Música

'El matrimonio secreto', un delicioso vodevil a ritmo circense

La ópera de Cimarosa se representa este sábado, 27 de abril, a las 20.00 horas, en última función, en el teatro Pérez Galdós, dentro de la 57ª Temporada de Las Palmas de Gran Canaria

Una escena de 'El matrimonio secreto' en el teatro Pérez Galdós

Una escena de 'El matrimonio secreto' en el teatro Pérez Galdós / LP / DLP

Tras la representación de dos dramas tan solemnes y complejos como Tosca y La boheme, la 57ª Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria toma aliento y coge impulso con una comedia ligera rescatada de un injusto ostracismo. Así, tras dos de los títulos emblemáticos para los aficionados, el ecuador del festival ofreció una de esas joyas ocultas que agradece el amante de la lírica. 

Ver El matrimonio secreto de Cimarosa es asistir a uno de esos títulos, como La hija del regimiento, que desmienten que la ópera sea un género elitista, una pieza que logra atraer a nuevos aficionados al considerado como el arte escénico más completo que existe. Ambientada en el siglo XVIII, la obra es una deliciosa comedia a ritmo circense donde el espectador no para de reír en ningún momento y donde los cantantes actúan con un justificado histrionismo, con momentos donde parecen auténticos bufones contemporáneos con una gestualidad exagerada propia del cine mudo.

La trama es el típico enredo amoroso en el que las verdaderas protagonistas son tres mujeres. Dos de ellas son hermanas, Carolina y Elisetta. Y la tercera es la tía de ambas, Fidalma. Las tres quieren tener una relación amorosa, pero el padre de las chicas, don Gerónimo, desea casar a la mayor con un conde llamado Robinson. Éste va a visitarla, pero se enamora repentinamente de la menor que, a su vez, se casó en secreto con un humilde jardinero al servicio de su padre llamado Polino, al que casualmente también pretende la tía. Partiendo de esta premisa lo que viene a continuación son continuos gags en los que los amantes tienen que esconderse para no ser pillados por los otros personajes. Y así, en la máxima tradición del vodevil, mientras unos personajes entran por un lado, otros salen por el opuesto.

La escenografía es un salón con una iluminación muy potente con ciertos elementos bucólicos, pero que está girado con respecto al patio de butacas, con lo cual ofrece una perspectiva muy agradable. Detrás se percibe un telón con unos riscos pintados que, en realidad, son artículos de regalo, y que desde lejos da la sensación de ver un pueblo de colores. Destacar la labor de la orquesta y de todo elenco de cantantes que mostraron dotes vocales y actorales igual de competentes con inesperados ejemplos de excelente vis cómica como la del canario Fernando Campero en el papel del conde.