Pájara de la UD Las Palmas en los Pirineos (0-0)

El equipo amarillo, en superioridad desde el primer minuto por la expulsión de Hevel, desaprovecha la oportunidad de escaparse en el liderato. Pejiño y Andone se estrellan con los postes. Marc Cardona, lesionado

La UD Las Palmas volvió a dejarse dos puntos en un momento en que un lujo de ese tipo se paga caro. Si en el primer empate a cero de los tres consecutivos fuera de casa la sensación fue de que sumó uno, en Burgos, en los siguientes la sensación fue muy distinta. En Leganés no supo aprovechar la superioridad numérica que tuvo durante una hora ni hoy, en Andorra, durante todo el partido, porque Hevel vio la roja prácticamente en la primera acción del choque por un pisotón a Mfulu. Las Palmas, irreconocible, pudo haber ganado al final porque creó las ocasiones más claras, pero estas llegaron en medio del caos, del desconcierto. Un tiro de Pejiño a la cruceta y un cabezazo de Andone al poste al filo del minuto supusieron las ocasiones más claras junto a un tiro de Álvaro Jiménez en el descuento que besó el larguero y un mano a mano mal resulto por Óscar Clemente en la primera parte. El frío, de menos cuatro grados al término del encuentro y presente todo el tiempo en el Nacional no fue excusa para laa pájara isleña en el Pirineo.

Porque a estas alturas de la película, cuando la UD aún debe enfrentarse a los cuatro equipos con los que lucha por el ascenso directo, dejar escapar puntos no es cosa buena. Cierto es que si alguno de los balones que se estrellaron en los palos hubiese acabado dentro el mal partido habría desaparecido del mapa, pero conviene no desviar el foco. Las Palmas, que si bien es fiable porque apenas sufre -sumó su sexto partido con la portería a cero-, volvió a caer en la parsimonia, en la sobradez de pensar que en cualquier momento iba a marcar. Lo que pasó es que se enchufó tarde, y cuando eso pasa puede suceder que no encuentre las vías para superar a un rival con 10. No es la primera vez.

Revolución

Xavi García Pimienta apostó por una opción revolucionaria: Marvin como lateral derecho para provocar la locura por ese lado. La introducción del jugador cedido por el Real Madrid significó el movimiento de Álex Suárez al centro y, en consecuencia, la sentencia definitiva de Sidnei, que ni siquiera participó cuando Coco no estuvo, en este caso por acumulación de amonestaciones. Por lo demás, Óscar Clemente entró por Kaptoum y Marc Cardona por Loren. Y Moleiro siguió por la izquierda, y eso sin Jonathan Viera en el campo es una elección de difícil explicación. Una vez más, dio menos de lo que puede dar por el centro.

No había pasado un minuto de juego cuando Hevel tuvo la mala fortuna de pisar a Mfulu, y eso en tiempos de VAR es pecado mortal. López Toca le había sacado una amarilla, pero para Pérez Pallas consideró que debió ser roja. Tras acudir a la pantalla el cántabro rectificó su decisión y la UD pasó a tener un jugador más a las primeras de cambio. Todo un partido en ventaja. De repente, ganar se convirtió en una obligación.

Otra vez Las Palmas se veía con 11 frente a un rival con 10 desde muy pronto, como dos semanas atrás en Leganés, donde no fue capaz de vencer ni de crear ocasiones de gol. En el Nacional de Andorra tampoco subió el ritmo de entrada para tratar encarrilar el duelo lo antes posible, pero sí gozó de una oportunidad clara al cuarto de hora, cuando Pejiño ganó una carrera a Diego Alende, dejó solo frente al portero a Óscar Clemente y el tinerfeño definió fatal, con un tiro con la zurda flojo y demasiado cruzado. En esa misma acción Marc Cardona cayó lesionado en el muslo derecho. Loren le sustituyó. Sin drama.

Eder Sarabia, sentado en una cabina de la tribuna del estadio por sanción, no recompuso el equipo; simplemente pasó del 4-3-3 al 4-4-1 con Germán y Jacobo como balas en las bandas y Bakis como único punta. En ataque ofreció muy poco, como era de esperar, pero en defensa juntó las líneas y aprendió a sobrevivir. Dejó a la UD entrar por los costados para forzar centros que en la mayoría de los casos acabaron en nada, y eso ya era un triunfo para el cuadro del principado. Sólo Marvin pudo alcanzar uno de Pejiño pasada la media hora, pero su remate de cabeza se fue desviado.

Lección fallida

La sensación general era que Las Palmas no había aprendido nada, que no tenía un plan para superar a un equipo que se cerró bien. Con Moleiro demasiado escorado faltó imaginación en la zona de creación. También velocidad, porque si bien el equipo hoy blanquinegro dominó, lo hizo de manera estéril. El Andorra, incluso, se permitió el lujo de llegar una vez con peligro a la portería de Valles antes del descanso, en una jugada individual del mejor de los locales, Germán, pero el sevillano estuvo bien colocado para atrapar el balón tras el chut del extremo.

Algo debía cambiar García Pimienta en el intermedio para no volver a dejar escapar una oportunidad de oro de sumar tres puntos, como sucedió en El Sardinero y en Butarque. No lo hizo de entrada. Paso todo lo contrario: el Andorra fue el primero en poner en apuros a Valles con otro disparo de Germán, una pesadilla para Sergi Cardona. No entró por muy poco. El susto, al menos, sirvió para la reacción de la UD, con Pejiño como protagonista. El de Barbate, en su clásica jugada de conducción hacia el centro y disparo con la zurda, mandó la pelota a la cruceta izquierda de Ratti. Pareció gol, pero fue sólo una sensación (53').

La ocasión pareció despertar a Las Palmas, que dio un paso hacia adelante para empujar un poco más si cabe al Andorra hacia su portería, aunque sin peligro. El cambio radical de García Pimienta tuvo lugar un poco más tarde de lo habitual, en el minuto 66, momento en el que quitó a Sergi Cardona para colocar a Loiodice como lateral izquierdo y a Kaptoum como interior; y a Moleiro por Andone, lo que trasladó a Loren a la izquierda. El tinerfeño, perdido en la banda, se marchó sin la oportunidad de jugar donde más le gusta y más le necesitaba el equipo en la gélida noche de Andorra la Vella.

Cambios extraños

Los cambios resultaron extraños, pero al menos era algo revolucionario. Lo anterior no había dado resultado y tocaba mover el árbol de alguna manera, aunque el entrenador se permitiera el lujo de prescindir de la magia de Moleiro. Ya que la UD mantenía los centros al área como arma principal, aunque sin éxito, al menos garantizaba que por la izquierda fueran bien puesto por el francés; los de la derecha, de Marvin, dejaron mucho que desear. Tocado, dejó su lugar a Álvaro Jiménez a falta de un cuarto de hora, como Mfulu a Fabio.

La UD era ya demasiado irreconocible, con dos laterales que no lo son, un delantero centro como extremo y un centro del campo con mucho músculo pero sin ninguna imaginación. No había ortodoxia alguna. Si Las Palmas iba a ganar el partido iba a hacerlo desde el caos. Casi lo consigue en los instantes finales en acciones de córner. En el primero de ellos, Pejiño enganchó un disparo a bote pronto en un rechace y Ratti desvió la pelota de nuevo a la esquina, desde donde Óscar puso un centro que Andone remató al palo con la cabeza. Ya en el descuento, Álvaro Jiménez chutó escoradísimo desde la derecha y obligó al portero argentino a salvar a su equipo otra vez, con la ayuda del larguero. Por número de ocasiones pudo haber ganado, pero cuando el equipo deja de ser reconocible, malo.

Incidencias: partido correspondiente a la trigésima jornada de LaLiga SmartBank, disputado en el Estadi Nacional de Andorra ante 2.110 espectadores, unos 150 de ellos seguidores de la UD Las Palmas.

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