UD Las Palmas, un líder de verdad (0-1)

El cuadro amarillo asalta Ipurua y se coloca primero a falta de tres jornadas gracias a un gol de Sandro de falta directa. El equipo sufre antes de marcar y resiste después. Viera, lesionado

Era la hora de la verdad y la UD Las Palmas sacó su cara más verdadera para dar el zarpazo a la liga, ponerse líder de Segunda a falta de sólo tres jornadas para el final del campeonato y depender de sí misma para regresar a Primera cinco años después. Tuvo que sufrir un mundo para ganar en el campo del que entonces era primero, el Eibar, un señor equipo que superó al cuadro amarillo en la primera parte y que si perdió fue por la falta de puntería de sus delanteros, pero también por la bravura de un rival con el oficio recuperado y por el acierto de Sandro en el único disparo a puerta con peligro. Fue al poco de comenzar la segunda parte y de falta directa, la primera de la temporada que acaba en gol. Daba igual la manera; Las Palmas debía ganar y ganó (0-1).

Lo hizo, además, con el inconveniente de la lesión de Jonathan Viera al filo del descanso. Pero más allá de los nombres el cuadro amarillo había mejorado en Zaragoza por mucho que no hubiera ganado y llegaba con sensaciones positivas. Ni el hecho de haber ganado un sólo partido de los últimos nueve amedrentó a la UD en un campo tan bonito como difícil de conquistar. Sufrió, marcó y resistió, verbos clave a estas alturas en las que todo se decide. Y de repente todo es bonito: Las Palmas es líder, llenará el Gran Canaria el próximo domingo ante el Villarreal B y si gana los tres enfrentamientos que le quedan logrará el objetivo. Y desborda la ilusión de toda una isla.

Incógnita despejada

La incógnita del mediocentro la despejó García Pimienta con la introducción de Kirian en el equipo titular. Le vio tan bien en Zaragoza, y con buen criterio, que creyó conveniente darle el mando del centro del campo en ausencia de Mfulu y Fabio. Al fin y al cabo, tenía en mente que sumara más minutos de juego y pensó que desde el inicio tenían el mismo valor que saliendo desde el banquillo. Además, las otras opciones eran retrasar a Loiodice, lo que significaba cambiarle de posición, e incluir en el interior a Kaptoum o a Óscar Clemente, jugadores olvidados últimamente y por méritos propios, por lo que las alternativas que tenía el entrenador no eran mejores que la que finalmente eligió.

Al ambientazo de Ipurua, con dos aficiones hermanadas fuera del coqueto recinto pegado a la autopista AP-68, le correspondieron los dos equipos con un juego intenso, acorde a lo que todo el mundo esperaba del partido que enfrentaba a dos candidatos al ascenso directo. En esa partida inicial fue mejor el Eibar que a base de centros desde los costados provocó la zozobra amarilla. Nada imprevisto, porque por algo antes del encuentro el cuadro armero era el tercero que más balones colgaba desde los costados. A un primer tiro de Javi Muñoz con la zurda que paró Valles le siguió un cabezazo de Bautista que se marchó fuera y luego más acciones desde las bandas que no encontraron rematador.

La UD, firme, sólo se acercó cuando Jonathan Viera bajó hasta el área propia para poner un poco de paz al juego antes del cuarto de hora. Así, mediante la elaboración, fue como el equipo amarillo llegó arriba, si bien no generó peligro. Sandro y Sergi Cardona dispararon desde lejos sin éxito, pero al menos dejaron constancia de que los isleños estaban vivos. Sin embargo, la tendencia hasta la llegada a vestuarios sería la misma, contraria a los intereses de Las Palmas.

Choque eléctrico en Ipurua

El primer gran susto llegó a los 20 minutos cuando Tejero puso la enésima pelota de su equipo en el área y encontró la cabeza de Jon Bautista, que estaba completamente solo para rematar a placer. No valió porque el juez de línea señaló fuera de juego, pero de haber marcado el jugador cedido por la Rea Sociedad el VAR tendría que haber visto la jugada y trazar líneas, porque si estaba en posición antirreglamentaria era por poco. Por si acaso, Valles había desviado el balón con el pie derecho en un paradón acrobático.

No pasaron ni 60 segundos y aquel aviso quedó en el olvido porque dio paso a la primera gran ocasión del choque eléctrico. Otro balón puesto desde la banda al área, esta vez por Corpas desde la derecha, pasó por delante de Sergi Cardona y de Álex Suárez hasta que llegó a Bautista porque el delantero se estiró todo lo que pudo, pero no con el tiempo suficiente como para realizar un remate perfecto. Sólo por esa la UD se salvó: la pelota salió por muy poco a la derecha del poste de Valles.

Las Palmas estaba superada por el líder, algo posible, por otra parte. Lo que no estaba previsto, como casi ninguna molestia muscular, es que Jonathan Viera se acercara al banquillo para que el fisioterapeuta Juan Naranjo le aplicara un vendaje sobre la marcha en el aductor izquierdo. Por si fuera poco, Sandro estiraba cada vez que corría, lo que tampoco era una buena señal. Kaptoum y Óscar Clemente empezaron a calentar mientras Quique intentó aprovechar el desconcierto amarillo con un zurdazo lejano que salió muy alto. Y pasó lo que tenía que pasar: el capitán duró sólo unos minutos más y se fue del campo con la mano en la cara, el consuelo de Moleiro y la pena, seguramente, por tener que perderse otra gran cita en la que, por otra parte, no había tenido una influencia reseñable.

Debilidad y sin Viera

La debilidad amarilla se acrecentó con la salida de Viera y la entrada de Óscar Clemente (38') porque el Eibar la olió, tanto que se dedicó a colgar más balones al área todavía empujado por una grada que no paró de cantar en toda la primera parte, ni la de color azulgrana ni la amarilla. La mejor noticia para la UD ante el panorama que vivía era la llegada del descanso, al que llegó con la sensación de haber sobrevivido a momentos complicados. No es que el cuadro local le hubiera pasado por encima; al fina y al cabo, no había tirado entre palos, pero sí había sido lo suficientemente mejor como para haber creado un par de ocasiones de gol claras y no haber concedido nada en defensa. No sufrió nada. Fue, en definitiva, superior.

Pero cuando el contexto es ese el fútbol se ha encargado de demostrar a lo largo de toda su historia que suele premiar al que menos lo merecía, y cuando el partido se reanudó, ya en un nuevo escenario, apreció Sandro para poner por delante a Las Palmas. No sólo marcó la primera falta directa del equipo en toda la temporada, sino que provocó la falta con una aceleración que Venancio sólo pudo frenar con una falta de tarjeta amarilla. La localización era perfecta para un diestro. El golpeo, con rosca y por bajo fue lo suficientemente fuerte y bien colocado para que Zidane se lo tragara. De alguna manera, las dos partes contribuyeron al 0-1.

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Los jugadores de la UD Las Palmas celebran la victoria sobre el Eibar al final del partido. / LOF

El gol marcó el tono

El estallido en Ipurua con el gol de la UD fue emotivo. Por fin, una alegría, mayor si cabe por el sufrimiento de la primera parte. Este no decayó, porque el Eibar, lejos de venirse abajo, se lanzó hacia arriba en busca del empate rápido, y si no lo encontró solo tres minutos después del tanto amarillo fue porque Valles, renacido, realizó una parada con rectificado en carrera lo evitó. El centro de Quique fue perfecto y el remate de Javi Muñoz, que venía en carrera y con todo a favor, mejor, pero el sevillano por fina apareció para ser decisivo tras unos meses de bajón.

La insistencia armera se intensificó con más llegadas por las bandas porque casi siempre significaban remates, aunque los que llegaron después no llevaron peligro. La UD puso cierta paz con dos cambios (65'): Marc Cardona por Sandro, héroe mermado físicamente, y Marvin por Álvaro Jiménez. El refresco era necesario mientras Kirian transitaba por el partido cómodo, sin sufrir, bien. Sumaba ya más de una hora sobre el campo. Que debutara en Zaragoza y no una semana antes, o varias antes, carece de explicación.

Delanteros para controlar a una UD Las Palmas imparable

Garitano fio todo a la acumulación de delanteros en el área. Entraron Blanco Leschuk y el grancanario Arana para convertirse en rematadores de todo lo que llegara desde las bandas. Quedaba un cuarto de hora y Las Palmas había entendido ya desde hacía tiempo que tenía que defender el resultado, por lo que apenas se le vio en el área rival. La opción del 0-2 era una contra en la locura del Eibar, que a medida que pasaban los minutos se impacientaba más y caía en errores que permitían respirar a la UD.

Arana gozó de una ocasión clara cuando se encontró con la pelota dentro del área, pero su disparo tuvo que ser después de un reverso y eso le lastró. El resultado, tiro a las nubes. Una carrera de Marvin por la banda, la segunda suya, propició una falta que sirvió para que se generara una pequeña tangana y, sobre todo, para que pasara el tiempo. Cada interrupción a partir de entonces iba a ser buena. Pero hubo una que no gustó a nadie: una falta de Kaptoum en la frontal del área que dio al Eibar la posibilidad del empate. Un falta ideal, pero estaba Valles convertido en ángel de la guarda para hacer otro paradón y mandar la pelota al córner. El resultado del mismo fue un cabezazo de Nolaskoain que se fue desviado por tan poco que sólo el milagro sirvió de explicación. Fue la sentencia del líder antes el líder de verdad.

Incidencias: Ipurua presentó una entrada de gala a pesar de jugarse el encuentro el lunes, dado que se reunieron 6.754 espectadores. Ambientazo en las gradas del estadio armero, con una pequeña representación de aficionados de Las Palmas para ver en directo una de las pocas finales que quedan para lograr el ascenso directo. 

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