La costa donde desaparecieron Alejandro y Yassine, abrupta y con más de 8.000 cuevas

Las erupciones volcánicas y la erosión durante miles de años han formado en La Isleta un terreno complejo bajo el mar que dificulta la búsqueda de Alejandro y Yassine

Así es la zona submarina donde se busca a Alejandro y Yassine

C. T.

La Isleta nació, aproximadamente, hace un millón de años. Desde entonces, múltiples erupciones han ido acumulando material piroclástico, el cual se ha visto moldeado por la acción erosiva del viento, la lluvia y el mar. Los jóvenes de Alejandro y Yassine, de 17 y 16 años de edad respectivamente, desaparecieron cerca de la zona conocida como La Hondura hace ya una semana. Este rincón es uno de los grandes desconocidos para los vecinos y visitantes de Las Palmas de Gran Canaria. La costa isletera es sumamente abrupta y cuenta con más de 8.300 cuevas submarinas o semisumergidas que, precisamente, están complicando las tareas de búsqueda por parte de los equipos de emergencias que llevan desde el pasado ocho de marzo intentando localizar a los chicos.

"Todo ese terreno es una bestialidad y está sometido a las corrientes", señala Juan Ortega Machín, exjefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil. La Zona de Especial Conservación del área marina de La Isleta, donde están actuando los buzos estos días en busca de Alejandro y Yassine, está delimitada por una línea de costa prácticamente virgen entre la playa del Confital y el área conocida como Las Llanas, en la trasera de La Esfinge y donde arranca la zona gestionada por la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Un área que además es rica en fauna marina -y por tanto, en pesca-.

Erupciones volcánicas

Las sucesivas erupciones volcánicas y la erosión han forjado un terreno -tanto en superficie como debajo del mar- repleto de cuevas, rajones, recovecos, pequeñas explanadas y grandes desniveles. "El mismo suelo irregular que hay en tierra lo puedes encontrar bajo el mar", matiza Machín, quien conoce prácticamente cada palmo del fondo submarino de La Isleta. En este relieve tortuoso se han contabilizado un total de 8.330 cuevas, 1.170 arrecifes y 1.110 bancos de arena sumergidos permanentemente.

En la zona conocida como La Hondura el relieve es realmente "una continuación" de la montaña del Faro hacia el fondo marino, con una caída en la que a menos de cien metros de la costa ya se superan los 40 metros de profundidad. Este volcán -en cuya cima se encuentra el faro de La Isleta- erupcionó hace 150.000 y 105.000 años atrás. La formación geológica que cae directamente al mar es realmente una chimenea volcánica que quedó al descubierto tras colapsar sobre el lecho marino parte del cono.

«No es una zona para principiantes en el submarinismo», por las condiciones del terreno y el mar

Los buzos han estado inspeccionando durante los últimos días -cuando las condiciones del mar lo han permitido, dado que hasta principios de semana reinó la mar de fondo- todos los rincones de esta costa abrupta. Los técnicos de la Guardia Civil han peinado zonas como Punta Gomero, la Vaca, el Becerro y La Catedral, todas situadas entre Los Alabarderos -a la sombra de la montaña de Las Coloradas y frecuentada habitualmente por pescadores- y el Roque Ceniciento y Las Llanas, ya casi junto a los terrenos de la Autoridad Portuaria.

En estos puntos reinan las oquedades de 30 metros de longitud. La Catedral, por ejemplo, es una formación de grandes dimensiones situada muy cerca del Roque Ceniciento -frente a La Hondura- frecuentada por submarinistas experimentados. Las bóvedas, arcos, pasadizos, cavidades y diques de basalto casi verticales que han formado la erosión y las erupciones volcánicas han dado lugar a un accidente geográfico cuya fisonomía, dicen, recuerda precisamente a la de una catedral gótica, de ahí el nombre con el que ha sido bautizada. El lecho a mayor profundidad está a unos 40 metros bajo el mar, mientras que la zona más cercana a la superficie está a unos siete metros.

La Isleta está expuesta a las corrientes del norte y noreste reinantes en Canarias

Machín resalta que esta "no es una zona para principiantes", dadas las características del terreno y de las corrientes marinas que se generan en la costa norte de La Isleta. Según el experto, la baja del Becerro sería el punto más complicado a la hora de navegar o hacer una inmersión. Se trata de un afloramiento volcánico repleto de tubos y que está "todo horadado". Sobresale en superficie por apenas unos metros, pero tiene una caída de prácticamente 70 metros. "Los barcos cuando se acercan no pueden fondear", remarca, dadas las corrientes locales que se forman y el rompiente que supone este accidente geográfico.

El peligro de la mar de fondo

Y es que La Isleta está totalmente expuesta a la corriente general del norte y noreste reinante en Canarias -impulsada por los vientos alisios-. A este se le unen las corrientes intermareales, que se ven influenciadas por el intrincado relieve. Unas condiciones que unidas a la mar de fondo impidieron la labor de los buzos en los primeros días tras la desaparición de los dos chicos el pasado ocho de marzo.

El peligro de la mar de fondo viene dado por la ausencia de un oleaje claro, por lo que cuesta percibir el riesgo, según los expertos. Machín aclara que hay "señales" como el espumarajo en superficie o "posibles remolinos" que pueden dar la voz de alarma. Lo cierto es que los chicos desaparecieron precisamente en unos días con una fuerte mar de fondo que además coincidió con el equinoccio -de hecho, en Las Canteras se produjeron graves desperfectos-.