar contagiarse por el coronavirus. Durante el primer día laboral tuvo la sensación de que aún sobrevuela sobre la población la incertidumbre y el miedo a lo desconocido. "Noto miedo, todo es nuevo y nadie se quiere rozar con nadie", explicó sentado en su vehículo y manteniendo la distancia mínima necesaria. Se siente seguro porque trabaja solo, pero toma medidas para relacionarse con sus clientes. De hecho, la jornada de ayer la aprovechó para recoger los datos de sus clientes. "Estoy tomando los datos a los clientes porque es probable que no volvamos a salir a la calle más que para entregar el pedido y marcharnos; los pedidos los haremos vía telefónica", aseguró.

En su condición de comercial, David pudo ver ayer muchas situaciones. "He visto muchas cosas que no se deben ver como en Plaza un grupo de 14 trabajadores sentados en una mesa como si con ellos no fuera la cosa, sin mascarillas y sin protección y haciendo bromas sobre los contagios", señaló. Además, considera que los turistas no se toman a rajatabla las restricciones. "No va con ellos; han pagado y parece que aunque se les vaya la vida en ello van a intentar disfrutar", lamentó el trabajador.

El sector del taxi también se vio afectado y casi fue imposible ver uno en servicio. Para compensar la falta de clientes trabajarán en días alternos las matrículas pares e impares; 175 vehículos cada día. Henry Díaz no solo utiliza guantes, mascarillas y gel, sino que además ha optado por no utilizar el asiento del copiloto. "Solo se sientan atrás para evitar contagios; tengo que protegerme y proteger también a mi familia", manifestó el taxista. Por su parte, su compañero Chus Villaverde arrancó su jornada ayer a las 05.00 horas de la madrugada y a las 13.00 horas del mediodía tan solo había realizado dos carreras.

En el caso de las farmacias, de obligada apertura, era imposible ayer encontrar antisépticos, mascarillas o guantes. "Hay desabastecimiento de esos productos, pero no de medicamentos, que no van a faltar", tranquilizó Ana Fernández, titular del establecimiento ubicado en el Agaete Parque.

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