Los deslizamientos que crearon los valles de Güímar y de La Orotava determinan la diversidad genética de los insectos canarios
Un grupo de investigadores del IPNA-CSIC descubre el impacto de estos fenómenos geológicos drásticos en las poblaciones de Canarias
Este abrupto aislamiento influye en la historia de las poblaciones de fauna isleña
Los megadeslizamientos que formaron los valles de Güímar y de La Orotava y modificaron el paisaje de Tenerife para siempre, también cambiaron el destino evolutivo de decenas de especies en la isla. Insectos, lagartos y otros pequeños grupos de fauna quedaron aislados del resto de sus poblaciones, provocando así que sus genes evolucionaran de una manera totalmente distinta a la que lo haría el resto de su antiguo grupo, creando así distintas ramas evolutivas para una misma especie.
Estos movimientos geológicos, comunes en las Islas oceánicas –aunque no así tan frecuentes como los volcanes–, determinan que una especie se diversifique más o menos dentro de los archipiélagos. "Hasta el momento siempre se había pensado que lo que más influye en la historia evolutiva de las especies isleñas es el gradiente ecológico (los cambios de temperatura y humedad por altura) o las erupciones volcánicas", explica Víctor Noguerales, biólogo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC).
Ambas circunstancias pueden dar lugar a la estratificación de las poblaciones y, por ende, influyen en las posibiliades de una especie para evolucionar de una forma u otra. Pero no son las únicas. Como insisten varios investigadores del IPNA-CSIC en un artículo publicado en Molecular Ecology, los megadeslizamientos que sufren las islas tras varias erupciones volcánicas también pueden generar un efecto. "Son procesos que ocurren de forma muy abrupta provocando que las poblaciones se dividan en dos", relata el investigador. Con el paso de miles de años, este aislamiento puede contribuir a una diferenciación genética tal que las poblaciones pueden llegar a confluir en nuevas especies.
Gorgojos del norte y del sur
Es el destino que han seguido los gorgojos. Estos pequeños insectos del género Laparocerus –del que se conocen más de 300 especies en toda la Macaronesia– han evolucionado de manera distinta a un lado y a otro de la brecha que hoy separa la dorsal de Tenerife de sus valles. Así, los que quedaron resguardados en el Macizo de Teno o en Anaga tras los deslizamientos que empezaron a producirse hace cuatro millones de años tienen hoy un ADN muy diferente a los que cayeron al vacío y se asentaron en un nuevo ecosistema.
A través del empleo de datos genómicos procedentes de secuenciación de ADN de alto rendimiento y su integración con herramientas de modelado demográfico, los autores descubrieron que las poblaciones de gorgojos capturadas en las zonas geológicamente más estables (Teno, Anaga o sur de Tenerife) comenzaron a diferenciarse genéticamente de un ancestro común en un periodo de tiempo que coincidía con las edades estimadas de los megadeslizamientos de La Orotava y Güímar. También observaron que los individuos capturados en dichas áreas constituían grupos genéticos con un bajo grado de coancestría, y que a su vez tenían menor diversidad genética.
No es la primera vez que se intuye que estos abruptos cambios geológicos podrían estar detrás de la diversidad genética de las especies de las islas. "Hay estudios anteriores que ya veían cambios morfológicos en los lagartos del Valle de Güímar", explica Noguerales. Sin embargo, nunca se había llevado a cabo un análisis tan exhaustivo que pudiera ratificar que los megadeslizamientos son un elemento capaz de impactar en el devenir de las especies.
"Elegimos los gorgojos, entre otras cosas, porque tiene una dispersión pequeña de generación en generación", reseña Noguerales. En otras palabras, se mueven poco y, por tanto, su capacidad para mezclarse con otros individuos apartados es muy baja. "Esto provoca que acumulen muchas mutaciones y puedan incluso llegar a diferenciarse tanto de su ancestro común que se conviertan en especies distintas", resalta.
Pese a que el hallazgo se ha hecho teniendo en cuenta los datos de Tenerife, los investigadores sugieren que este fenómeno se puede estar haber producido en todas las islas oceánicas. "Forma parte de la dinámica de las Islas, crecen en altitud a través de erupciones hasta que se debilitan y colapsan por el peso", insiste Noguerales.
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