Mal de altura en el Heliodoro (4-1)

La UD cae con estrépito en el derbi en una noche para olvidar y que certifica el declive de las últimas jornadas | El Tenerife sentencia con tres goles en la primera parte | Álvaro Jiménez, el goleador amarillo

La UD Las Palmas vino a hacer su peor partido de la temporada, con mucha diferencia, en el derbi del Heliodoro. La caída, con estrépito ante un rival superior en absolutamente todo (4-1), deja tocado al cuadro amarillo, que sale de la zona de ascenso por primera vez en muchísimo tiempo, aunque no lo mata: al fin y al cabo, quedan 10 jornadas, las decisivas, y está donde quería estar cuando a principios de temporada se puso por objetivo subir a Primera. El varapalo, sin embargo, no debería pasar de largo en el seno de la UD, porque la magnitud del mismo vino a poner de manifiesto algo que ya se intuía desde hace un mes y que García Pimienta se había afanado en diluir, que el equipo atraviesa un bajón físico, mental y de juego evidente. El CD Tenerife, con el plan previsto, lo sacó a la luz.

Con una irrupción en el terreno de juego llena de intensidad, balones en largo y faltas, y espoleado por casi 18.000 espectadores cuyo mayor aliciente en lo que quedaba de curso era poner una piedra en el camino del eterno rival a la máxima categoría, el conjunto blanquiazul se comió a la UD en la primera parte y sentenció el partido con tres goles que pudieron ser el doble por la claridad de las ocasiones, mientras el cuadro amarillo estaba sumido en la pasividad. No compareció, ni como equipo, que se hundió tras el tanto de Enric Gallego a los 18 segundos sin un sólo atisbo de reacción, ni a nivel individual, porque ni un sólo jugador estuvo a la altura. Desde Valles hasta Jonathan Viera, al que todavía todos esperan. Ninguno.

Ante ese panorama, el duelo de máxima rivalidad canaria fue un paseo para el Tete de Luis Miguel Ramis, ganador absoluto sobre García Pimienta. Con una receta tan básica como sencilla pasó por encima de la UD y brindó a su afición la mayor goleada en la historia de los derbis en el Heliodoro. Antes de los cinco minutos el propio Enric Gallego ya había marcado el segundo y Waldo puso el tercero al filo del descanso. Ya muy al final, cuando ya no había historia, Álvaro Jiménez acortó distancias con un tiro desde dentro del área en el primer chut con peligro de Las Palmas en la segunda parte, pero cualquier posibilidad de machada quedaba muy lejos. Todo lo contrario: lo que sucedió en el añadido fue un penalti cometido por Sergi Cardona que transformó Nacho para cerrar la fiesta chicharrera. Un partido para olvidar... y aprender.

No hubo sorpresas en la alineación de García Pimienta, que aparcó los experimentos y sólo hizo un cambio, previsible, Loren por Andone en la punta del ataque. Había morbo por el recibimiento que tendría el delantero cedido por el Betis en el Rodríguez López, cuyo público llegó a pedir con una pancarta su llegada en el pasado mercado invernal. Fue pitado, como también era de esperar. Lo único que alguien podría haber cuestionado del once amarillo era la suplencia de Fabio, en mejor estado de forma que Mfulu, pero al fin y al cabo el segundo capitán tampoco sobraba. Luego quedó comprobado que sí. En cualquier caso, había argumentos suficientes para que Las Palmas dejara su sello.

Pero lo anterior habría de haber funcionado siempre y cuando el equipo hubiera salido del vestuario a competir. No lo hizo, y una concesión de tal calibre en el fútbol profesional suele ser letal, más todavía si el que está enfrente es un rival herido por la derrota de la primera vuelta y sin mayor objetivo que fastidiar a su mayor enemigo.

Tal fue el destrozo inicial que la UD iba ya 2-0 abajo antes de llegar a los cinco minutos de juego. El primer croché llegó como un relámpago, a los 18 segundos, después de que Enric Gallego, una pesadilla para la defensa amarilla, saliera beneficiado de una pared poco ortodoxa con la connivencia de Curbelo y pusiera el balón en la escuadra derecha de Valles, que vio pasar el balón fuera de su alcance de pie, atónito, en primera fila. Todo un golazo.

No había comparecido todavía el equipo de García Pimienta cuando una acción por la izquierda de Romero acabó en el segundo tanto del delantero catalán, que se anticipó al central de Santa Brígida para batir al meta sevillano por bajo y hacer buena la asistencia del extremo. La intensidad del Tenerife, prevista, se contraponía con la blandura de la UD, sobrepasada, cansada y con un problemón encima nada más empezar que dio la sensación de que sería incapaz de solucionar.

Empanada general

Porque la empanada era general. Ni uno sólo de los jugadores amarillos sobre el campo daba el nivel. Nadie, y por eso la reacción era una misión imposible. Lejos de despertar, Las Palmas alargó su letargo y en una siesta de Sergi Cardona Waldo casi marca el tercero con un tiro cruzado. La sucesión de goles y ocasiones del Tenerife había sucedido en menos de 12 minutos. La grada disfrutaba con su equipo y con la pifia del rival, atemorizado por un oponente cuyos argumentos para hacerle daño estaban previstos: balones largos a la espalda de los laterales, presión y faltas continuas para detener el juego. Pero ni a eso fue capaz de poner remedio la UD.

Así, la producción ofensiva de toda la primera parte se redujo a un disparo de Loren desde muy lejos (22') que detuvo Juan Soriano sin problemas y a un intento de Coco desde el centro del campo que no asustó. Cuando el primer disparo sucedió el cuadro de Ramis sumaba ya 10 faltas por una de Las Palmas. La primera amarilla para los blanquiazules no llegó hasta el minuto 35 tras haber disfrutado durante más de media hora de la permisividad. La vio Elady justo en el momento en que se lesionó. Poco después fue Alexandre el amonestado. Pero más allá de la influencia de Arcediano Monescillo, el Tenerife, simplemente, era mejor.

Tanto, que antes del tercer gol con el que el derbi llegó al descanso pudo haber metido otros dos si Valles no hubiera detenido un tiro de Romero en una falta ensayada que dejó loca a la defensa amarilla, y si el propio extremo blanquiazul no hubiera desaprovechado el regalo de estar solo en el área pequeña tras un buen pase de Nacho por la izquierda, otra vez en una acción de balón en largo: su remate con el interior se marchó fuera por poco. El que sí entró fue el de Waldo, que recibió la pelota completamente libre de marca y la coló entre las piernas del porter0 (46'). 3-0, mofa y partido finalizado.

El Heliodoro celebra la incotestable victoria blanquiazul frente a la UD Las Palmas

María Pisaca

Lo que quedaba a la UD en la segunda parte era no perder más prestigio, sino más bien recuperar algo del que acababa de dejar volar por su incomparecencia, aunque el rival también puso de su parte. Mucho, además. García Pimienta también había de demostrar con sus armas de entrenador que puede al menos toser a Ramis, con el que ha salido perdedor en tres de las cuatro veces que se han enfrentado. Lo que ideó el catalán fue un triple cambio: Fabio, Kaptoum y Andone dentro, y Mfulu, Loiodice y Loren fuera. Eligió a esos tres, pero bien pudo haberse marchado cualquiera.

Con no recibir un gol más era suficiente, pero mejor era maquillar el resultado. El Tenerife dio un paso atrás y Las Palmas lo dio hacia adelante, pero lo hizo sin peligro, sin ritmo, como si estuviera preso de la impotencia. De alguna manera, a los blanquiazules les valía con lo que tenían y a los amarillos con no aumentar la humillación. Pasaron los minutos sin que nada relevante sucediera sobre el césped; en la grada, en cambio, la afición chicharrera se lo pasaba pipa. Al fina y al cabo, seguramente el triunfo en el derbi sea la mayor y única alegría que se lleve en el curso.

Los instantes finales dejaron un buen gol de Álvaro Jiménez, que había entrado por Moleiro, tras una buena pared con Jonathan Viera en el área y el sello de la goleada por medio de Nacho, que transformó en el tiempo añadido un penalti cometido por Sergi Cardona. El tanto alargó la fiesta y cerró una noche para olvidar de la UD, a la que ha entrado el mal de altura en el tramo decisivo. Ya toca reaccionar.

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